En la villa Ruggieri, la madre de Gianluca no ha parado de maldecir una y otra vez a su nuera, Caterina; a su hijo, al que considera un bastardo, y a Rocco Mancini. Ella está convencida de que Caterina y Rocco han seguido viéndose, hasta en los Estados Unidos, en cada viaje que hace a Miami, y los dos han estado engañando a su hijo, quien se encuentra en la habitación, siendo atendido por el médico de la familia.            —¡Quiero a Caterina esta misma tarde aquí, conmigo! —Al escuchar a su hijo gritar desde su habitación y pedir que vuelvan a traerle a esa mujer a su casa, la furia la invade y su cuerpo se tensa y se llena de una casi incontrolable ira.            La señora entra en la habitación, su hijo se encuentra de pie, mirándose al espejo, vestido solo con un pantalón de mezclilla negro.             Lleva u

 —¿Qué? ¡No! No puedes quitarme a mi hijo — dice ella, llena de pánico. — No me dejes sola en este lugar, por favor.            —¿Acaso quieres volverme loco? No voy a dejarte a mi hijo cuando encubres a tu esposo que te golpea. — Se acerca hasta ella, que parece empequeñecerse ante su furia. — No voy a quedarme al lado de una mentirosa, no voy a arriesgarlo todo por alguien que no quiere ser ayudada.            —Rocco…            —No voy a quedarme ni un solo minuto más en este lugar si no me hablas con la verdad, Caterina. — Rocco se siente indignado, ella lo conoce y no puede esperar que acepte su inocente versión de un accidente.            Está claro que Ruggieri golpea a Caterina y que esta no ha sido la