El silencio en la bodega parecía extenderse infinitamente, mi confesión flotando en el aire como una nube tóxica. Esperé que la decepción apareciera en el rostro de Giuseppe, la herida, el sentimiento de traición. Pero lo que vino a continuación me dejó completamente aturdida.Una carcajada.No una risa educada o forzada, sino una carcajada genuina y profunda que parecía venir del fondo de su alma. Sus hombros temblaban con el esfuerzo, y por un momento absurdo, pensé que estaba teniendo algún tipo de ataque."¿Giuseppe?" pregunté dudosa, la preocupación reemplazando mi propia angustia.Levantó la mano, pidiendo un momento mientras trataba de recuperar el aliento. Finalmente, secándose una lágrima de risa de la comisura del ojo, me miró con una expresión que mezclaba diversión y ternura."Querida mía, tengo 83 años, no 8." Negó con la cabeza, aún sonriendo. "¿Realmente crees que no lo sabía?"Sentí como si el suelo hubiera desaparecido bajo mis pies."¿Tú... sabías?" Las palabras sali
Ler mais