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Capítulo 5

Al día siguiente me levanté de mal humor, fui a la cocina y fani estaba sentada en la pequeña mesa que teníamos en el centro de la estancia

- ¿y esa cara de perro a que se debe?- me pregunto nada más mirarme

- anoche me acosté un poco molesta, y para colmo me levanté tarde, recuerda que tengo que llegar antes al café- me detuve de preparar el café y la miré

- tú por el contrario, te ves muy fresca.- le dije, de verdad se veía reluciente. Parecía una persona diferente de la que deje en la universidad -¿alguna buena noticia?

- bueno, puede que tenga algunas buenas noticias, pero tú no puedes escucharlas- me dijo

-¿y eso por qué?- señaló el reloj que había en la cocina, recordé el que tenía que hacer

- m****a- dije y salí corriendo, tomé mi bolsa de dónde la había dejado la noche anterior. Cuando salí del edificio, el auto de Gabriel estaba aparcado en la entrada, el arrecostado a la puerta del copiloto, el sol le daba de frente, tenía puestas gafas para proteger sus ojos. Parecía un modelo de revista de lujo. Hice un esfuerzo sobre humano y lo, ignore, emprendí mi camino pasando por delante de él.

- Luna, por favor; no seas infantil.- me persiguió - vamos Luna

- lo siento Gabriel, la heredera malcriada e interesada tienen que ir al trabajo - me alcanzó y me agarró del brazo.

- escúchame por favor

- habla rápido- le dije, evitando mirarlo

- lo siento, estaba hablando tonterías- me dijo bajando la cabeza - es que me parece que al lado tuyo no soy nadie. Solamente soy un huérfano que lucha duro en la vida, pero nunca he tenido nada que sea mío- levantó sus ojos y busco los míos- en cambio tú, eres Luna Smith.

- yo no tengo nada Gabriel - le aclaré - mi padre es millonario, pero yo tengo que trabajar para vivir, malamente tengo para pagar mi colegiatura. Solamente soy Luna, nada más. El Smith después de mi nombre, es una simple palabra. No significa nada más.

- lo siento, no debí decir las cosas que dije. Pero por favor perdóname.- se volvió a disculpar - de verdad lo siento.

- está bien, déjame ir por favor

- pues no, usted viene conmigo, no veo la necesidad de que pases trabajo, yo puedo llevarte en mi lujoso auto a trabajar.- me señaló el camino - por aquí princesa- dijo zalamero

- está bien- era difícil negarse, era eso o ir a pelear con el transporte público. Él sostuvo la puerta para mí y subí en el auto, dio la vuelta y se sentó tras el volante, me quede en silencio hasta que encendió el auto

- ¿de verdad eres huérfano?- le pregunté

- así es, crecí en un orfanato hasta los trece años

- debe haber sido difícil- jugaba nerviosamente con mis manos - yo me críe sin mi madre, no fue sencillo. A pesar de tener a mi padre - el desvío la vista por un momento del camino

- me imagino que no lo fue - volvió a mirar al frente - pero a mí no me fue tan mal, no puedo quejarme.

- ¿por qué?

- a los trece años me adoptó una pareja, me trataron muy bien. Gracias a ellos soy el hombre que soy.

- ¿y dónde están ellos ahora?

- mi padre tiene un pequeño negocio en la ciudad, y mi madre se queda en casa.

- a - hice una pausa - entonces no eres huérfano. Tienes familia - él lo pensó

- supongo que tienes razón, ahora ya tengo familia.- me volvió a mirar

- no saques más la vista del camino por dios- le dije, siempre le he tenido miedo a los accidentes de auto, él se rio

- puedes estar tranquila, conmigo siempre vas a estar segura

- los hombres y su delirio con la seguridad - dije negando con la cabeza

-¿a qué te refieres?

- por eso me fui de mi casa, mi padre insistía en mantenerme vigilada todos los días y a toda hora. No es cómodo tener a alguien persiguiéndote todo el tiempo

- no puedo ni imaginarlo, no debe ser cómodo

- no lo es- le respondí

- ¿puedo preguntarte algo?

- si, claro

- ayer, te dije que me gustas, antes de hablar todos los disparates que dije después.

- si me lo dijiste - me puse colorada

- pero tú no me dijiste nada a mí

- ¿y qué debía decirte?

- si te gustó, por ejemplo - me puse colorada, este hombre es de ir directo al punto.

- por dios, quieres matarme de la vergüenza - ya estábamos llegando al café

- no es para tanto - dijo maniobrando el coche para aparcarlo - pero si prefieres no decirme, está bien - se acercó a mí - lo descubriré por mi cuenta. - se bajó del auto y yo lo seguí. Él utilizo sus llaves para entrar, a diferencia de lo que creí, no mencionó nada más de la conversación que mantuvimos en el auto.

- cambiate y ven a buscarme, vamos a comenzar con el trabajo.- él entró en su oficina y yo fui a hacer lo que me pidió, salí lo más pronto que pude y lo encontré tras la barra.

- ¿lista?- pregunto al verme

- depende para que

- primero vamos a aprender donde está todo aquí detrás, da la vuelta - él estaba moviendo cosas tras la barra, hice lo que me pidió y me puse a su lado. - te presento a la máquina de café - dijo señalando el trasto - aunque creo que ya ustedes se conocen. Vi que con ella te llevas bastante bien, el problema fue con estos amiguitos - señaló los frascos junto a la máquina. Estuvimos mucho rato tratando de aprender donde estaba todo. Cuando llegó Estefanía, aún estábamos inmersos en explicaciones de dónde estaba esto o aquello. Me gustaba más mirarlo a él y por eso pasaba trabajo para entender las explicaciones.

- ya estoy frustrada, por favor detente - le dije poniendo una mano en mi frente - creo que por hoy, no voy a poder entender nada más.

- está bien, ya casi vamos a abrir así que toma un descanso, mañana a la misma hora. Aún te queda bastante por aprender - soltó el delantal que tenía puesto y se dirigió a su oficina- buenos días, Estefanía - la saludó cuando le pasó enfrente.

- buenos días, jefe - dijo ella tirando su goma de mascar a la b****a - espero que entrara a su oficina y se acercó a mí - dime que te beso - fue lo que salió por su boca, estaba reclinada sobre la barra

- claro que no, estás loca

- no estoy loca, pero sé dé lo que hablo. Le gustas, lo vi esperándote fuera del edificio en la mañana

- si viene hacia acá, ¿por qué no iba a esperarme? Eso es ser buen samaritano

- si claro, y yo soy tonta- se dirigió a cambiarse

- detente ahí - me miró - creo que tienes algo que decirme - miró su reloj de muñeca

- está mañana la apurada eras tú- se volteó para seguir su camino - pero ahora soy yo, así que lo siento, pero la conversación tendrá que esperar un poco más.

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