El tiempo, ese tejedor invisible de destinos, siguió su curso implacable, como lo ha hecho siempre. Y mientras los años se fueron deslizando como arena entre los dedos, dos mujeres, madre e hija, dejaron su huella indeleble en las páginas del mundo.Dos almas marcadas por el amor, pero tan distintas como el sol y la luna.Eleonora desafió la monarquía, las costumbres, al mismo destino. Su corazón, herido en otras vidas, volvió a latir con fuerza en un mundo que no la esperaba, pero que terminó rendido ante ella. Luchó por el amor de un rey, y no se conformó con ser su sombra. Lo obligó a verla, a sentirla, a respetarla… y a amarla. Enfrentó guerras, conspiraciones, traiciones… y aún así, su mayor batalla fue amar sin perderse a sí misma. Fue madre cuando, ella misma, pensaba que no lo lograría, fue gobernante cuando decían que no debía serlo. Eleonora fue fuego, fue revolución, fue reina no solo por sangre, sino por carácter.Amaris, en cambio, eligió un camino más silencioso. Salió d
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