— Je, je, Rosalba, no te preocupes, nadie vendrá. ¡Tranquila! — Faustino sonrió maliciosamente al ver a Rosalba. — Perfecto, Lara está un poco agotada, Rosalba, ¡te necesitaré luego!Rosalba sabía perfectamente a qué se refería Faustino. Sonrojada, le espetó:— ¡Bah!, ¡qué te crees!Aunque dijo eso, las dos mujeres fueron dócilmente llevadas a la clínica por Faustino. Cerró la puerta de la clínica y las acorraló. Rosalba, después de la batalla anterior con Lara y Faustino, ya no se sentía tan avergonzada. Disfrutaba más del placer.— Je, je, hoy no vais a salir de aquí. — Faustino rápidamente trajo más ropa interior sexy. — Rosalba, ponte esto también.Rosalba soltó un gruñido, mostrando su descontento, pero aceptó su destino. Si no fuera por el favor de su amiga, ella y Faustino no tendrían ninguna relación, y ya había superado sus obstáculos mentales.Lara y Rosalba, como dos serpientes hermosas, una morada y otra negra, se enredaron alrededor de Faustino.Lara, al ver que tenía refu
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