—Isla, ¿adivina qué te traje? —Luca sacudió una caja de pastel frente a ella con una sonrisa.Al ver la caja familiar, Isla se iluminó, prácticamente cobrando vida. Sus ojos brillaron mientras se lanzaba a tomar el pastel de las manos de Luca, mostrándole una dulce sonrisa. —¡Gracias, tío Luca!Al verla saltar de felicidad, Vanessa finalmente se relajó, aliviada de verla tan animada.Isla entró brincando a la sala con su pequeño pastel, desenvolviéndolo mientras le lanzaba a su mamá una mirada juguetona. —¡El tío Luca me conoce mejor! Mamá nunca me deja comer estas cosas.Vanessa suspiró, presionando la mano contra su frente. —Demasiados dulces no son buenos para ti. No vas a crecer alta.Ante eso, Isla frunció el labio, sin convencerse. —Mamá, solo estás tratando de engañarme otra vez.Vanessa se rió, despeinándole el cabello. —Eres una niña muy lista, siempre tan astuta.Mientras tanto, Luca se sentó tranquilamente cerca, observando a la madre y a la hija con un sentimiento que no p
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