POV: Aslin Ventura Subí las escaleras en silencio, con los brazos llenos de amor. Isabella se había quedado dormida apoyada en mi hombro, y Noah no soltaba mi dedo mientras subía cada escalón. Soraya traía a Liam en brazos, y su mirada era tan dulce que casi me hizo llorar de nuevo. La habitación estaba igual. Las cortinas, las sábanas, los peluches en la esquina… nada había cambiado. Todo seguía esperándome. Como si el tiempo se hubiera detenido para guardar nuestro lugar. Ayudé a Soraya a acomodar a Liam en su cama , y luego arropé a Noah en su camita. Isabella ya se había dejado caer sobre las almohadas, con su cabello extendido como un abanico. Los observé en silencio, mientras sus respiraciones suaves llenaban la habitación de paz. No podía creer que estuviera ahí. Que fueran reales. Que después de todo el horror, aún pudiera mirar sus rostros sin un cristal de por medio, sin cámaras, sin barrotes, sin cadenas. Me acerqué a la ventana y la abrí apenas. El viento fresco m

POV: Aslin VenturaPasé todo el día encerrada en la habitación.Carttal entraba de vez en cuando, me abrazaba, me preguntaba si quería bajar, si deseaba comer algo, si necesitaba hablar. Pero yo solo negaba con la cabeza y le pedía que se quedara un rato más conmigo. No quería estar sola, pero tampoco podía enfrentarme al resto. No a ella.Cinthia.Su rostro aparecía cada vez que cerraba los ojos. Esa sonrisa falsa. Esa voz llena de veneno. Sus palabras girando en mi cabeza como cuchillas.“¿No querías del todo escapar?”¿Cómo se atrevía? ¿Cómo podía ser tan cruel?Respiré hondo y traté de calmarme. Me quedé en silencio, abrazando una de las almohadas, mirando por la ventana el atardecer que empezaba a teñir el cielo. Los colores eran hermosos, pero dentro de mí todo seguía nublado. Sentía que la tormenta no había terminado.Y no me equivocaba.Cuando llegó la hora de la cena, Carttal me ofreció su mano. Dudé un segundo, pero él me miró con esos ojos que me daban fuerza incluso cuando

POV: CinthiaTodo está saliendo justo como lo planeé.Desde el primer momento en que vi la oportunidad, supe que no podía dejarla escapar. Y esta vez, no lo hice.Pagarle a ese francotirador fue un riesgo, sí, pero uno necesario. Le di una sola instrucción: disparar cerca de Carttal. No matarlo, solo crear el caos necesario. El impacto. La escena perfecta. Yo haría el resto.Y lo hice.Me moví justo a tiempo. Me interpusé entre Carttal y la bala. Recibí el disparo. Caí en sus brazos. Grité lo suficiente para parecer vulnerable. Mostré el dolor justo. La sangre hizo el resto.Ahora estoy en esta cama, en este hospital, con una herida real… pero con un propósito más grande que cualquier dolor físico.Porque él está aquí.Él me mira.Él se preocupa.Sí, aún piensa en ella. Lo sé. Lo veo cada vez que suspira, cada vez que su mirada se pierde en el vacío.Esa mujer… esa estorbo de Aslin Ventura.No entiendo cómo puede estar tan ciego. No entiendo cómo una mujer tan rota, tan frágil, tan in

POV: CinthiaEsa mañana . Llamé a su puerta con la dulzura de una niña perdida. Sabiendo que Aslin no estaba allí . Tenía todo calculado y esperaba que funcionará .Tres toques suaves.Tres avisos de que estaba lista.El corazón me latía con fuerza, no por miedo… sino por anticipación. Porque había llegado el momento de mover la siguiente pieza. Y lo haría con elegancia. Con drama. Con dolor… fingido, claro.Carttal abrió la puerta sin decir una palabra. Apenas si me dedicó una mirada antes de girarse, dándome la espalda.Perfecto.Estaba molesto. Tenso. Cansado.Eso lo hacía más vulnerable.—¿Puedo hablar contigo? —pregunté, con voz temblorosa, como si las palabras me dolieran en la garganta.Él no respondió, pero tampoco me echó. Así que entré. Cerré la puerta con cuidado. Me quedé de pie en medio de su habitación como si fuera una intrusa, como si el simple acto de estar allí fuera un acto valiente.Todo actuación.Suspiré largo y bajé la mirada. Debía empezar suave. Que él sintier

POV: Alexander LíbanoMe encontraba en una cabaña oculta a las afueras de la ciudad, un refugio que parecía invisible para el mundo y, sobre todo, para esos malditos hombres de Carttal que me seguían a todos lados. Solo aquí podía respirar, solo aquí estaba seguro, aunque no del todo. Porque el fuego que ardía dentro de mí no se apagaba ni siquiera con este aislamiento.Después de que me dispararan, después de que se llevaran a mi mujer —a Aslin—, sentía la rabia más profunda y oscura, esa que quema hasta el alma y no te deja pensar en nada más. Y aunque la culpa era mía, por confiar, por bajar la guardia, también sabía que Aslin había jugado con fuego. Esa estúpida, siempre tan orgullosa, tan creída de que podía escapar de mí, de lo que éramos, de lo que la unión entre nosotros representaba.Pero estaban equivocados si creían que iban a estar juntos y felices. No, no mientras yo siga vivo. Ella es mía. No importa lo que diga, lo que haga, lo que intente. Aslin me pertenece, para bien