Gerald frunció el ceño, su paciencia comenzando a agotarse. —¿Proteger lo tuyo? —Sí. Míralo como una pequeña advertencia. Si avanzas más hacia Emily, lo que vives ahora parecerá el paraíso en comparación a lo que vendrá. —¡¡Esto ha ido demasiado lejos!! —gritó furioso Gerald—. He venido aquí a ofrecerte un trato. Deja de meterte en mis asuntos y a cambio, te proporcionaré todas las ubicaciones exactas de Nicholas Robinson, las cuales no están en esos documentos que solo revelan cómo salió de prisión, cómo ha vivido y su identidad verdadera. Franklin alzó una ceja, intrigado pero no sorprendido. Nicholas Robinson, su hermano menor, había sido una espina en su costado desde hacía años, y ya sabía que Gerald estaba profundamente ligado a él. —¿Y por qué debería confiar en ti? —preguntó, su mirada fija en Gerald como si pudiera atravesar su fachada. —Porque sabes que no tengo nada que ganar en esto si no te doy algo valioso —Gerald hizo una pausa, buscando la manera de conv

El sonido de las bisagras resonó en el aire, cuando Franklin empujó las puertas principales. Sus zapatos sobre el mármol provocaron un eco en el vestíbulo. La propiedad, alguna vez un retiro elegante de su familia, ahora parecía una ruina viviente. Olía a madera vieja y humedad. El CEO Robinson, no tuvo que esperar mucho. Desde la parte superior de la escalera principal, una silueta se notó. Un hombre alto, delgado, con una expresión gélida. Su cabello, antes oscuro, ahora rizado y teñido de rubio. En su mano derecha, sostenía un arma. —Así que al final viniste —dijo Nicholas Robinson, con una voz rasposa, llena de burla. Franklin levantó la mirada, su expresión seria y controlada. Se mantuvo erguido, con el saco ligeramente abierto y los dedos cerca del interior. Su mirada era la misma de siempre: firme, helada… peligrosa. —No tienes salida —declaró el CEO, con voz baja pero firme—. Rodeamos cada punto. Mis hombres están en todas las salidas. Las autoridades vienen en camino.

⁠✧⁠✧⁠✧ Horas más tarde, esa noche. ⁠✧⁠✧⁠✧ La habitación del hospital estaba silenciosa, con solo el zumbido bajo de los monitores llenando el aire. Jameson Howard estaba de pie junto a la cama, de brazos cruzados, con una expresión que mezclaba preocupación y algo de diversión contenida. —Te ves como basura… —comentó con una sonrisita burlista. Franklin Robinson, tendido en la cama con el costado vendado y la piel aún pálida por la pérdida de sangre, alzó la ceja con arrogancia. —Y tú como siempre, metiéndote en mis asuntos… —murmuró, sin molestarse en ocultar el tono ácido. Luego desvió la mirada hacia el ventanal—. ¿Dónde está Nicholas? —Detenido por tus hombres, tiene atención médica. Está estable, aunque con el ego más herido que el cuerpo —se burló Jameson. Franklin soltó una exhalación breve, casi una risa sin humor. —Pude matarlo en ese momento, pero cada segundo contaba para salvar a Freddy… —susurró el CEO Robinson. —Lo sé —Jameson se encogió de hombros—. Pero no

✯ESPECIAL #01✯ TÍTULO: Viva, hasta que él lo decida. ………………………………………………………… ⁠✧⁠✧⁠✧⁠ Dos meses después. ✧⁠✧⁠✧ El helicóptero comenzó a descender en la pista privada, en medio de una zona natural rodeada de árboles que lucían los colores vibrantes del otoño. Los hombres vestidos de trajes oscuros, se acercaron para escoltar al CEO Robinson, que bajó del transporte aéreo, seguido de su guardaespaldas personal. Uno de los hombres hizo un gesto con su mano, guiándolo a la limusina que aguardaba por el señor Robinson. Una vez que Franklin subió, el vehículo se puso en marcha rumbo a la propiedad en esa área alejada de las ciudades. Los ojos grises de ese hombre, como el mismo cielo de esa tarde nublada, se posaron en la ventanilla polarizada. —Es la segunda vez que vengo, pero probablemente sea la última, Jack —le dijo Franklin, con un tono de voz frío, grave. —¿Cree que lo mejor esque ella esté en una cárcel o un psiquiátrico? —preguntó el hombre rubio—. Usted ha sido dem

✯ESPECIAL #03✯ TÍTULO: El final de Nicholas parte 2 de 2. …………………………………………………… La tormenta caía con furia sobre las afueras de Los Ángeles. Las hojas secas giraban en el aire y se pegaban a los charcos del suelo, mostrando un paisaje sombrío esa noche de otoño con los árboles deshojándose. En esa zona olvidada y abandonada por el tiempo, se alzaba un viejo edificio bajo, en el umbral de la bodega de madera, se escuchó el sonido de un motor apagándose. —Estamos aquí, señor —dijo Jack Smith desde el asiento del piloto, girándose hacia el hombre que ocupaba el asiento trasero. El CEO Franklin Robinson no contestó. Solo abrió la puerta con lentitud. El viento meció su gabardina negra, la lluvia golpeó su rostro imperturbable. Su porte era frío, sin emoción. Bajó sin apuro, su traje oscuro perfectamente seco debajo del abrigo. —Esta inmundicia le encajará bien —murmuró Franklin con desdén. Mientras Jack lo cubría con un paraguas, escoltando al CEO al interior. Detrás, una c