Si existiera un premio a la persona más indecisa del mundo, seguro que ya lo tendría en mis manos. Han pasado dos días desde que Theo me invitó al evento en el Blue Garden y, hasta ahora, lo único que he hecho es hacerme la despistada cada vez que saca el tema. Simplemente no puedo… decidirme. En teoría, salir con Theo parece una buena idea. Es amable, divertido y, a diferencia de Ethan, no me tiene constantemente al borde de un colapso. ¿En la práctica? No puedo dejar de pensar en Ethan y en ese tono provocador de su voz. “Cuando termine la cita, dime si me equivoqué.” Pongo los ojos en blanco solo de recordarlo, pero el recuerdo llega con fuerza, acompañado del calor que siento cada vez que pienso en él. No es justo que decida alejarse y, al mismo tiempo, crea que puede soltar comentarios como ese. Idiota indeciso. Tal vez deberíamos compartir el premio a la indecisión. —Tienes que dejar de poner los ojos en blanco, Mia. Vas a terminar quedándote bizca —comenta Vitória, dand

“Mia Bennett” No sé cuánto tiempo me quedo inmóvil, mirando la pantalla de la computadora sin realmente verla. Sacudo la cabeza, intentando alejar los pensamientos, y empiezo a guardar los documentos en el cajón. Pero sus palabras siguen resonando en mi mente. Pongo los ojos en blanco, mordiéndome el labio por enésima vez desde que se fue. El sabor del labial empieza a desvanecerse, y solo entonces me doy cuenta de lo irritada que estoy. Irritada por el trabajo de última hora, por la confesión inesperada, por la forma en que intentó parecer altruista. —No vas a desordenarme la cabeza, Ethan —murmuro. Tomo el celular y escribo rápidamente: “Perdona el retraso. Bajo en cinco minutos.” La respuesta llega casi de inmediato: “No hay problema. Ya estoy en el estacionamiento :)” El emoji sonriente me hace sentir aún más culpable por estar así. Theo no se merece esto. No ha sido más que amable desde que nos conocimos. Me levanto de golpe, empujando la silla hacia atrás con más fue

“Mia Bennett” Mi corazón se acelera cuando Ethan cierra la puerta detrás de mí. Debería estar furiosa. Debería gritarle por haberme arrastrado así, por actuar como si tuviera algún derecho sobre mí después de haber decidido alejarse. Pero la verdad? La verdad es que pasé toda la noche deseando que fuera él quien estuviera a mi lado. Y ahora que está aquí, simplemente no puedo alejarme. —¿Resolver qué, Ethan? —pregunto, levantando la barbilla mientras libero mi brazo—. ¿Que tenías razón? ¿Que solo giré la cara porque, incluso pasando toda la noche con una persona increíble, lo único que hice fue odiarme por seguir pensando en ti? —Mia… —Intenta acercarse, pero se detiene cuando doy un paso atrás. —¡No, Ethan, tú no tienes ese derecho! —exclamo, sacudiendo la cabeza—. ¡Tampoco tienes derecho a decidir que merezco algo más, porque cómo voy a merecer más cuando eres exactamente tú a quien quiero! —¿Con todos los defectos que tengo? —Fuerza una risa baja, amarga—. Solo puedes estar

“Mia Bennett” Parpadeo varias veces antes de lograr enfrentar la luz que se cuela por la cortina. Estoy en mi habitación. No, espera. Estoy en la habitación de invitados. No fue otro de esos sueños que suelo tener después de quedarme dormida llorando. Me siento rápidamente cuando siento el toque de Ethan en mi brazo, pero la confusión pronto da paso al susto al ver a Vitória parada en la puerta, con la mano cubriendo la boca y los ojos abiertos de par en par. —Mierda… —murmuro, tirando de la sábana para cubrirme. Ethan suelta un suspiro pesado, pasándose la mano por el cabello. —Tuvieron mucha suerte de que no fuera otra persona —dice Vitória, echando un vistazo rápido al pasillo antes de mirarnos de nuevo—. Y suerte de que me ofrecí a venir a buscarte, señor Hayes. —¿Por qué golpeaste y entraste así? —pregunta él, en voz baja pero claramente molesto. —Toqué como tres veces, nadie respondió, y pensé que había pasado algo —responde ella, ahora más calmada—. Perdón. —Tori, por

Tres horas después, entre las provocaciones silenciosas de Ethan en la piscina y el interrogatorio de Vitória, termino de arreglarme y bajo a la sala, donde escucho voces. Alec y Emma ya han llegado, y Theo, por supuesto, está con ellos. Ethan está en un rincón de la sala, conversando con Alec y James, fingiendo no notar mi presencia. Casi lo creería, si no fuera por la intensidad de su mirada cuando sus ojos encuentran los míos. —¡Mia! —Emma se levanta del sofá para abrazarme—. ¡Estás guapísima! —Gracias —respondo, sonriendo. —Hola, Mia —Theo se acerca con su habitual sonrisa amable, saludándome con un beso en la mejilla—. Me sorprendió la invitación de tu padre. —A mí también, pero me alegra que hayan venido. —Ven, vamos a sentarnos —dice Emma, entusiasmada, tirando de nosotros hacia el sofá—. Quiero que me cuentes cómo fue el evento de ayer. Theo comienza a relatar con entusiasmo, tocándome ligeramente el brazo, y yo trato de concentrarme en la conversación. Pero mi atenci