CAPÍTULO 104: UNA SEÑALEl rugido del motor de su Maserati negro se apaga en el interior del estacionamiento subterráneo. Anthony no se dirige a la mansión, no a su hogar, ni a las calles donde su apellido infunde respeto y miedo. En lugar de eso, se adentra en el ascensor que lo llevará a su refugio oculto, un apartamento en el corazón de la ciudad que nadie, excepto Giulia, sabía que existía.Mientras sube, desliza una mano por su rostro, sintiendo la tensión acumulada en sus músculos. No puede permitirse fallar.No esta vez.Cuando las puertas del ascensor se abren, el lugar lo recibe con su habitual silencio. Un espacio amplio, minimalista, con ventanales que ofrecen una vista de la ciudad iluminada por la madrugada. No es un hogar, nunca lo ha sido. Es un escondite, un sitio donde puede pensar con claridad lejos de los ojos que siempre lo observan.Cierra la puerta tras él, asegurándose de activar las cerraduras electrónicas antes de sacar su teléfono y marcar un número que pocas
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