Início / Romance / La mujer del Verano / Capítulo 41 - Capítulo 42
Todos os capítulos do La mujer del Verano: Capítulo 41 - Capítulo 42
42 chapters
40.- Los caminos que elegimos
La mañana del adiós amaneció con la calidez dorada que precede a un día pleno, como si el sol mismo quisiera envolverlos en un último abrazo antes de su partida. El aire, aún impregnado del suave murmullo del mar de la noche anterior, se mezclaba ahora con el ajetreo creciente del resort. Carritos de maletas chirriaban sobre los adoquines, turistas con el rostro aún marcado por el sueño cruzaban el lobby, sus sonrisas teñidas de una dulce nostalgia por los días vividos. Se respiraba esa atmósfera peculiar, ese silencio expectante que anuncia el final de algo hermoso.Dentro de la villa, Ana cerró la maleta de los niños con un suave clic. No solo guardaba ropa doblada; cada prenda parecía contener un eco de sus risas en la piscina, la textura pegajosa de sus manos cubiertas de helado, la suavidad de sus abrazos bajo la sombra fresca de las sombrillas. Chiara danzaba en círculos, el vuelo de su vestido de lunares llenando el espacio de color, mientras Bernardo, con la lengua asomando en
Ler mais
- Epilogo -
Dos años despuésEl viento cálido jugaba entre las ramas plateadas de los olivos, agitando las hojas con un susurro que sonaba a secretos antiguos y promesas de calma. El sol de la tarde caía oblicuo sobre la villa de piedra clara, tiñendo la fachada de tonos miel y melocotón, como un suave abrazo dorado. El aire transportaba el aroma terroso y húmedo de la tierra recién regada, la punzante frescura de la albahaca acariciada por el sol, la dulzura intensa de los tomates maduros que llenaba el aire al ser recolectados del huerto trasero.La villa se asentaba en una ladera suave, rodeada por la geometría verde oscura de los viñedos y la explosión amarilla vibrante de los girasoles que se mecían en la distancia como un mar dorado bajo la brisa. Era sencilla, con la calidez acogedora de la piedra y la madera. Real, habitada por risas y silencios compartidos. Un lugar para echar raíces. Un lugar al que siempre se anhelaba volver.Ana salió al porche, acunando a su hija en brazos. La bebé,
Ler mais
Digitalize o código para ler no App