Capítulo 3.

Ya estoy dentro.

Las mujeres con pechos fuera me comienzan a agobiar. Hombres y mujeres besándose y tocándose partes íntimas por todas partes. Y nadie me presta atención.

Llego a la barra y hay una empleada.

— ¡Hola, disculpe! ¡Quiero saber si… Judith está aquí! ¡Necesito hablar con ella urgentemente! —le grito para que pueda escucharme, ya que la música electrónica está demasiado alta. Todo se ve muy rojo y hace que el único color que resalte en las personas que están aquí, sea el negro.

— ¿Quién la busca? —pregunta la chica. Al menos tiene dos diminutos parches negros en piel de cuero tapando sus pezones. Hace que sea menos incómodo.

—Melanie Cross. — una vez que me escucha, indica quedarme aquí mientras va a buscarla, supongo.

El cuerpo no deja de dolerme y el golpe que tengo en la frente menos. Creo que está sangrando también. A este paso, tendré que ir al hospital, aunque no sé si sea correcto. No entiendo por qué me siento como una fugitiva si realmente la víctima soy yo.

Me giro para ver el lugar mucho mejor. Todas las mujeres que bailan y permiten que todos la toquen, se ven tan seguras de sí mismas. ¿Lo estarán en realidad?

— ¡Acompáñame! —me indica la chica saliendo de repente.

La sigo.

Caminamos hasta el fondo del lugar. Tras cruzar una enorme puerta negra, está ella, la que supongo que es Judith. Tiene un extraño peinado antiguo, pintalabios rojos y maquillaje en exceso. Pensé que todas las zonas serían igual, pero esto es muy diferente. Todo delicado, claro, ordenado y fresco. Es como la parte alterna de este lugar.

—Siéntate. —indica. Lo hago. — ¿Entonces eres la hija de Martha? —¿Cómo lo sabe?

—Sí. Me dijo que viniera con usted porque me ayudaría.

—Martha y sus problemas. ¿Sabes qué hizo esta vez?

—No sé si deba decirle.

— ¿Vienes aquí por ayuda y no tienes la confianza de decirme qué pasó?

—Es difícil de explicar o tal vez simplemente no quiero hablar de eso ahora. ¿Podría entenderme? —siento un nudo enorme en la garganta y en cualquier momento, voy a estallar.

—Por tu herida, noto que no fue nada bueno. —toco la lesión en mi frente.

—De acuerdo. Podrás quedarte en una habitación pequeña que tengo disponible. Hay un botiquín donde podrás limpiarte esa herida. Pero no creas que esto será gratuito. Tu madre es muy mala para los negocios. —fuma un cigarrillo apestoso que casi me hace toser.

—Puedo ayudarle con la limpieza, sirviendo copas, con lo que usted me ordene, pero por favor, necesito un techo y algo de comida, tal vez. Solo hasta que Martha pueda venir por mí. — le ruego. Estoy muy desesperada.

— ¿Trabajarías como prostituta? —en cuanto la pregunta sale de su boca, quiero salir corriendo de aquí.

— ¡No! ¡Lo siento! Definitivamente no, nunca. Si es para eso mejor busco ayuda en otra parte. — estoy decidida. Prefiero morirme de hambre que someterme a esto. Mucho menos después de lo que me acaba de pasar.

— ¡Tranquila! Solo te estaba probando. No te pareces en nada a tu madre. — me alivia su respuesta. — Pues, entonces serás la encargada de limpieza. Antes de las 9 de la noche, con ayuda de dos personas más, dejarás todo ordenado. En la noche, organizarás las copas y también algunas de las habitaciones donde los clientes tienen sexo. —aunque esto sea raro, es menos de lo que hacía normalmente en casa.

—Limpiaré las habitaciones antes, ¿verdad?

—Después. Todo queda sucio después, no antes. Así que... ¿aceptas? —tan solo de imaginarme las cosas que podría encontrar mientras las aseo, me da repulsión, pero no tengo de otra.

—De acuerdo. —acepto.

—La vida es muy dura. Esta vida es muy dura, pero al menos tendrás un techo y comida, no cualquiera haría esto por ti, ni por nadie. — y se lo agradezco de todo corazón. Por algo Martha confió en ella para enviarme hasta aquí. — ¿Estudias? — pregunta de nuevo.

—Sí, estudio administración de empresas. Creo que Martha entró la laptop en la mochila. Tal vez pueda conectarme a una red wifi por aquí cerca.

—Podrás conectarte del mío. No te preocupes. Solo hago esto porque me vendrás de buena ayuda en el negocio y porque Martha es una de las pocas amigas reales que he tenido en toda mi vida. Aunque nunca madure, siempre estaré aquí para ella. Le advertí que no se involucrara con cualquier mafioso psicópata solo por dinero. El día que tanto temí, ha llegado. — habla como si supiera más de lo que ya sé.

— ¿Sabe algo que yo no?

—Nada que aún puedas saber. Solo puedo decirte que tu madre era una de las prostitutas más codiciadas de este lugar hasta que quedó embarazada de Junior. Después te tuvo a ti y decidió conseguir sus clientes aparte. La mayoría mafiosos, psicópatas, políticos y asesinos ¿sabes el peligro que eso conlleva? —contesta sin esperar una respuesta.

Se levanta y sin decirme nada más, me guía hasta la habitación donde me quedaré. Me deja a solas para que pueda instalarme. No es muy grande, pero es cómoda. La puerta tiene muchos petillos y eso me da seguridad. Los cierros con el trauma de que otro viejo perverso entre e intente aprovecharse de mí.

Recordar el asqueroso momento que viví, me da náuseas. Necesito un baño urgentemente. Gracias a Dios, tengo uno en esta habitación.

Me quito toda la ropa y mis shorts se han manchado de sangre. Abro de regadera y dejo que el agua fresca me enjuague, mezclándose con la sangre que sale de mi entrepierna.

No puedo evitar que las lágrimas salgan de mis ojos y el llanto se apodere de mí. Siento que toda mi vida se ha ido a la m****a.

¿Qué pasará con mi madre? ¿Qué pasará con mi hermano? ¿Qué pasará conmigo ahora?

La luz del sol me despierta.

Me quedé dormida en la bañera. Me duele todo el cuerpo. Aun así, tengo que convencer a Judith de no echarme a la calle haciendo todo lo que ayer me ordenó. Termino de limpiarme, colocarme una cura en la herida y ponerme ropa fresca (jeans ajustados, suéter gigante y unos zapatos cómodos en los pies que Martha me dejó).

Al salir, me encuentro con las dos personas que Judith, supongo, me había mencionado. Me pongo un delantal y los saludo.

— ¡Hola! Tú debes ser la nueva, ¿verdad? —dice la chica rubia que está colocando bebidas nuevas en los estantes.

—Sí. Soy Melanie. Mucho gusto. —me presento con una sonrisa. Una sonrisa muy falsa. No tengo ningún motivo para alegrarme.

—Soy Lisa. Espero que seamos buenas amigas porque, sinceramente, en este lugar no he podido conseguir una y eso vuelve el trabajo más aburrido. —contesta. Se nota la agradable persona que es. Su constante sonrisa hace que el ambiente cambie para mejor y eso me gusta. Es bueno para mí. Necesito distraerme.

— ¿Puedes decirme qué quieres que haga? Necesito caerle bien a la dueña de este lugar para que me deje quedar aquí. —tengo hambre, pero no me atrevo a pedirles nada.

—Sí, claro, empieza limpiando las mesas, por favor. —me indica el pañuelo y el detergente que usaré. — ¿Vivirás aquí? — pregunta. Procedo a hacer lo que me ha indicado.

—Por unas semanas, creo. Las cosas... se...complicaron en casa. — no quiero dar muchos detalles. Espero que no siga indagando.

—Entiendo. —no respondo. —Él es Maicol, el suplidor aquí. — me presenta al otro chico mientras entra algunas cajas.

Me sonríe, me presento, lo saludo y seguimos trabajando.

Hoy será un largo día.

9pm.

Estoy muy cansada. Nos hemos pasado todo el día limpiando todo. Hay muchas cosas que higienizar aquí por obvias razones. En todo el día, solo pude comerme unas papitas y un jugo que encontré en el refrigerador. Judith no se ha presentado desde ayer.

Luego de darme un intenso baño, me hago una trenza con varios flecos largos delante. Mi pelo es tan suave y lacio que no tengo que preocuparme por él. Pero ya no puedo verme al espejo con el brillo de antes. Ahora solo veo a una chica gris que tiene que enfrentarse al mundo de la manera más cruda posible.

Bien, Melanie, hay que seguir trabajando.

Las mujeres empiezan a bailar, mostrando todo lo que tienen, incluso hay muchas que no tienen ni siquiera bragas puestas. ¿Cómo es que pueden? Los clientes se deleitan viéndolas bailar y manosean a todas las que puedan sin que ellas se molesten.

Estoy detrás de la barra ayudándole a Lisa a servir copas y bebidas mientras presencio todo esto.

Rato después, Judith finalmente sale. Su vida es como los murciélagos. Ni siquiera nos mira. Es como si estuviera esperando o buscando a alguien entre la multitud. Me dan ganas de preguntar, pero no lo hago. Cuando noto que le está sonriendo a alguien, sigo su mirada hasta un chico con abrigo negro, alto, ojos claros y muy musculoso. No exageradamente.

No me ve, pero yo sí a él. Mientras va acercándose con intensos y lentos pasos, sus penetrantes y hermosos ojos conectan con los míos. No tiene ninguna expresión. Solo está analizándome como un objeto desconocido. Esto ha sido muy intenso y...extraño.

Regresa la mirada a Judith, quien le da la bienvenida con una gran sonrisa. Se sienta en el lugar que al parecer, le estaba guardando. Está muy cerca de mí.

— ¿Quieres tomar lo mismo de siempre?

—Sí. Tuve un día muy pesado hoy. —contesta el chico misterioso. Judith me ordena traer una cerveza y lo hago. Le quito la tapa y se la doy.

Al palpar la botella al mismo tiempo, su mano roza un poco con la mía y siento un escalofrío recorrer dentro de mí. No sé por qué me transmite cierto estremecimiento al tenerlo tan cerca. No sé si me está viendo, pero estoy ardiendo. Siento mucho calor a pesar de que hay aire acondicionado para refrescar lo suficiente a toda la gente.

No puedo mirarlo a los ojos, así que no sé si me está viendo.

Me aparto y lentamente me acerco a Lisa.

— ¿Sabes quién es él? —le pregunto. Tengo mucha curiosidad. Me atrevería a decir que tiene algo más con Judith por la forma en que se sonríen.

—Es el agente Connor. —frunzo el ceño. —Así es. Es policía.

—¿Y qué hace un policía en estos lugares?

—Bueno…tú ya lo escuchaste. “Tuvo un día muy pesado”, así que viene aquí a relajarse ya sabes cómo. A fin de cuentas…es…hombre. —saca el corcho de una botella mientras lo dice. —Pero no le digas nada de esto a nadie, ¿sí? Quiero conservar mi trabajo. —alega. Me dan ganas de hablar con él para pedirle que me ayude a investigar lo que pasa con mi disfuncional familia, pero lo descarto al instante. Martha dijo que no confiara en la policía. Aunque…comprendo que quiera huir de ellos porque asesinó a Frank pero… ¿Por qué yo también? No he hecho nada malo.

—No te preocupes. Soy muy buena guardando secretos. —lo miro otra vez. Está hablando con Judith. — ¿Él paga mucho para tener sexo aquí?

—Sí. Creo que ellas son las que pagarían por estar con él si así lo pidiera. La última vez, una de mis compañeras no podía ni siquiera caminar. La dejó sin fuerzas.

— ¿Ustedes se cuentan estas cosas libremente sin que les dé vergüenza o nervios, tal vez?

—Supongo que no. Es algo normal, aunque no muchas personas se sienten cómodas contando su vida sexual en todas partes, pero ¿de qué otra cosa esperas que hablen en este lugar? —explica y entiendo. Los hombres les arrogan muchísimo dinero mientras bailan.

— ¿Y cuánto ganan estas chicas por...eso?

—Depende de lo que ofrezca el cliente. Judith suele poner una regla de precios, pero ya es muy personal de cada uno. Ellas ponen sus propios precios. Nadie les dice cuánto valen.

— ¿Y tú…has…? —siento la necesidad de preguntar.

—No. Tengo muchas cosas que hacer y sinceramente, no me atrevería. Solo soy mesera aquí, nada más. Igual que tú, hasta ahora. La mayoría empiezan como nosotras: atendiendo mesas y vendiendo bebidas, pero cuando las necesidades agrandan, terminan tomando una fuerte decisión. Y no les va nada mal en realidad. Estos clientes son de primera clase.

—Comprendo. Espero no tener que llegar a esos extremos.

—No quiero juzgarte para nada, pero sea lo que sea que pasó en tu familia, debió de ser muy fuerte para terminar en este lugar. No pareces del tipo de chica que esté recurriendo a estos lugares.

— ¿Y qué tipo de chica parezco? —tengo curiosidad.

—De las que leen muchos libros y mantienen todas sus cosas ordenadas, ¿quizás? — sonríe.

—De hecho, no me gustan los libros y menos los de ficción. Siento que son muy irreales. Solo estudio las cosas que tengo que aprender para pasar los exámenes. Soy balanceada, no una chica nerd. — soy sincera.

Asiente con la cabeza comprendiéndome y mira por encima de mi hombro.

—Connor no deja de mirarte. — me susurra.

—Es normal mirar a las personas, ¿no?

—No de la forma que él lo está haciendo. — vuelve a mirar —Ya entró con Judith. Al parecer quiere función esta noche. — a pesar de que sonríe constantemente, no me cabe duda de que le gusta mucho el chisme. De todos modos, me cae muy bien.

Sigo concentrándome en servir mesas.

—Melanie, acompáñame. Necesito hablar contigo de algo. — me indica Judith con una actitud extraña. Frunzo el ceño, miro a Lisa buscando alguna respuesta mientras la sigo hasta el área más privada donde están las habitaciones.

— ¿En qué puedo ayudarle?

—Esto es complicado, pero no tengo de otra. Uno de mis mejores clientes, el chico que acabas de ver a mi lado está interesado en ti para esta noche y por más que le explicara que no estabas para eso, sigue insistiendo. — no puedo creer que me esté diciendo estas cosas después de dejarle en claro que haría todo menos eso.

—Lo siento, pero no. No puedo. Se lo he dicho antes, solo voy a trabajar como mesera, nada más.

— ¡Escúchame! Gracias a él puedo cubrir casi todos mis gastos en este lugar, los que vas a disfrutar quedándote aquí. Solo será una noche y no puedo perder un centavo por ti. Mis maquillistas te pueden arreglar y ya sabes qué hacer. No te hagas la santa.

—No quiero hacer esto. Hay demasiadas mujeres aquí para que me elija a mí sin ni siquiera estar trabajando para acostarme con nadie. Así que lo siento mucho, pero prefiero irme de aquí antes de ser manipulada por usted. — estoy decidida.

— ¡Pues lárgate de aquí y no vuelvas más! A ver quién te salva de tu desdicha. — me señala la salida. Está muy alterada. No entiendo cómo una persona puede cambiar su actitud tan repentinamente.

Voy a la habitación y recojo mi mochila. Me despido de Lisa, la cual, no entiende qué está pasando. Cuando me dirijo a la salida, me quedo perpleja al ver a Frank sentado entre la multitud. Estoy totalmente paralizada, viéndolo con pánico.

¿Qué demonios? ¡Yo lo vi morir! ¿Qué está pasando?

Cuando me ve, no se sorprende. Se levanta y me persigue. Corro de regreso al área de habitaciones para poder huir de él, pero están cerradas, menos una. Entro y cierro tratando de calmarme. Estoy muy nerviosa. Siento que el corazón se me saldrá en cualquier momento.

— Melanie Cross, ¿no? — dice una voz masculina imprevistamente detrás de mí. Doy un salto del susto tras escucharlo y me doy la vuelta lentamente. Es el mismo chico que estaba con Judith. Esta noche va de mal en peor.

Se levanta de la cama, dando pasos firmes hasta acercarse a mí. Huele muy bien. Se nota que usa perfumes caros.

—No estoy aquí para lo que quiere. —aclaro.

— ¿Entonces? —frunce el ceño. Se escuchan disparos afuera y me espanto. Veo que toca algo a su espalda, pero no sé qué es.

Intenta salir y lo detengo.

— ¡No lo haga! ¡Es peligroso! Me está persiguiendo un psicópata y necesito esconderme. Por favor, ayúdeme. Haré lo que me pida, pero no deje que se acerque a mí —pierdo la calma. Estoy muy asustada. Recuerdo que es policía y confío en que pueda ayudarme.

—Tranquila. —asoma la cabeza por la puerta y vuelve a cerrarla. —Quítate la ropa. —me ordena.

— ¿Qué?

—Haz lo que te digo si quieres que te ayude. — no sé qué demonios pretende, pero lo hago. No tengo a nadie más. Me retiro la ropa hasta quedarme en interiores. Mi sostén es de dibujos animados y noto que frunce el ceño cuando los ve. Estoy muy avergonzada y me giro para que no me vea.

Se quita la camisa rápidamente y se recuesta en la cama. ¿Qué está haciendo?

—Siéntate sobre mí. Está revisando todas las habitaciones. Solo así no te reconocerá, ¿de acuerdo? — y entiendo, pero también sé que se está aprovechando de la situación. Estoy a punto de no hacer lo que me pide pero los gritos de las personas allí afuera me presionan.

Me ayuda a colocarme sobre él.

Los primeros segundos son muy incómodos. Pongo mis manos arriba de sus pectorales y me acomodo. Su piel es muy suave y pálida. Mi vagina está encima de su miembro justamente. Lo único que los divide, es la tela de mis bragas y sus pantalones. Es extraño, pero no se siente mal. Él solo mira a la puerta, mientras yo contemplo su belleza como si no estuviera en peligro alguno.

Cuando escucho pasos acercarse por el pasillo a nuestra dirección, me pongo nerviosa y lo abrazo. Frank patea la puerta y mira, pero no se acerca. Jack le grita que salga y así lo hace. Efectivamente no me ha reconocido. Siento un inmenso alivio.

Mientras sigo aferrada a él, sus ojos azules vuelven a conectar con los míos varios segundos.

—¿Quieres bajarte? — destruye la tensión y aún más avergonzada, me bajo y me visto nuevamente.

No sé qué nos acaba de pasar, pero si él no le toma importancia, yo menos. Vi que tenía su celular en manos, no sé para qué. Escribiéndole a alguien tal vez.

—Te sacaré de aquí. —me toma de la mano y salimos del lugar hasta llegar a una Jeep Grand Cherokee, negra.

Me abre la puerta.

—Sube. —me indica con autoridad. Dudo mucho en hacerlo. —Bien, ¿quieres volver ahí o quedarte deambulando para que ese idiota te alcance otra vez? Muy bien. Buena suerte.

—¡Espera! —evito que cierre la puerta. Respiro profundo. Probablemente esté a punto de tomar la peor decisión de mi vida pero supongo que a estas alturas, ya nada importa.

Me subo y cierra la puerta con fuerza.

Cuando toma el volante, arranca.

— ¿A dónde me llevas? —tengo curiosidad.

—Con gente que podrá ayudarte.

— ¿Qué gente?

—Soy policía. Aunque creo que ya lo sabes. Lisa es muy habladora. Le tomé una fotografía a tu acosador y la envié a mis investigadores. Podrán decirnos exactamente quién es y qué quiere.

—No es un simple acosador, es mucho más que eso. Y no puedes llevarme con la policía, no estaré segura allá. Lo primero que me advirtió mi madre fue no dejarme atrapar por ustedes. —intento bajar del auto, pero le pone seguro.

— ¿Y qué hiciste para huir de la policía? ¿Qué pasó con tu madre?

—No puedo darte detalles.

— ¿Quieres que te ayude? Pues tendrás que hacer exactamente lo que te diga. Darás tu declaración, se abrirá una investigación y estarás bajo la protección de algún agente capacitado. ¿Quieres estar bien? Tienes confiar en mí. —este hombre se enoja muy rápido.

—No puedo confiar en nadie. Ni siquiera en mi propia madre, al parecer. — aunque no entienda nada de lo que está pasando, me queda muy claro que Martha es una mentirosa. ¿Cómo puede estar vivo después de verlo desangrarse en mi habitación? Ella estaba golpeada también. ¿O es que acaso todo fue parte de algún plan?

Mi cabeza está hecha una m****a.

Y ahora estoy aquí, con este hombre al que tampoco conozco. Al menos me ha ayudado a salir de ese lugar, sana y salva. De no ser por su ayuda, ese enfermo me hubiera atrapado otra vez.

Quizás ir a la policía y recibir protección, es la mejor opción.

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