Claudia encendía un cigarrillo mientras, escuchaba la propuesta de Alberto, que bien era tentadora, podía pensárselo.-Te espero en la semana, podemos ir a cenar- iré al D.F. si gustas me acompañas, iremos en la avioneta, dos días, inventa algo, eres buena para decir pequeñas mentiras, ella le miro con picardía y cinismo, la abrazó -serán dos días solos y sin nadie más--Lo pensaré –te digo, no es un no rotundo- cepillando su cabello sacudió la cabeza, tenía que irse, le llamaría una vez estuviera llegando a casa, él le beso, le dijo que cuando quisiera podía quedarse, así sería un despertar diferente, Claudia acarició su rostro, procediendo a encaminarse hacia el ascensor, era una locura, ciertamente una locura que podía usarla a favor, aunque sentía un gusto, una atracción por Alber
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