Capítulo Treinta y Ocho

Abro los ojos y miro a mi alrededor, esta no es mi habitación, veo el lado vacío de la cama, estoy desnuda y el cuerpo me duele horrores. Me envuelvo en la sabana y camino hasta el baño, no hay nadie, salgo hacia la sala y entonces lo veo sonreírme, tiene dos tazas de café y el desayuno.

—Empezaba a morir de hambre, estuve tentado en desayunar un poco porque no despertabas. Ven aquí. –me extiende su mano. La tomo y me sienta en su regazo–. ¿Cómo has dormido?

—Bien, aunque debo confesar que me duele todo. 

—Bueno pues admitire que tengo solo la mitad de la culpa, el otro cincuenta es tuya. 

Me sonrojo por el recuerdo de mi siendo demasiado cariñosa anoche.

Jared toma un poco de desayuno y lo lleva a mi boca, lo disfruto.

—Extrañé amanecer contigo. Anoche después de que hicimos el amor y te quedaste dormida te miré, durante muchas horas, repase cada detalle de tu rostro, ere

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