Capítulo 101. Plan en marcha. Estás de ríe de las ocurrencias de su compañero, conduce a la casa de Emiliano, que se encuentra del otro lado del terreno de Isabel, es una división aunque el terreno es compartido, tienen entrada independiente, siendo la mejor opción para dejar a los enamorados, aunque ya tenían planes de dejarlos en un hotel, las cosas se verían más realistas si los encuentran en la cama de Emiliano, y para completar la fachada, la camioneta pasa con los vidrios subidos por los vecinos que conocen la camioneta, está entra a los terrenos de Emiliano, pasando el portón que abre uno de los de seguridad de manera discreta y en cuanto ya están dentro, ven los perros afuera, Ratas que ya a estado ahí antes, baja, siendo reconocido por los cachorros, abre la puerta, y da una señal a uno de ellos hombres para empezar a bajar a los tórtolos inconscientes. —¿No me van a morder esos perros? —Perro que ladra no muerde, y si muerde, pues te quedas con la mordida disfrutand

Capítulo 103. Medidas drásticas. Valentina no puede parar de llorar, se acurruca sobre el suelo, llorando a mares. —Valentina, ven… —Isabel la ayuda, ha traído su ropa y trata de ayudarla a cambiarse. Valentina no sabe cómo sentirse; el dolor es tan grande que no puede manejar sus emociones. Cuando por fin Isabel la saca, Valentina nota las miradas, esas mismas miradas acusadoras, que sintió cuando la intentaron violar, todos viéndola acusadoramente, haciéndola sentir sucia, desecha; incluso es Gael quien la sube a la camioneta, pero no a la misma en la que va Ricardo. El camino a casa es confuso, devastador. ¿Ahora cómo ve a los ojos al abuelo? ¿Cómo ve a las personas que ama? Al fin se atrevió a admitir que la ama, pero no de la manera que ella esperaba, todo por un gusto que resultó en un disgusto. Llegar a la casa es una condena; la primera que sale a verla es Alondra. —Comadre... —Valentina la abraza, llorando desconsolada. Mientras que Ricardo pasa a la casa, desesper