Capítulo 81 —Como víbora al fuegoNarrador:Sasha tomó el móvil entre las manos, se acomodó a su lado en la cama y apoyó la espalda contra el respaldo, lo suficientemente cerca como para que Eros pudiera ver la pantalla con ella. Entró al perfil de I***a*gram de Marcelo Suárez, deslizó el dedo con agilidad y, sin dudar, le dio "seguir".—Ahí va —dijo, mientras empezaba a mirar algunas fotos —Un poco básico para ser hermano de la estirada —añadió con una media sonrisa —pero está claro que le gusta mostrar que tiene mundo. —Eros no dijo nada. Su mandíbula se tensó ligeramente mientras observaba cómo Sasha comenzaba a darle “like” a varias publicaciones: una en la playa, otra en una fiesta elegante, una más con algún coche caro de fondo. —Bueno... —dijo ella con tono ligero —El anzuelo está tirado, veamos si pica.Él soltó una exhalación breve, sin disimular la molestia.—No me gusta esto, Sasha.—Ya lo sé —respondió ella sin mirarlo —Pero si queremos meternos en el mundo de los Suárez, t

Capítulo 83 — El que más me ha lastimado eres túNarrador:Pasaron lo que quedaba del fin de semana sumergidos en una burbuja que parecía irrompible. Besos, caricias, sexo... muchísimo sexo. Pero no solo se amaban con el cuerpo. También se reían, cocinaban, hablaban, dormían abrazados como si fueran dos partes de un mismo corazón que, al fin, había encontrado su ritmo. No existía nada fuera de esa cabaña. Ni traiciones, ni apellidos, ni amenazas. Solo ellos; Sasha y Eros, Eros y Sasha. Pero llegó el lunes. El sonido del viento contra las ventanas fue el primer aviso de que el mundo seguía girando. El segundo fue el reloj. Y el tercero, el peso del bolso que Sasha terminó de cerrar con manos temblorosas. Después del desayuno, ella se quedó sola en el sofá, con la mirada clavada en un punto invisible. Y, de repente, se rompió. Las lágrimas empezaron a caer como si alguien hubiera abierto una compuerta. Al principio intentó contenerlas, tragarse el nudo en la garganta, respirar profundo,

Capítulo 85 —Cena con amigosNarrador:Esa noche, el aire estaba particularmente fresco. Las luces de la casa de huéspedes parpadeaban cálidas entre los árboles del jardín, mientras Dominic terminaba de acomodar la mesa en el comedor pequeño pero acogedor que compartía ahora con Natalia.—¿Seguro que quieres cocinar tú? —preguntó Natalia desde la puerta de la cocina, con una ceja levantada.—No es cocina —replicó Dominic mientras revisaba el horno —Es supervivencia básica con estilo. Pasta al horno, ensalada rústica y vino. Suficiente para que no se note que soy un desastre con el cuchillo.Natalia soltó una risita y negó con la cabeza. Sacó el teléfono y mientras Dominic se metía de nuevo en la cocina, llamó a Sasha, quien tardó apenas un par de segundos en responder.—¿Te animas a venir a cenar esta noche? Dominic cocina. No prometo que sobrevivas, pero te prometo una buena charla.—Si muero, al menos será entre amigos. Estoy en camino.Natalia sonrió, no dijo nada, no mencionó que D

Capítulo 87 —Se mata, se extorciona, se torturaNarrador:Luego de la cena en con Dominic y Natialia, Eros y Sasha, llegaron a la mansión, la casa estaba en silencio. Las luces del pasillo estaban atenuadas y no se escuchaba más que el murmullo del viento entre los árboles. Eros apagó la moto apenas cruzaron la reja principal, y caminaron sin hacer ruido hasta la entrada. Ninguno encendió luces, no hacía falta. Subieron directo a la habitación de Sasha. Ella empujó la puerta despacio, mirando hacia ambos lados como si temiera que alguien los sorprendiera, aunque sabía que todos dormían. Eros la siguió, cerró la puerta detrás de ellos y, apenas lo hizo, Sasha se le colgó del cuello para besarlo. Era un beso diferente. No uno robado, ni ansioso. Era dulce, pero con una intensidad que no dejaba espacio para la duda. Lo deseaba... lo necesitaba.—Tenía tantas ganas de que llegara este momento —murmuró ella, pegando su frente a la de él. Eros le sonrió apenas, esa media sonrisa torcida que

Capítulo 89 —¿Sueters para Navidad?Narrador:Sasha soltó una risa suave, cargada de ternura pero también de esa ironía punzante que había heredado de él. Se incorporó un poco más en la cama, sin soltar la mano de Eros, y miró a su padre con una media sonrisa.—Ay, papá… Eros sería incapaz de hacerte daño —dijo, encogiéndose de hombros con fingida inocencia —En todo caso, los dos disparos te los daría yo.Roman frunció los labios, como si quisiera contener una carcajada, pero no lo logró. Soltó una risa grave, de esas que nacen en el pecho y que muy pocos en el mundo habían tenido el privilegio de escuchar saliendo de él. Negó con la cabeza, se llevó una mano a la frente y murmuró.—Definitivamente, eres mi hija. —dijo mientras se dirigía hacia la puerta —Los espero en el despacho. Nada de demorarse. Ya tendrán tiempo para hacer... sus cosas.Y se fue, dejándolos ahí, atónitos, como si acabara de abrirse un portal a otra dimensión. Sasha aún lo miraba con la boca entreabierta, como si