Evelyn. —¿Por qué le hablaste de mí?— esa pregunta debe carcomer su cabeza. Lo sé, porque pude haber negado su existencia o inventar cientos de razones para que ella lo odiara. Pero no pude sembrar odio en un corazón puro. No me vi capaz de destrozar esa primera palabra salida de sus labios con esa voz melodiosa que suele seducir a mis pesadillas hasta adormecerlas.—Le pedí a alguien asesinarte cuando estabas en tu misión número 3 en Níger la última vez que quise saber de tí— revelo omitiendo el nombre y su mirada me busca. No le miento.—Tu auto no falló por ataque de ningún grupo hostil. Te vi en las noticias y la rabia me ganó— recuerdo respirar por la herida en esa ocasión. —Y en el último minuto, di la contra orden apenas y esa persona logró por milímetros desviar la bala de tu cabeza— limpio mi nariz. —Todo por ella. Aún recuerdo tenerla abrazada al salir del pediatra, mientras sollozaba sin motivo alguno, después de haber revisado su pañal, intentar alimentarla y recibir l

Logan. —Tenías razón, Bloodhound— escucho en la línea. —Portsmouth ha cerrado calles que antes podías usar libremente. Vagas, pero el cambio se nota cuando te mueves.—¿Has encontrado algo?—Un médico desaparecido— lo escucho tragar algo. —Desde el día que todo se destapó no aparece. Quienes trabajan con él dicen que no es del tipo que se pierde así— la línea se queda en silencio dos segundos. —En la noche me moveré. No puedo dejarme ver tanto en estos lares.—Va a necesitar medicamentos si hizo lo que creo— observo a Lee seguir esperando a que su entrevistada vuelva. —No jodas, cabrón. ¿Sabes cuantas farmacias hay solo en Hampshire? Ahora suma todas las de Inglaterra— exhala. —Eso sin contar cuantos clientes tienen al día. —No necesito su registro de ventas, sino productos específicos para hacer una operación de ese tipo y mantenerla cuidada, porque no lo dejará morir— señalo. —Usa tu red de contactos. Usaré la mía para lo mismo. Le doy mi código y sé que usar estos recursos no e

Logan.No es un gesto de ternura, nada de nosotros lo es. La muerdo, y ella responde con uñas en mi cuello, arrancándome la piel como si quisiera marcar su nombre con sangre.Mi lengua lucha contra la suya y la derrota, mis dedos se cierran en su garganta justo lo suficiente para recordarle quién lleva el pulso de este instante. La elevo de la cintura, apretando sus caderas contra las mías hasta que el aire se rompe en gemidos ahogados.—Suelta… —jadea contra mi boca, pero no lo hace con convicción. Sus ojos son odio y fiebre, y eso me prende más que cualquier súplica.—No me lo pidas, porque no quiero— gruño contra sus labios, dejando mi voz hundirse en su piel. —Me retas, Evelyn, y no entiendes que no sé jugar suave.Ella me muerde la mandíbula, me escupe apenas un “animal” con el mismo veneno con que antes me dijo “comisionado”. Sonrío, porque tiene razón, soy eso. Un animal que no conoce límites cuando se trata de ella.Su cuerpo tiembla entre mis brazos, no de miedo, sino de rabi

Evelyn.No podría llamarle fiebre sexual a lo que siento escarbar con garras muy afiladas desde mi interior. Duele un simple roce, excita a un nivel que solo impulsa a continuar. Labios que arden cuando la boca de Logan me desgarra en cada lengüetazo. No hay poder humano que lo detenga, ni siquiera yo misma, porque mi forma de responder no es planeada, solo dejo que la torrencial llamarada actúe por mí, tomándole el cuello con las uñas, dejando a mis caderas moverse sobre lo que maltrata la unión de mis piernas. Arranca mi pantalón, subo sobré él, sus manos me aprisionan las piernas, en tanto su lengua danza mortalmente con la mía. Su mirada brilla debido a la rabia con la que me besa. Me muerde el labio, en tanto sus manos se deshacen del sostén que me deja el torso totalmente descubierto, intensificando más la mirada que me lanza al pegarse a uno de ellos. Arrastra sus dientes, duele y en lugar de apartarlo, le atrapo el cabello, afianzando el agarre que le arranca gruñidos que au

Evelyn. Las píldoras las paso con un solo sorbo de agua. Necesito que el dolor en cada articulación se aplaque, y no estoy dispuesta a pasar por el mismo tipo de accidentes con ese tipo. Una sola vez se nos pasó el maldit0 anticonceptivo y el resultado brinca de un lado a otro, contenta por tener un nuevo prisionero. La escucho y celebro con ella, aunque la mirada aniquiladora para Cryllend no se hace esperar. —La princesa quería uno— me dice en lo que me siento en la butaca donde mi trasero siente un poco de alivio en la superficie acolchada. —¿Se la quito?—No, ella está feliz— la observo colocar al animal patas arriba, en lo que chilla mientras la ata con una soga. —¿La desinfectaste?—Todos los métodos de la anterior— confirma, tranquilizándome por eso. La cabeza me duele, al igual que el cuerpo, por lo que no rebato su argumento. Necesito dormir, porque no lo he hecho realmente y que el imbécil del comisionado me impidiera seguir durmiendo luego de solo dos horas de sueño me