Durante la cena, Yolanda comenzó a quejarse con Mariana. —¡No me respondes los mensajes! ¡Mariana, has cambiado!—¡Claro! Una vez que una mujer tiene a un hombre, olvida a sus amigas. ¡Solo cuando no tiene a nadie es que me ama más!—¡Mariana, me estoy enojando! ¡Mírame, y no pidas nada!Mariana se quedó sin palabras y levantó la mirada, con una expresión inocente hacia Yolanda.—¡Ahhh! —exclamó Yolanda.Mariana, con seriedad, dijo: —Estamos aquí para comer, y tú no pides nada. Yo me encargo de eso, así que deja de quejarte. ¡Hablaremos después!Yolanda cruzó los brazos, claramente molesta, y tomó un trago de su copa. Mariana le pasó el menú.—¿Quieres pedir algo más?—No, gracias —respondió Yolanda con un resoplido mientras le daba el menú al mesero.El mesero asintió y se alejó. Mariana se apoyó en las manos, esperando que Yolanda repitiera lo que había dicho antes.Yolanda suspiró y, por un momento, se sintió desganada. Al final, solo quería desahogarse sobre Jacob.Jacob y Walter h
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