— Maldita sea, mil veces maldita seas Olivia - Mariana estaba histérica - Juré que nunca serías competencia para mí, y si acepté que te casarás con él y que seas tú la que le dé el hijo que yo no quiero darle.— Mariana, te puedes callar, no olvides que las paredes tienen oídos, ni se te ocurra expresar en voz alta aquel secreto, de lo contrario olvídate de la fortuna Dumonts, ahora tenemos un problema más grave que solucionar - Teodora Dacosta se veía aterrada e histérica.— Claro, debo calmarme - Mariana dejó ver una sonrisa irónica - Dime Madre, como debo calmarme cuando mi hermana la misma que dije que nunca sería oponente para mí en estos últimos 48 horas ha generado caos en la vida de mi hombre - el jarrón que se encontraba por encima de la pequeña mesa se había roto en pedazos.— ¿Estás Enferma? - Oliver Dacosta estaba enfurecido desde la altura de la escalera - Si quieres quitarte el peso de la ira, ve y juega boxeo, ahí podrás partirle la cara a quien quieras, pero tendrás qu
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