Capítulo 3

- Según el cuento que contaban los viajeros en mi época se trataba sobre una niña que traería paz y felicidad al reino en donde naciere, sus padres eran supuestamente los Reyes del Centro pero una tragedia estaba a punto de suceder después del nacimiento de tal niña ya que a los pocos días la reina murió, el pueblo había estado adolorido por esa muerte, pero a los pocos días la mayor tragedia iba a comenzar, el querido rey de tal reino había muerto o desaparecido sin rastro alguno lo que provocó unos de los más grandes bajones del reino, pero rápidamente el tercer hermano de ese rey  respondió al pueblo afirmando ser un enviado de los dioses con una nueva profesia que decía que la niña tenía una sangre maldecida por los dioses cambiando sin piedad a la verdadera profesia, El pueblo dudaba pero al no recibir respuestas del Rey, nombraron  a este sin temor alguno confiando plenamente en sus palabras y profesias. A los pocos días la niña iba A ser sacrificada para el perdón de los dioses pero una fiel sirvienta de la reina la metió en una cesta de comida y huyó al reino del Norte para así proteger a la hija de su reina, al llegar la dejó a cargo de unos pueblerinos que ella conocía y para no dejar que el pueblo la matase regresó al Palacio del centro, pero alguien la había visto salir y allí fue ahorcada. No se encontró a la niña, pero ella ya estaba segura creciendo como una pueblerina, pero esta niña sólo traía problemas... un príncipe heredero del reino del este que escapaba de su reino se había enamorado de ella, de su extraordinaria belleza y prometiendo volver cuando ya sea rey para volverla su esposa regresó a su reino pero el ya estaba comprometido con otra señorita, el no la quería así que de ves en cuanto se escapaba de su Palacio para buscar a su amada, Pero un día la sorpresa de que su amorío estaba embarazada lo dejo perplejo y por el amor que le tenía fue al reino a aclarar las cosas y ordenar que esta fuese su nueva esposa, pero alguien reconoció a esta señorita y contaron al rey de que la amada del principe  era conocida como portadora de una sangre maldecida lo que los monarcas impidieron todo acercamiento a este peligro. Pero por el amor a la mujer desafió la voluntad de su padre e iba traerla sin importar lo que dijeran aclarando que sin su amada jamás pondría un pie en el trono. Cuando se acercaba a la casa de ella el olor a sangre hizo que entrara de golpe y así vio a su amada en el piso llena de sangre reciente, él cayó de rodillas a su lado y se acordó del niño que ella llevaba. Su estómago estaba vacío y no había ningún rastro de un bebé muerto, después escontró a su pequeño niño en un cajón escondido. El niño estaba dormido, recién amamantado.  El rey en lágrimas recogió a su niño para así llevárselo a su reino. Su esposa enojada hiso todo para así quedar embarazada y que él se olvidase de tal niño de su amorío y así que quede un niño para ser el heredero, pero la reina perdió al bebé  y por su desesperación se suicidó dejando al rey sólo, el rey no se volvió a casar por lo que el único niño que había era el dijo de su amada, la gran tragedia fue ocultada para no manchar su nombre y así al crecer el niño fue el próximo rey del Centro.

-¿ Asegura usted que eso es verdad Ralf? 

- Era historia muy conocida en el reino del Norte, este reino es caracterizado por estar alejado de los demás reinos desde su pequeña batalla con el centro así que los rumores del norte no se extienden casi nunca, pero llegaron hace unos meses y por esa razón junto a el pergamino sucede todo esto. 

Baje la mirada al recordar cada una de las palabras, la historia tenía tantas cosas que parecían muy imposibles de creer, Pero en si tenía miedo de que yo pueda tener algo que ver con eso.- Entonces soy familia de aquellos personajes? 

- Algún pariente, pero lo más importante aquí es ¿Por qué eres tú la que lo obtiene? 

- Por esta razón me acusan, porque ellos creen que yo tengo una clase de maldición. 

- ¿Reencarnación?

- Supongo que "herede" la sangre maldita, pero porque a mis padres no se les acusa?. 

- En realidad eso es lo que no entiendo, toda la vida pensando que tus padres eran sus Reyes legítimos  y ahora que descubren cierta historia, te echan. 

Había un gran momento de silencio e incomodidad, aunque me dolía decir esto quise preguntar. - ¿Ustedes creen que yo .. tenga eso? 

El hombre y el niño se miraron a los ojos y negaron -  por eso debemos investigar más.- El hombre viejo, que me había dicho que se llamaba Ralf hace unos momentos hizo una mueca de pena y tomó de mi mano consolándome. El sabía que en el fondo me dolía escuchar esas palabras, pero no se podía negar la verdad, había un gran porcentaje de verdad en eso y puede ser  que quizás tenga razón. Lo que me deja a la idea que podría traer desgracia a este pueblo según la profesía de tal hombre o felicidad según la de los dioses, podría ser cualquiera que elijan y este pueblo había elegido pensar que yo tenía la maldita..

- No tengas miedo Elizabeth - dijo acariciando mi cabeza. - Seas lo que seas nadie tiene derecho a tratarte como lo hicieron. Aunque tengas o no tengas una sangre diferente a la de nosotros, aún eres la única descendiente real de nuestro querido rey que tuvo que morir de una manera tan horrible. Aquí hay algo más y vamos a descubrirlo. 

Juan, el pequeño niño valiente me miró con una expresión inocente y asintió. 

- Aunque no lo creas, todavía hay gente que te aprecia. Como el abuelo y.. y- y yo. 

- ¿Me aprecias? 

- ¡ES MÁS COMO RESPETO! Ya sabes tantos años viéndote.. o quizás, eh.. una imagen buena?  No quiero decir que tú, o yo te haya visto. Eso sería muy incómodo, más si lo dijera frente a ti. - abrió su boca mucho y frunció el seño, la cerró de golpe y miró a otro lado. Sus orejas comenzaron a enrojecerse. 

Mis mejillas se enrojecieron de igual forma y asentí. 

El abuelo se rió en nuestras caras. 

- Esperamos poder ayudarte, mi querida reina. 

Nunca pensé que había tal sentimiento afuera de mis muros, la gente de afuera se veía tan distante. Cómo si mi mundo y el suyo fuera lejano, pero llevar mi sangre real no solo significaban lujos. 

Significaba ser un orgullo, no mío, del reino. Muy profundo en mi alma mis barreras comenzaban a agrietarse y mi sed de volver a merecer aquello comenzaba a desbordar. 

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