—Además, tú mismo dijiste que mis manos están hechas para teclear, no para tocar utensilios de cocina, —dijo Mariana.—Mariana, en este mundo no hay nada que sea inmutable, ¿y cómo no van a cambiar las personas? —respondió Diego, molesto.» Cuando no tenía trabajo, la economía de la casa dependía co
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