Lis quedó completamente sorprendida por la actitud de Beatriz, pero sabía lo persistente que era su cuñada y que nada ni nadie la haría cambiar de opinión. Las dos salieron con los niños, y lo único que Lis pudo hacer fue ayudar a preparar las cosas. Tras casi dos horas organizando todo, finalmente estaba listo. Beatriz puso las bolsas en el coche e instaló los asientos de bebé, mientras las empleadas bajaban con los niños y los colocaban en el asiento trasero. Lis se subió al asiento del copiloto y, a cada momento, le preguntaba a Beatriz cuál era la sorpresa, pues estaba muy curiosa y ansiosa, no sabía si podría esperar hasta llegar al lugar para descubrirlo.—¡Querida! Tendrás que esperar. Porque, mira, lo que tengo para mostrarte es algo, digamos, tangible. Tendrás que verlo para creerlo. Pero no te preocupes, estoy segura de que será la mejor sorpresa de todos los tiempos para ti. No quiero adelantarte nada ahora, porque no quiero arruinar la sorpresa, pero puedo decirte que te v

—Entiendo, debió ser muy difícil pasar por todo eso sola. Quisiera haber estado a tu lado, pero lamentablemente estaba en ese infierno, inconsciente. Ni siquiera sé cuántos meses pasé en coma, solo sé que, después de despertar, ella me mantuvo preso todo ese tiempo. Si no fuera por uno de los guardias, creo que aún estaría allí, y ustedes no sabrían nada de mí. Todavía no sé cómo ni por qué, pero él tuvo compasión de mí. Creo que, de tanto que le pedí, se apiadó de mi situación. Pensé que estaría atrapado allí mucho más tiempo, pero gracias a Dios, ahora estoy aquí y pude conocerte de nuevo, conocer a mis hijos. Estoy seguro de que, con el tiempo, recordaré todo lo que vivimos juntos. Los niños son un ángel, se parecen tanto a ti.—Son mi vida —sonrió ella—, creo que se parecen más a ti, especialmente nuestra princesa. Creo que es la que más se parece a ti. Su mirada es tan parecida a la tuya, y cada vez que me mira, es como si tú me estuvieras mirando. Me siento bendecida por Dios. P

Hablaron bastante en la sala hasta que Jack despertó nuevamente. Su padre fue a hablar con él sobre algunos asuntos del hospital, poniéndolo completamente al tanto de todo lo que había sucedido durante los meses que estuvo ausente. Para Olavo, era muy importante que su hijo supiera todo, no solo sobre lo que pasaba en el hospital, sino también sobre lo que había ocurrido con toda la familia. Jack se alegró mucho al saber del progreso del hospital y que algunos proyectos que había dejado estaban concluidos y en marcha.Con el paso de los días, Jack volvió a su casa en Manhattan, y Lis lo recibió con los brazos abiertos, al igual que los empleados, que se alegraron de que estuviera vivo. Celebraron entre ellos y festejaron con mucha alegría y emoción el renacimiento y el nuevo comienzo para todos. Lis le contó a Jack y a su familia sobre las insinuaciones de Samuel y la propuesta de matrimonio. Olavo ya lo sabía, pero quedó impactado con los detalles que Lis reveló y lo entendió todo. T

Con los labios húmedos y entreabiertos y los ojos nublados de deseo, Lis abrió más las piernas, ya demasiado excitada con tanta virilidad frente a ella. Él la miró con deseo y amor, mucho amor. Se acostó entre sus piernas, apoyando el codo en la cama, y la miró fijamente. Lis sostuvo su cintura y abrió los labios en un gemido ronco al sentir que Jack comenzaba a penetrarla. La llenó completamente, deslizándose hasta el fondo sin apartar la mirada. El gemido de Lis fue fuerte al sentirlo dentro de ella, y Jack tuvo que taparle la boca para amortiguar los sonidos. La intensidad era tal que, por primera vez, ella gemía alto.Lis estaba muy mojada, pero era estrecha, y Jack era grande y grueso. Lo sintió por entero, en cada terminación nerviosa de la carne que lo envolvía. Jack se detuvo cuando estuvo completamente dentro de ella y comenzó a moverse lentamente al principio, penetrándola placenteramente. Lis se movió bajo él, abriendo bien las piernas hacia los lados, entregándose completa

Al entrar, se encuentra con Samuel, que está sentado organizando papeles. Samuel levanta la cabeza rápidamente para ver quién entra, pero, al reconocer a Jack, su expresión cambia completamente. Se queda pálido y, con los ojos muy abiertos, intenta hablar:— ¡Ja… J… Jack! ¿Eres tú de verdad?— Sí, soy yo mismo. ¿Por qué te haces el desentendido? Ya sé muy bien que sabías que estaba vivo. Creo que tu sorpresa es verme aquí en el hospital, ¿verdad? Porque probablemente no pensabas que volvería a trabajar tan rápido. Pero no voy a quedarme en casa de brazos cruzados con miedo de cualquier psicópata.— No, amigo, realmente estoy sorprendido. Me dijeron que estabas vivo, pero no lo creí. Pensé que me estaban tomando el pelo. Ahora, viéndote frente a mí, veo que es real. ¡Qué alegría, amigo! —Samuel se levantó para darle un abrazo a Jack.— Pues sí, no fue esta vez que lograron matarme. Y no lo conseguirán, porque ahora estoy mucho más prevenido. Iba a dejarte esta pregunta para después, pe