-Así que dime D´Angelo , un disparo a cambio de ser libre no suena como un mal trato para ti- decía Fernando, mientras sostenía aún para Ángel el arma en su mano. Ángel no sabía qué hacer, miró el arma y miraba a la persona sentada en la silla, las pocas fuerzas que todavía tenía las empleó en comenzar a llorar e intentar pedir clemencia, pero la mandíbula rota impedía que algún sonido que no fueran balbuceos sin sentido saliera de su boca. Luna parad justo al lado parecía horrorizada por lo que tenía enfrente y miraba con ojos temerosos a su esposo a la expectativa de lo que pudiera pasar. Finalmente tomó el arma en sus manos, recargó y apuntó al hombre a la cabeza. Una sensación nueva lo invadió, por primera vez en su vida una pistola le temblaba en la mano al sostenerlo. Apretó finalmente el gatillo, cuatro disparos seguidos que hicieron que Luna cerrara los ojos, al abrirlos vio como la pistola apuntaba hacia arriba y el hombre, aunque lejos de estar bien, aún re
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