Me veo frente al espejo, y creo que estoy alucinando, el vestido que Sergey ha comprado es despampanante, con un precioso escote en forma de corazón que se unía con unas mangas cortas y la tela giraba enmarcando mi cintura, casi como si todo el vestido fuera un único trozo de tela perfectamente envuelto en mi cuerpo, la falda era larga y con un par de pliegues que caían hasta la mitad de mis pantorrillas, no era el tipo de vestido que podría permitirme, pero definitivamente era el tipo de vestido que miraría en una vitrina de alguna tienda de lujo.— Te ves hermosa — asegura Sergey acercándose a mi por detrás, pone sus manos en mis hombros y besa mi cuello, haciendo que me estremezca, desde que probó las tartaletas está especialmente atento, lo que me recordó a las palabras de mi padre, cuando comía contento los

El piano es enorme y tiene un pequeño banco frente a el, Sergey me guía y se sienta frente al piano mientras me indica que me siente a su lado, toma una respiración profunda y sus manos tiemblan ligeramente, mira las teclas y las acaricia suavemente, me dedica una mirada que no consigo interpretar antes de cerrar los ojos y empezar a tocar, no sé demasiado de música, pero si sé que la melodía es desgarradoramente triste, su rostro tiene una expresión casi de dolor, sus dedos se mueven con destreza sobre las teclas, pero no dura demasiado, no conozco la melodía, pero repentinamente había notas que desentonan y pasa de tener una expresión tiste a frustrada, da un pequeño golpe a varias teclas, dejando caer su mano sobre el teclado sin demasiado reparo — ¿Ves? — pregunta con amargura, toma sus manos y

Mi cáncer volvió, el doctor lo sabe, aunque intenta ser optimista, y yo también lo sé, por lo que no puedo evitar derrumbarme una vez que estoy sola, Sergey y Kathia estaban dormidos, así que finalmente había podido escaparme hacia el baño, en donde finalmente me dejo caer y desahogarme, la sensación de desolación, y temor apoderándose de mí, mi cuerpo no resistiría otra ronda de quimioterapias, a duras penas seguía recuperándome de todo lo que había sufrido durante los últimos años ¿solo para volver a estar postrada en una maldita cama de hospital?Lloro durante lo que se siente como una eternidad, hasta que escucho la puerta del baño, Sergey está del otro lado, llamando gentilmente mi nombre— Amara, cariño ¿Estás bien? — pregunta, ante lo que me tomo unos segundos en recomponerme, pero al verme a

Nos mantenemos en nuestra habitación por la mayor parte del día siguiente, así que recibo mi desayuno en la cama, seguid de un masaje en la espalda con final feliz, Sergey dedica cada segundo disponible besándome, acariciándome o mirándome, haciéndome sentir como el centro del universo, y malditamente me encanta.No salimos hasta la hora del almuerzo, ya que nos reuniremos en el restaurante del hotel con el resto de la familia, ver a Sergey con ropa de playa es sexy, así que tomo la oportunidad para pedirle un par fotografías, a lo que accede encantado— ¿Puedo publicar esta? — pregunta mientras caminamos por el pasillo, tomados de la mano y mirando las fotografías desde su celular, es una foto hermosa, el tipo de fotografía de pareja que siempre me han gustado — Los paparazis me han dejado en paz porque ya no soy relevante, así que no creo que sea un problema &

Cuando regresamos a nuestra habitación, sigo ligeramente en shock, Sergey va directa al mini bar y saca una botella de vino, luce tenso y por un momento me preocupa que pueda explotar, pero toma dos copas y me mira, sus ojos grises lucen casi tristes por lo que me pregunto que estará pensando — Ven aquí— pide, aprieto los labios mientras me acerco, él pone la botella y las copas en la mesa de noche antes de tomarme por el rostro y apoyar su frente contra la mía — ¿Estás bien? — pregunto abrazándolo, él murmura un asentimiento antes de besarme — Lamento lo de Nadine, de verdad no esperaba…— sacudo la cabeza, realmente no queriendo pensar en eso, pero Sergey me obliga a mirarlo gentilmente — Lo que dije, sobre amarte…— Mi corazón late con fuerza, su agarre es cálido mientras acaricia mi mejilla — Realmente lo hago — ¿Cómo lo sabes? — pregunto cerrando los ojos y apartándome ligeramente — Hasta hace unas semanas solo pretendíamos — ¿Quién