46. El plan de Alan
Han pasado dos meses, ahora Sandra tiene nueve meses de embarazo. Su gran estómago le dificultaba moverse, cada paso tenía que ser calculado, cada respiración se sentía más pesada.Sin embargo, detrás de estas limitaciones físicas, hay una calma que fluye en su corazón: la calma de una futura madre que siente cada vez más cerca la presencia del fruto de su amor. A menudo se sentaba junto a la ventana, mirando el cielo despejado de la mañana, contemplando, orando y esperando que todo lo que había sucedido hasta ahora no fuera una pesadilla sin fin.Alan, su marido, desde que Sandra entró en la vejez, empezó a cambiar. A diferencia de antes, que siempre llegaba a casa a tiempo, ahora rara vez se le ve en casa. De hecho, Sandra a menudo sólo oye el sonido de un coche entrando en el garaje a primeras horas de la mañana.Sandra sabía que Alan no era un hombre al que le gustara salir de juerga. Sabía que su marido estaba ocupado, demasiado ocupado con el mundo que, de alguna manera, poco a
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