°❀⋆･ᥫ᭡⋆ﾟ❣︎ Eleonor ⋆˚✿ Despedirme de Brook me deja un vacío extraño en el pecho. No me gusta hacerlo, siento que decir adiós es como aceptar que quizás no volvamos a vernos.—Lo volverás a ver —se ríe Mandys, girándose para mirarme con ese brillo curioso que nunca se le apaga.—Vas a pensar que es una tontería, pero… despedirme de él me duele.—Tal vez porque eso era lo que iban a hacer antes —interviene Gabo—. Separarse un tiempo, hasta que las cosas se acomodaran.—Tiene sentido —admito, sintiendo cómo cada palabra se acomoda dentro de mí. —Cuñadita —dice Mandys, entre divertida y tierna—, nunca te había visto así con nadie—. ¿Te imaginas si lo recordaras? —añade con picardía—. Sí así, sin memoria, casi lo desnudas con la mirada…—¡Mandys! —la regaño, aunque no puedo evitar sonreír.—Mi cielo… —la mira Gabo de reojo, con esa ternura que le sale solo para ella—, a veces me preocupan tus comentarios sin filtro.—Por eso te enamoraste de mí —le recuerda, orgullosa.—Sí, es cierto… —di

°❀⋆･ᥫ᭡⋆ﾟ❣︎ Eleonor ⋆˚✿ Despierto unas horas después, a pesar de que nos quedamos dormidos muy tarde. Brook está profundamente dormido a mi lado con su brazo descansando sobre mi cintura, estamos sobre los cojines, los pétalos y las velas rodeándonos, mi cuerpo aún vibra tan solo de recordar lo que pasó, él no me hizo el amor, él adoró mi cuerpo de mil maneras, la plenitud y la felicidad que me invaden, no las cambiaría por nada del mundo. Levanto la mano y miro el anillo; me voy a casar, estoy nerviosa, sí, pero también hay una corriente de ansiedad que me recorre entera. La sorpresa que me preparó fue tan perfecta que aún me cuesta creerla, jamás habría imaginado algo así: Él, sin camisa, llevando solo su pantalón vaquero, su cabello revuelto como si se hubiera pasado los dedos en repetidas ocasiones, sus ojos brillantes, una sonrisa tímida y ligeramente ruborizado. Esa imagen se me quedó grabada como una fotografía que guardaré por mil años. Cuando se arrodilló y me dijo esas palab

°❀⋆･ᥫ᭡⋆ﾟ❣︎ Eleonor ⋆˚✿ —¿Cómo estás? —entra Monique, llegando de visita. —Aburrida —gruño—. He leído todos los casos que hemos cerrado en los últimos meses. —¿Todavía no regresa tu vaquero?—No, creo que está pasando su duelo con su familia, me parece que ellos lo necesitaban, además tenía que entregar varios caballos y debía hacerlo personalmente. —¿Y por qué no vas? —sugiere, dejándose caer en el sillón. —Me siento avergonzada con su familia, no sé cómo vayan a tomar que les oculté lo de Bruno, y para colmo, no los recuerdo. —En primer lugar, lo de Bruno era algo confidencial, en este trabajo tenemos que respetar las reglas o arriesgamos vidas —declara con convicción—. Ahora, lo de tu memoria no es culpa tuya, tuviste un accidente. —En eso tienes razón. —¡Por favor! No vuelvas a repetir eso —exclama regañándome —Oye, yo estoy aquí para otra cosa. —¿Para qué?—Vengo a invitarte a un spa, necesitamos relajarnos, tus heridas ya están sanas y creo que te ayudaría. —Las costilla

°❀⋆･ᥫ᭡⋆ﾟ❣︎ Eleonor ⋆˚✿ Paso el día con Brook en la habitación, solo nos detenemos para comer algo, asearnos un poco… y luego volvemos a perdernos el uno en el otro, sin reservas. El tiempo se diluye entre caricias, risas y suspiros.Ya por la noche, me quedo dormida después de ducharnos.El cuerpo no da más: estoy agotada, dolorida, con un leve mareo que me recuerda que el ejercicio fue más que intenso, pero en medio de ese cansancio, hay una paz dulce y una felicidad que me desborda por completo. —Buenos días —la voz de Brook me hace abrir los ojos. Miro el reloj: es un poco antes de las cinco. Me desperezo con lentitud, me incorporo, y mi visión casi me provoca babear.Brook está recién duchado, su cabello húmedo cae en mechones desordenados, va descalzo, solo con el pantalón puesto y sin abrochar, dejando al descubierto su ropa interior negra, su loción flota en el aire, envolvente, robándome un enorme suspiro, casi involuntario.En sus manos, una charola con desayuno: café humean

°❀⋆･ᥫ᭡⋆ﾟ❣︎ Eleonor ⋆˚✿ Busco mi teléfono en la habitación. Afuera, la familia ríe y conversa; el aire está cargado de esa calidez que sólo deja un día perfecto. Gabo no para de hablar del rancho, fascinado con cada rincón. Mandys, que conoce bien este tipo de vida, se transformó al ver los caballos: su rostro se iluminó despertando algo muy especial para ella. Y mis pequeñas… ya sueñan con tener uno propio, discuten cuál sería el nombre ideal para “su” caballo y tienen varias opciones en mente, Gabo se ríe porque dice que esos caballos deben costar un ojo de la cara y él prefiere conservar ambos por el momento. —¡Hola, Malka! —una voz infantil me toma por sorpresa. Me giro demasiado rápido y el mundo se tambalea un segundo. El pequeño Bruno está en el umbral con los brazos cruzados y una mirada inquisitiva—. ¿Ahora sí eres la novia de mi tío? ¿Cuándo se van a casar? Quiero responder, pero algo me detiene. Me llevo las manos a la cabeza: un dolor punzante me atraviesa como un relámpa