Capítulo 3: "Destino"

—Así como escuchas, me trato como una remera— repito una vez más a Perla que está con la boca abierta y los ojos dilatados como un animal raro— Me sorprendió tanto su comportamiento Perla, es que es.

Me interrumpe— Un idiota es lo que es y punto.

—No valgo nada para él Perla, no valgo la pena— digo con pena y un nudo se forma en mi garganta.

El que no vale la pena es él— cuestiona enfadada—Que tipo de persona es, jamás te ha hablado y la prima vez que lo hace la caga— replica ella— ¿Cómo puedes enamorarte de alguien así Emerald?

Me encojo de hombro y le doy un sorbo al café— No me enamore de lo que es, me enamore de lo que yo veo. Creo que ahí está mi error.

—Lógico que ahí esta tu error, amiga, ya estás viendo el tipo de persona que es.

—Bueno, Perla que no es tan fácil sacarte a alguien que te gusta desde que eres una mocosa insolente— remarco poniéndome de pie y acercándome a la ventana que tiene mi amiga tras su escritorio que da a un callejón vacío.

Ella se echa a reír y se para a mi lado para poner una mano en mi hombro— Lo que usted tiene que hacer es salir de fiesta y acabar de tener sexo por una vez en tu vida. Estás perdiendo mucho por un machista de m****a.

—El sexo no lo es todo Perla— cuestiono dando otro sorbo de café— Eso para mí no es nada.

—Obvio que no amiga, cuando lo pruebes me dices y entonces hablamos del tema— asegura dando un golpe en mi hombro.

—Bueno voy a repartir esos informes que me distes y regreso a la hora de almuerzo— digo poniendo el vaso de café sobre su escritorio y dando un beso en su frente— Nos vemos después.

—Vale, más tarde nos vemos— responde mi beso y se sienta nuevamente en su puesto para trabajar en el ordenador.

Está mañana salí temprano de casa y pedí un taxi, hoy no tenía ganas de cruzarme con Axel y menos de hablar con él. Anoche se comportó como un idiota, rompió mi corazón un poco más de lo que estaba antes y no lo culpo, la culpable soy yo de enamorarse de un hombre que ni siquiera conoce del todo.

Salgo del edificio después de coger todas las carpetas que tengo que entregar en las otras empresas y leo la dirección que dice en el papel que me dio Perla con todo la información.

Coño y recontra coño.

La lista dice empresa "Collins" quiere decir que tendré que ir al edificio donde trabajas Axel y mi mejor amigo Scott. Pero lo que me preocupa es que no quiero cruzarme con Axel, no hoy.

Diez minutos después el chófer de la empresa me deja frente al edificio "Collins". Suelto un poco de aire y acomodo mi cabello, por si me lo tengo que cruzar al menos no parecer una loca(que es lo que soy).

—Buenos días, Señorita— saluda la chica rubia de la recepción— ¿En qué puedo ayudarla?

—Vengo a entregar unos documentos de parte de la empresa Benson— respondo muy amable regalándole una sonrisa.

—Si ya estaba informada, el secretario del director la espera en su oficina— me informa sin levantar la mirada del ordenador— Planta doce la segunda puerta a mano derecha.

—Muchas gracias— digo ante de encaminarme al elevador.

Si Dios me ha puesto las cosas difíciles en la vida sin duda hoy se esmeró, cuando menos ganas tengo de cruzarme con él, Dios me hace el favor(nótese el sarcasmo) de ponerlo en mi camino.

Al subir al elevador tocó el botón con el número doce y repito una y otra vez el plan en mi cabeza. Solo será entrar dejar los documentos y salir, no tengo que hablarle, solo saludar por educación y nada más.

Todo estará bien Emerald

Tú puedes con esto.

Las puertas del elevador se abren y dejan ver un hermoso paraíso, todo está encerrado en vidrios que dejan ver las calles del pueblo, una vista hermosa que nadie negaría, sin duda esta empresa es lujosa, aunque también esta es la planta del jefe.

A paso lento me acerco a la puerta que me indicó la recepcionista y lo veo a él. Si antes me gustaba hoy me gusta mucho más, tiene el ceño ligeramente fruncido tecleando algo en su portátil, el lapicero lo tiene dando vuelta dentro de los dedos de la mano que le queda libre, su pelo negro está algo regado señalando hacia varios lados, sus ojos que son como el carbón están fijo en lo que hace sin perder un instante la concentración y para rematar no tiene el saco del traje encima y los botones de su camisa están abiertos hasta la mitad dejando ver su pecho bien definido.

Dios mío porque me haces esto.

—Oh Emerald, pasa— me hace seña con una mano y me saca de mi estado de show

— No te fijes en el desorden, es un día algo fuerte.

—Solo vine a dejar esto— pongo las carpetas en la esquina de su mesa y me doy la vuelta para irme.

—¿Pero por qué te vas tan rápido?— pregunta poniéndose de pies— Siéntate que te traeré un café.

Mi cerebro me grita que salga de aquí corriendo, pero mi corazón me pide que me quede. Una contradicción muy dolorosa.

—No, no puedo quedarme— intento sonar segura y decidida— Tengo mucho trabajo.

Que mentirosa soy, ya no tengo nada más que hacer después que salga de aquí. Pero tampoco puedo quedarme aquí, por una vez en mi vida tengo que escuchar a mi cerebro porque muchos golpes me he dado por culpa de mi corazón.

—Eres mala mintiendo— cuestiona con un poco de decepción en sus bellos ojos negros— Solo será un café y luego te vas.

Como puedo decirle que no a alguien que me gusta tanto y que pone los ojos de gatito abandonado. Es imposible y ustedes lo saben bien, así que sin pensarlo dos veces más acepto.

—Vale, no tardes aquí te espero— me siento en el sofá que tiene frente a su escritorio y saco mi móvil para revisarlo mientras el va por el café.

—No tardare— dice ante de salir de la oficina.

X'

No han pasado ni dos minutos y ya el chico está de vuelta con un café en su mano y un trago en la otra. Se ve hermoso con solo caminar llevando el vaso a su boca para beber delicadamente y luego separarlo y pasar su lengua por la comisura de sus carnosos labios dejándolos húmedos y rosados.

—Aquí tienes un Capuchino tu favorito— extiende el vaso de plástico y se sienta en a mi lado.

—¿Cómo sabes que es mi favorito?— preguntó curiosa, nunca he tomado café con él y tampoco se lo he dicho que yo sepa.

—A veces en las mañana andas con uno en tu mano— responde dando un trago de su vaso— Eso es cuando no llegas tarde.

—¿Me estás acosando?— replicó descoloca ante su confesión.

Ríe y niega con la cabeza— No me llamo Emerald, además no tengo necesidad de acosar a alguien.

—¿Dices que yo te acoso?— replico otra vez ofendida, bueno ofendida del todo no porque en parte tiene razón— Jamás acosaría a nadie.

—Bueno no diría que me acosas— asegura encogiéndose de hombro— Diría que sabes mucho sobre mí.

—Sé lo que he visto y nada más— miento descaradamente, porque sé hasta de que color es su casa.

—Ya te dije antes que no sabes mentir.

—¿Por qué piensas que miento?— cuestiono mirándole fijamente y por un instante mi cerebro solo se detiene en sus labios, en sus sexy y carnosos labios que están sobre los míos sin previo aviso tomándome de sorpresa.

Sentir sus labios sobre los míos es la sensación más extraña que he sentido en mucho tiempo, el sabor a fresa y whisky juntos se apoderan de mi cerebro. Sé que debo alejarme, pero lo único que pasa por mi cerebro ahora es que lo estoy besando, su beso es salvaje, delicioso y excitante, es uno de esos besos que te obligan a quitarte la ropa en cualquiera lugar donde estés. Se siente jodidamente bien cuando su lengua encuentra la mía y comienzan a jugar de manera divertida mientras él agarra mi rostro con su mano dejando de lado su vaso de whisky.

Sus manos se deslizan por mis muslos y suben hasta la esquina de mi falda, él constató de su piel en mi piel es exquisito, pero no puedo dejar que esto pase, siento que si sigo no podre parar y creo que ya he perdido bastante mi dignidad con solo besarlo.

—Detente Axel, que esto no es así— le empujo para quitarlo de encima de mí y salgo corriendo hacia el elevador.

—¡Emerald espera!— grita ante de que la puerta del elevador de cierre y yo desaparezca junto con ellas.

En la oscuridad del elevador me permito llorar, lloro dejando que salga todo lo que tengo dentro. Anoche lo paré para que no pasara esto y hoy le dejo que me bese, sé que me gusta, que es mi amor de infancia, pero no puedo permitir que esto suceda, tengo que darme mi lugar o solo me verá como una más del montón y si alguna vez entro en su vida quiero marcar la diferencia.

No han pasado vente minutos y ya estoy entrando al edificio de los Benson nuevamente, es la hora de almuerzo y Perla debe estar esperándome para almorzar. Al entrar a su oficina ella rápidamente corre hacia mí y me abraza, me besa en la frente y  pasa su mano por mi espalda.

—¿Qué paso muñeca?— pregunta después de un rato en silencio.

—Para él solo soy una niña obsesionada, para mí él es todo y no puedo explicar lo que siento con palabras, me duele Perla— lloro entre los brazos de mi amiga como una magdalena.

—Nena, pero él no te merece y tienes que olvidarlo— me aconseja pasando su mano por mi cabello— Yo te ayudaré a que ese idiota salga de tu vida.

—Eso es difícil Perla.

—Nada es difícil si nos vamos de fiesta—  asegura alejando mi cara de su cuerpo y sujetándola entre sus manos— Ese idiota será olvidado poco a poco pero será olvidado.

—Gracias Perla— es la mejor amiga del mundo, nunca me ha dejado sola y eso siempre se lo agradeceré.

—Gracias no— niega y besa mi frente— Jamás estarás sola mientras yo esté.

—Siempre seremos una para la otra— agrego ante de envolverla en un abrazo de media hora.

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