POV: AIRYSSentí un escalofrío recorrer mi brazo. — Hijos... los esperados... — murmuró casi para sí misma. — ¿De la línea del Destino? — exclamó la ciega, sorprendida. Se acercó a mí con una urgencia contenida, posando una mano suave sobre mi muñeca y la otra, con extrema delicadeza, en mi vientre. Sus dedos temblaban levemente. — Trillizos... — susurró con los labios entreabiertos. — Formidables... Mis piernas flaquearon por un segundo. — Se los llevaron. — murmuré, sintiendo el dolor tomar forma en mi pecho. Jadeé. Un nudo profundo se apoderó de mi corazón, como si el vacío resonara aún más ahora que estaba siendo reconocido. — Me los arrancaron. La hermana ciega se

POV: AIRYSTragué saliva, observando la conexión entre nosotros, sintiendo el calor del brazo de Daimon irradiar incluso con el contacto limitado. — Pensé que su marca ya mantenía el lazo. — comenté, mirando por encima del hombro hacia el Alfa, buscando su reacción. — No hicimos el ritual de compañeros. — dijo él, con la voz baja, densa, casi animal. Sus ojos estaban en un tono terroso, oscurecido, los colmillos ligeramente expuestos al hablar. — Y tú aún no me has marcado, humana. La tensión entre nosotros se volvió más densa, más íntima. Sentí el calor subir a mis mejillas. — Pero… — continuó sin apartar los ojos de los míos; había un destello atrevido allí. —No tengo ninguna objeción en queda

POV: AIRYSDaimon me jaló con más fuerza, sus músculos tensos, la mandíbula apretada, los ojos ardiendo de furia. Me empujó con brutalidad hacia adelante y giró el cuerpo en el mismo instante, alzando los brazos para atrapar a la bestia que saltaba contra nosotros. El impacto fue violento. El lobo hundió los dientes con fuerza en el antebrazo de Daimon, y un gruñido grave escapó de su garganta, no de dolor, sino de rabia salvaje. El sonido de la carne desgarrándose me hizo estremecer. Él gruñó con brutalidad, girando el cuerpo con violencia y pateando al lobo lejos de nosotros. La criatura fue lanzada contra la pared con un golpe seco, y Daimon no se detuvo ni para respirar. Saltó hacia fuera de la puerta, cerrándola con fuerza detrás de nosotros. El impacto retumbó como un tr