C301- SED DE VENGANZA. Ashley se quedó quieta, observando la llama en su palma. Su respiración se volvió errática, sus dedos temblaban. No por miedo, sino por la verdad que acababa de escuchar. —¿La esencia de Drakos… está en mí? Therion asintió, todavía impactado. —Sí. No solo vive en ese niño… también arde en tu sangre. Él… te dio todo, Ashley. Ella cerró los ojos y el aire en la mazmorra pareció agitarse con su aliento. Una oleada de calor recorrió su cuerpo, estallando en mil emociones: dolor, furia, amor, todo mezclado. Todo a punto de explotar. Sus ojos se abrieron y ahora brillaban dorados. El mismo dorado que alguna vez iluminó la mirada de Drakos. Y la llama en su palma se elevó, el fuego bailaba, rugía. Pero no era un fuego normal. Era fuego con alma, con propósito. Y esto hizo que Therion retrocediera un paso. —Ashley… ¿qué está pasando? Ese comportamiento… es igual que cuando Dra… Se detuvo y trastabilló en su propia voz. Porque recordar… dolía. El habia sido su

C303- MI ALMA CONTIGO.El cuerpo de Eleonora yacía inmóvil y Ashley, aún transformada, soltó un gruñido bajo y salvaje… pero ya no era de furia.Era de dolor.Sus patas ardientes retrocedieron hasta el centro del campo de batalla, directo hacia él.Donde esta tan quieto, tan frío.La transformación se deshizo en un parpadeo y Ashley cayó de rodillas a su lado, cubierta de sangre, polvo y muerte. Su respiración se quebró entre sollozos, el pecho se le hundió con cada jadeo.Temblando, sus manos buscaron su rostro. Y lo tocó como si pudiera despertarlo. Como si aún quedara algo de él ahí. Pero sus piel estaba helada y ese corazón que escucho tantas veces latir, ahora estaba… inmóvil.—No… —susurró.Un grito ahogado le subió por la garganta, cortándole el aire y apoyó su frente sobre la de él, como si pudiera traspasarle vida. Como si su aliento, su calor, su amor… fueran suficientes para traerlo de regreso.—Drakos… por favor… —murmuró, rompiéndose—. ¡Tú me prometiste que volverías!Su

C305-NO SABRÍAMOS VIVIR SIN TI.La luz que entraba por las ventanas era cálida, tenue, como si el amanecer no quisiera perturbar el silencio. Y Drakos abrió los ojos lentamente, sus pupilas tardaron en enfocar. La madera del techo era rústica, las paredes de piedra lo envolvían con una paz que no entendía.Y su corazón empezó a latirle rápido. Se incorporó con torpeza y miró alrededor, confuso, alerta.Estaba en una cabaña, escaneó el lugar y de espaldas a él, vio un hermoso cabello rubio cayendo en suaves ondas. Ella estaba inclinada sobre una cuna.Drakos tragó saliva y sus labios secos apenas pudieron formar el nombre.—Ashley…Ella se giró de golpe.Y por un segundo se quedó inmóvil, mientras su pecho comenzaba a subir y bajar con fuerza, los ojos se llenaron de lágrimas en el acto y fue hacia él.Se sentó a su lado con un jadeo y lo abrazó con todo el cuerpo, con todo el alma.—Mi amor… —susurró contra su cuello, apretándolo con fuerza—. Mi amor…Drakos le devolvió el abrazo, con

C307-ANTES DE QUE SU MAJESTAD DESPIERTE. Fuera de la cabaña, el viento mecía las ramas de los árboles, acariciando el silencio de la noche. Las estrellas titilaban en el cielo, indiferentes al pequeño drama que se desarrollaba bajo su luz. Dentro, el fuego crepitaba en la chimenea, pintando las paredes de tonos cálidos, dónde una figura tallada en hueso de un dragón y una loba parecía vigilar la escena. Entonces un llanto suave rompió el silencio. Drakos abrió los ojos antes de que el sonido creciera. Se movió con la fluidez de quien está acostumbrado a no hacer ruido, deslizándose de la cama como una sombra alargada por el fuego. Se acercó a la cuna de troncos entrelazados, donde su hijo dormía envuelto en pieles. Lo levantó con cuidado, como si temiera romperlo. —Shhh… tranquilo, pequeño —murmuró, meciéndolo con suavidad—. Deja que mamá descanse un poco más. El niño se calmó al instante, como si la voz de su padre fuera un conjuro. Sus labios temblaron, olfateando el aire como

C309- DOBLE SORPRESA.La calma que se habia instalado en castillo se rompió justo al mediodía, cuando un aullido rasgó los pasillos. No fue de miedo ni de guerra. Fue Kendra. Y no estaba pidiendo ayuda. Estaba maldiciendo.—¡Juro que, si vuelvo a dejar que ese dragón me toque, lo muerdo! —gritó desde la sala del ala este, donde los sanadores del clan y curanderas lobas, habían improvisado una habitación.Ashley corrió desde los jardines cuando recibió la noticia, dejando a Darien con Drakos y entró sin pensarlo dos veces.—¡Estoy aquí! —dijo, empujando la puerta—. Vamos, Kendra, respira…—¡Respiro! ¡Y también grito, porque esto duele como mil lunas llenas aplastándome las costillas! —le gruñó Kendra, sudando, con el cabello pegado a la frente.Therion estaba allí, de pie junto a la ventana. Tenía cara de concentración… como si estuviera intentando calcular la trayectoria de un cometa.No hablaba. No sudaba. No se movía.—¿Y tú? —le lanzó Kendra con furia—. ¿Tú no piensas decir nada?—