CAPÍTULO 3.

Inferno.

Me levanté del sofá dejando a las dos chicas solas en ese lugar, fui en busca de Charles.

Definitivamente mi hermano era un tonto, lo primero que dijo Thomas después de lo que pasó con Emily hace tres años fue que no nos mantuviéramos junto a chicas al descubierto, todo tenía que ser dentro de cuatro paredes, teníamos muchos enemigos que podrían estar siguiendo nuestro rastro y esto podría traerles consecuencias a esas pobres chicas.

Llegué hasta donde se encontraba Charles con una nueva botella de vodka y lo volteé a mí de inmediato ─ ¿Eres tonto o estás practicando?

─ ¿Pero a ti qué te pasa? ─soltó.

─ ¿Porque traes chicas? Sabes muy bien lo que pasó con Emily y ahora mismo no tengo cabeza para estar pensando en salvar a nadie.

─ Tranquilízate Inferno, nada pasará solo las invité por hoy, quizás me llevé a una de ellas a la cama y listo ─dijo con una sonrisa.

─ No me digas que te vas a llevar a la cama a la pelinegra.

─ ¿Te gusto Dakota eh? ─enseño sus perfectos dientes en una sonrisa malvada.

─ No, cómo me va a gustar si ni siquiera sé quién es, yo ni la conozco.

─ Entonces empieza a conocerla porque en media hora me voy con su amiga al departamento y ellas no tienen auto, adiós hermano ─soltó caminando hasta la mesa en donde estaban las chicas.

Tomé lugar en una silla frente al bartender y me limité en ver a Dakota, se encontraba sola en la mesa bebiendo de su copa, miraba hacía todas las personas en busca de ayuda diría yo.

─ ¡Eh Inferno! Has regresado de Italia ¿Cómo te fue? ─preguntó Alfred el bartender. Era amigo de la familia y nos llevábamos muy bien.

─ Supongo que bien ya sabes los negocios de la familia y bueno ahora me tengo que encargar yo, ya que Thomas no quiere nada de eso por lo de la última vez.

Alfred asintió colocando una copa de mi bebida favorita frente a mí, le di las gracias y caminé hasta la mesa en dónde estaba Dakota con cara de espanto al ver a Charles y Olivia besándose frente a todos en la pista de baile.

Me senté frente a ella dirigí mi mirada hasta sus piernas y subí hasta su rostro.

─ Lindas piernas ─dije con una sonrisa.

Ella inmediatamente se arregló el vestido y se sentó de otra manera tratando de cerrar sus piernas.

─ Pervertido.

─ Puedes llamarme con otros nombres, pero pervertido no sería una de ellas ─le di un trago a mi bebida guiñándole un ojo.

─ Podríamos empezar en que me digas tu verdadero nombre porque Infierno no es un nombre ─soltó.

─ Es Inferno, no infierno.

─ Lo mismo da.

Aprecié su rostro y realmente era hermosa, sus labios eran gruesos y pude imaginarme como se verían sobre mi miembro, como su boca se abriría gracias a mis movimientos sobre ella. Bajé hasta su cuello y imaginé mi mano apretando para darle placer mientras que de su boca salieran gemidos que me dejarían con más ganas de entregarse a mí.

─ ¿Me estás escuchando? ─preguntó sacándome de mis pensamientos impuros.

─ Estaba concentrado en la música ¿decías algo?

─ Sí, me gustan tus ojos son muy grises y diferentes ─soltó.

─ Me gustan tus labios.

Ella sonrió mostrando unos hoyuelos que llamaron mi atención, era hermosa en todo el sentido de la palabra.

─ Gracias ─respondió.

─ No hay de qué.

Mantuvo su mirada en su copa y luego miró en mi dirección con otra sonrisa.

Mi miembre se puso duro al ver su pecho, al parecer no llevaba sujetador por lo que el vestido dejaba ver más.

Solté un suspiro y pasé una de mis manos por mi rostro, esta chica iba a matarme hoy, iba a conseguir algo que muchos hombres deseaban.

─ ¿Trabajas? ─preguntó.

─ Sí.

─ ¿De qué trabajas?

─ ¿Es necesario hacer estás preguntas?

─ Yo... lo siento ─dijo llevando su copa a sus labios.

Estaba siendo un tonto con ella, solté un suspiro ¡Aquí vamos de nuevo!

─ Mi padre murió hace seis años y llevaba negocios familiares, Thomas es el mayor, pero dejó esos negocios hace tres años y Charles obviamente no está capacitado para continuar con el legado, así que a eso me dedicó, soy el jefe ─respondí.

─ ¿Negocios?

─ Somos dueños de restaurantes, clubes, bares, entre otras cosas, por eso siempre estamos tan bien vestidos y siempre tenemos hombres con nosotros ─ dije señalando a dos de mis guardaespaldas que se encontraban frente a las escaleras VIP.

─ ¡Vaya! Bueno yo no trabajo, hace tres meses me gradué de la universidad y no me han llamado de algún trabajo, Olivia y yo desde pequeñas queríamos visitar Londres por eso estamos aquí y ahora me urge encontrar un trabajo por los dos meses y medio que nos quedaremos aquí

─ ¿Para qué quieres trabajar? ─pregunté

─ Para pagar el lugar en dónde nos quedamos y comprar comida y esas cosas ya sabes.

Asentí con la cabeza dándole un trago a mi bebida, dirigí mi mirada nuevamente a su pecho y cada minuto era peor que el anterior.

─ Por cierto me gusta mucho el acento de ustedes ─dijo y asentí.

Pasó una de sus manos por su cuello y mordió su labio inferior, pasé grueso al verla de esa manera tan provocativa.

─ Dakota ─la llamé.

─ ¿Sí?

─ ¿Quieres…? No continúe la frase cuando Charles llegó a la mesa en compañía de Olivia.

─ Nosotros nos vamos ─ dijo tomando el bolso de Olivia.

─ ¿Qué? ¿Como qué se van? ¿Y yo cómo me voy a ir? ─preguntó Dakota en dirección a Charles.

─ Inferno puede llevarte junto a sus guardaespaldas.

─ Yo no llevaré a nadie ─solté levantándome del sofá.

Caminé hacía el pasillo que llevaba a los baños, cuando vi a una chica pelirroja salir de esté dirigió su mirada a mí y sonrió, le devolví la sonrisa y entré al baño. Llegué a uno de los cubículos bajando mis pantalones.

─ Gracias Dakota ─dije con sarcasmo al ver mi erección. Pasé mi mano por está y recordé a Dakota mordiendo su labio y eso no ayudó en nada. Mi miembro ya tenía vida propia. ─ Odio hacer esto. Tomé mi miembro y empecé a hacer movimientos de arriba hacia abajo, cerré mis ojos y pegué mi frente al azulejo de la pared ─ ¡Joder! ─solté.

Veinte minutos después ya mi miembro estaba controlado, lavé mis manos y salí del baño encendiendo un cigarro.

Caminé hasta la mesa en dónde estaba anteriormente y no vi a Dakota ni su bolso, volteé mi mirada y la vi bajando las escaleras, caminé hasta ella y me llevé una enorme impresión al verla de pie.

Tenía un trasero fantástico, unas piernas muy bien trabajadas, alejé mis pensamientos y caminé más rápido para llegar a ella.

La tomé del brazo y ella volteó, sus ojos marrones dieron a los míos ─ Te llevaré a casa.

Dakota iba caminando frente a mí y mis ojos estaban en su grandioso trasero, volteó su mirada y desvié la mía hacía la puerta de salida.

─ ¿Vamos a ir con tus guardaespaldas? ─preguntó.

─ Iremos en mi auto, pero ellos no seguirán en la camioneta.

Caminé hasta mi Audi y llegué a la puerta del conductor Dakota se detuvo frente a la puerta del copiloto mirando en mi dirección ─ Si piensas que te abriré la puerta estás equivocada ─dije entrando al auto.

Ella abrió la puerta y se adentró al auto mirando en mi dirección ─ Eres todo un caballero.

─ Gracias.

Salí de la discoteca a toda velocidad, miré por el retrovisor y vi la camioneta tras de nosotros.

─ No te he dicho donde vivo ─soltó.

─ ¿Dónde vives? ─pregunté.

─ En una caja de fósforos ─dijo soltando una carcajada.

Miré en su dirección y negué con la cabeza, continué conduciendo hasta que ella me indicó las calles que debía tomar para llegar a su apartamento.

Quince minutos después ya estaba frente a un lugar que literalmente podía ser usado para asesinar personas, era tan horroroso que ni los más grandes asesinos se meterían ahí.

─ ¿A esto le llamas apartamento? ─pregunté mirando por la ventanilla.

─ Oh disculpa Sr. Tengo más dinero que tú.

─ Ya veo porque te urge conseguir trabajo.

Abrió la puerta del auto y salió caminando hasta la puerta del edificio de los Adams.

Bajé de mi auto y ella volteó su mirada a mí ─ ¿Que vas a hacer? ─preguntó.

─ Te acompañaré hasta tu piso quién sabe si en la puerta te esté esperando Jack el destripador o Ted Bundy.

Ella soltó una carcajada y negó con la cabeza ─ Cuando quieres puedes ser un chico extraño.

Entramos al lobby del hotel del terror, caminamos hasta el ascensor y ella colocó la planta cuatro. Nos mantuvimos en silencio hasta que ella volteó a mí con una sonrisa.

─ ¿Ya te dije que me gustan tus ojos? ─preguntó.

─ No me dijiste ─respondí.

─ Me gustan tus ojos desde el primer momento en que te vi me gustaron, son lindos.

─ ¿Estás ebria cierto? ─pregunté y ella negó con una sonrisa. ─ ¿Porque no llevas sujetador? ─pregunté.

Ella abrió sus ojos como platos y bajo su mirada hasta su pecho ─ ¿Se nota demasiado?

─ Lo noté desde que me senté a tu lado.

La puerta se abrió y ella rebuscó en su bolso las llaves de la puerta, se detuvo frente a una puerta y la abrió mirando en mi dirección ─ ¿Quieres pasar? ─preguntó y asentí.

Al entrar a ese lugar abrí mis ojos como platos, había dos camas y a su lado una estufa y más atrás una puerta de lo que parecía un cuarto de baño.

─ Definitivamente aquí viviría un asesino en serie.

─ Cállate, nosotras ahorramos desde hace tres años y bueno nos dio para este lugar más el pasaporte y todas esas cosas.

Se acostó en una de las camas y miró en mi dirección pasó su mano por su rostro y sonrió ─ Creó que estoy un poco ebria, todo me da vueltas.

─ Lo sabía desde el momento en que repetiste lo de mis ojos y...

Llevó sus manos a las pequeñas tiras de su vestido y las empezó a bajar ─ ¿Qué... que vas hacer? ─pregunté.

─ Voy a cambiarme ahora vuelvo ─dijo levantándose de la cama, caminó hasta una maleta tomando lo que parecía un pijama y se perdió en el cuarto de baño.

Tomé lugar en una de las camas soltando un suspiro, la puerta se abrió y apareció Dakota con su cabello negro en una coleta, un pequeño pantalón de dormir y un suéter blanco y estaba sin sujetador, sus peecho se veían claramente bajo esa tela. Pasé mi mano por mi rostro y desvié mi mirada.

─ Supongo que tú vives en un apartamento mucho más grande que esté ─soltó tomando lugar a mi lado en la cama.

─ Sí, mucho más grande que esta porquería.

Me dio un golpe en el brazo y se colocó de rodillas en la cama a mi lado ─ ¡Oye! No le digas porquería a mi hogar.

Miré en su dirección su rostro estaba un poco más cerca y pude apreciar sus labios mejor, sus ojos, sus pecho bajo el suéter blanco.

─ ¿Por qué miras mi pecho? ─preguntó, miré a su rostro y ella se encontraba con una sonrisa.

─ Han pasado tantos pensamientos por mi cabeza que sería mejor que no los escucharás ─dije levantándome de la cama, ella tomó mi brazo y volteé a ella.

Se levantó de la cama colocándose frente a mí su rostro llegaba a mi pecho por lo que ella tenía que mantener su cabeza levantada ─ Quiero escuchar esos pensamientos ─dijo humedeciendo sus labios.

─ No vamos a tener eso Dakota y por favor dile a tu amiga que se aleje de mi hermano, no nos busquen más esto es por su bien ─solté

─ ¿Eh?

─ Como lo escuchaste no voy a poner a mi familia en riesgo por salvarte o a tu amiga, ya pasé por esto hace tres años con la esposa de Thomas y no volverá a pasar, así que por favor mantente alejada.

Caminé hasta la puerta y ella volvió a tomar mi brazo, está vez me solté un manotazo, caminé hasta ella la tomé del brazo llevándola hasta una pared ─ ¿Quieres saber realmente que es lo que soy?

Ella llevó una de sus manos a la mano que tenía en su brazo y la apretó ─ No quiero saberlo, pero por ahora me gusta cómo me tienes frente a ti.

Pasaron siento de cosas por mi cabeza, miles de escenas traumáticas que podía hacer Dakota al decirle que era realmente, pero jamás pensé que diría lo que salió de su boca.

─ ¿Qué? ─solté.

─ Aprieta más fuerte ─ordenó.

─ ¿Así eres cuando estás ebria?

─ Soy peor ─dijo con una sonrisa, pasó su mano por mi pecho hasta llegar a mi miembro inmediatamente solté su brazo y caminé hasta la puerta.

La vida y mi trabajo me enseñó a pensar con la cabeza de arriba y no con la de abajo y esa chica no iba a joderme a mí ni a mi familia.

No estaba dispuesto a ver a más de mis hombres morir por salvar a una chica.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo