POV: AIRYSÉl no respondió, solo me miró con esa mirada impenetrable.— Fenrir desafiaba a la Diosa Luna en cada reencarnación porque nunca encontraba a su compañera de alma. Eso lo atormentaba. Pero, al desafiar a la deidad, sus emociones eran desgarradas, su esencia destrozada, arrancándole cualquier posibilidad de amar. Mi voz falló. Apreté los labios, tragando la incomodidad. No parecía justo. ¿Por qué la Diosa simplemente no le concedía una compañera? — Daimon… — Mi respiración se volvió pesada. — ¿Por qué tu lobo siempre rechazó a las hembras? Él no respondió de inmediato. Solo se movió lentamente, su barbilla rozando mi hombro, su aliento cálido provocando un escalofrío intenso en mi piel. El roce sutil de sus m

POV: AIRYSMe moví sutilmente sobre su regazo, sintiendo sus muslos firmes bajo los míos, y mi cuerpo palpitando a un ritmo que ya no me pertenecía. Era como si cada parte de mí gritara por algo que no me atrevía a nombrar. Algo que ardía por dentro, feroz, hambriento. Algo que no debería desear. Daimon inclinó la cabeza despacio, con los ojos clavados en mí como si leyera cada centímetro de mi alma. Su lengua pasó por sus labios, lenta y provocadora, mientras sus ojos recorrían mi rostro con esa intensidad sombría que me hacía contener el aliento. Su mano seguía en mi cadera, apretándome con fuerza y moviendo mi cuerpo sobre el suyo con un comando silencioso, pero claro. Quería que lo sintiera. Y lo sentía. El silencio era denso, lleno solo por el sonido entrecortado de nuestras respiraciones. El aire parec&ia

POV: DAIMONAirys se quedó allí, quieta, mirándome. Sus ojos grandes, de color miel brillante, fijos en los míos, como si intentaran entender algo que ni ella misma sabía explicar. La boca entreabierta, lista para decir algo…, pero se rindió a mitad de camino. Ese era su maldito problema. La duda. No sabía lo que sentía. No podía aceptar lo que quería. Tenía miedo de desearlo. —Una lástima —gruñó Fenrir dentro de mí, inquieto, palpitando con la misma intensidad que yo—. Ahora lo entiendo. Ella está cerca. —Está a punto de tomar una decisión —respondí en pensamiento, sin apartar los ojos de ella. Sus iris claras brillaban con un tono indescifrable, una mezcla de duda, curiosidad… y deseo.&nbs

POV: AIRYSElla me miró en silencio. Sus ojos celestes parecían saber demasiado. Me analizó de arriba a abajo, como si esperara algo de mí que yo no era capaz de entregar. Negó con la cabeza lentamente, decepcionada.—¿Cómo puede él estar tan seguro de ti, si ni siquiera eres capaz de ver lo obvio? —Su voz sonó como una acusación velada, pero antes de que pudiera responder, unos pasos pesados se aproximaron por el pasillo.El sonido de las botas contra el suelo retumbó como una advertencia. Todo mi cuerpo se tensó. Jadeé.—¡Vamos! —gruñó el Beta al entrar en la sala. Su presencia era agresiva. Mostró los colmillos en un gesto hostil hacia la mujer, que no retrocedió. Sus ojos estaban fijos en ella, llenos de furia contenida.—Tú no deberías estar aquí.Ella alzó el mentón con una media sonrisa, sin mostrar miedo.—Vine a desearte suerte —dijo, dirigiéndose a mí con una última mirada fija, como si quisiera grabar mi rostro en la memoria—. Espero que sobrevivas.Me estremecí. El vello d

POV: AIRYS—¡No es una elección! —rugió ella, soltando gruñidos amenazantes. —Últimamente, he escuchado mucho eso —bufé, intentando ignorar el miedo que se deslizaba bajo mi piel. Hamissa atacó, veloz, como un rayo. Me esquivé por poco, girando el cuerpo y levantando la daga. Casi logró clavar la hoja en su costado, pero giró el hocico y mordió mi muñeca con una fuerza brutal. Un gruñido de dolor escapó de mis labios cuando sus colmillos aplastaron mi hueso. Con un impulso desesperado, le di una patada en el abdomen, obligándola a soltarme. El impacto me hizo caer hacia atrás, y la daga se deslizó de mi mano, aterrizando en la nieve blanda. Hamissa arremetió de nuevo, sin darme tiempo a recuperar el aliento. Esta vez, su garra rasgó mi hombro. Un grito se me escapó antes de que pudiera contenerlo. Presioné la mano contra la herida caliente, sintiendo la sangre correr y manchar la nieve de rojo. <