PENSAMIENTOS INAPROPIADOS
Apenas dejé a mi hijo en la guardería y fui al trabajo. El despacho había crecido notablemente, era casi el doble de grande en cuanto a espacio y me imagino que también referente al trabajo. Entré y saludé y una chica de unos dos o tres años menos que yo se puso de pie de inmediato y me recibió con tal amabilidad que me sorprendió el hecho.

—El doctor pidió que en cuanto llegara pasara a su oficina, venga conmigo por favor.

—Gracias, pero puedo esperarlo aquí sin problema.

—Fue orden expresa no tenerla en espera, él no tardará en llegar —me dijo —¿Le puedo ofrecer algo?

—Estoy bien, gracias.

Se retiró y pude ver que no le tenían su café como él lo pedía todas las mañanas. Odiaba tomarlo caliente, así que pedía tenerlo media hora antes para beberlo apenas tibio.

Las nueve en punto y la puerta se abría, ni voltear para saber que era él, tan ridículamente puntual y perfecto en todo que casi molestaba.

—Sabía que no te dejarías ganar y estarías antes.

Sonreí por lo bajo y saludé.

—Hola, es
Ana de la Mora

¿Serán ideas de Mandy?

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