Agosto, 1990Nova prefería la soledad, por lo menos eso creía.No todos los Ángeles eran iguales , por suerte el creador se había divertido con las exóticas mezclas de los chispazos de particularidades que les había asignado. Es cierto que pertenecer al coro que deleitaba los cielos era lo más popular, pero a ella el canto no se le daba bien .Es más ni siquiera había intentado cantar armoniosamente.Hacia diez años años que la casa de los Greenshaw permanecía en armonía, en el medio de la sala una colección de ángeles de porcelana llamaba la atención por la hermosura de sus detalles.La pequeña de la familia, Lucy intentaba con todas sus fuerzas alcanzar la figura del Arcángel Gabriel, casi lo lograba cuando Karen,su madre tomó a la niña.La levantó en sus brazos, ya era hora de desayunar. La pequeña se alejaba junto con su madre con una mirada triste.Ya en la cocina un bebé de apenas un año se sacudía en una sillita de bebé y se reía a gritos mirando hacia un rincón de la pared.De

En la cocina se vieron frente a frente todos los Ángeles guardianes, no es que no se hubieran cruzado una que otra vez en la casa ,ni en la vida, pero ahora la unión entre ellos era por una causa muy diferente.—Así que ya está todo decidido—dijo Andrómeda mirándolos a todos y como último a Orión.—No es justo—balbuceó Nova.—Son unos niños — dijo Indus el protector de Lucy que era el que más podría llegar a comprender a Nova que desahuciada miraba el piso queriendo aplacar el odio que sentía por Charles. —Un momento....¿ Dónde está Perseo?— dijo Andrómeda.-—Todavía no está claro el destino del hijo más pequeño de la familia por lo cual Perseo no quiere despegarse de la cuna del niño.— aclaró Orión.—¿ Cómo que no está claro? Entonces si podemos salvar a ese bebé podemos salvar a los demás, a Kevin incluso.—esas ideas todavía rondaban la cabeza de Nova que seguía en la negación de la tragedia que se debatía por explotarle en el alma.-—No dije eso... concéntrate Nova.—deseaba que le

---Nova---Habían pasado 5 horas desde la pelea con todos los benditos Ángeles.No sabría decir cuánto, desde la masacre de los Greenshaw.En las noticias era de lo único que se hablaba, y del milagro del pequeño bebé vivo, encontrado en esa casa del terror.Estaba claro que con esa muestra le alcanzaba a la humanidad para todavía tener esperanzas en el Dios celestial que según ellos todavia los protegía.Yo sabía que aquello no era así, había vivido la crueldad, la desidia.Fuí participe de las obras invisibles que no protegieron a nadie, más que endiosar a un asesino, que se fue sonriendo bajo el brazo protector de un Dios que lo ve todo.Pero, ¿en dónde quedaban los justos?¿Que éran?Simplemente basura que ese día fue retirada y listo, que pase el que sigue.Los estúpidos de la fuerza policial no tenían pistas de Charles, el asesino, como para encontrarlo.Su culpabilidad no estaba en tela de juicio, pero sin datos sobre su paradero se transformaba en un fantasma.Sonrío al pensar

---Nova---Me gusta el viento despejando mi cabello y jalándome al olvido.Respiro profundo queriendo recuperar algo de lo mucho que perdí.Me pregunto si los demás vivencian los acontecimientos de la misma manera que yo.La cobardía ni siquiera era una de las características de mi personalidad pero el olor a muerte no se borraba de mis sentidos , obligándome a buscar lugar seguro.No lo había, esa era la moraleja de la historia.Los rostros, las lonas que cubrían sus cuerpos eran recuerdos que devastaban mi amor.Aquel amor que una vez le tuve al mundo.¿Quién podría hablarme de piedad ahora?Una raza entera representada en la figura de un solo hombre, Charles Greenshaw.Había explotado toda su maldad en solo una noche.Sentía las lápidas tomar forma, y tenía que estar ahí. Aunque cualquiera diría que ellos no estaban ahí,que seguían en el bosque.Con la poca fe que me quedaba afirmé que no!, ellos ya eran libres del monstruo y estaban lejos de aqui.Eso me repetí.Me senté en un cost

NovaLa relación con el Diablo no era tan horrorosa como en un principio pensé, no teníamos contacto más que aquel susurro en nuestras cabezas que nos daba las órdenes a seguir para el próximo trabajo.No era una conversación, era solo una de las partes transmitiéndonos sus pedidos.Hoy entró en ese cuarto con ese encanto lúgubre que anunciaba tormento.Por lo general no intervenía en mis manejos con los deudores. Estos años me había soltado bastante la cuerda para que hiciera lo que quisiera,nunca había cuestionado mis métodos, intentado cambiar nada, lo que me hacía pensar que estaba satisfecho con mi desempeño.Otros cobradores habían sufrido graves torturas y la muerte por manejarse de manera dudosa o insatisfactoria ante sus ojos.>.La marca en mi cuello quemaba y palp