4. PESADILLA

Austin

11 de abril 2017

Sentí una leve luz colarse por la ventanilla del hospital, me daba justo en el rostro, estaba amaneciendo, intenté incorporarme cómo pude, de inmediato sentí una punzada de dolor por todo mi cuerpo ¿qué me pasa? Ah... recordé la paliza de ayer, tuve pesadillas con ese idiota toda la noche, me sentía de la patada, intenté levantarme con todo el cuidado qué fui capaz de reunir, mamá seguía dormida y no quería despertarla.

Me levanté de la incómoda silla e intenté estirarme, m****a... pésima idea, pésima idea. Todo el cuerpo me dolía cómo sí un camión me hubiese arrollado, tenía que darle crédito a mi cuerpo por haber soportado tanto, mis nudillos ardían y ni hablar de los costados de mi abdomen, mis costillas estaban destrozadas, maldito idiota.

Intente frotar mis ojos con la intención de finalmente entrar en sí, recordé perfectamente la conversación de ayer, había accedido a vender narcóticos ¿por qué coño había hecho eso?

Necesitamos el dinero para Caroline, ¿recuerdas?

Mi conciencia es molesta, pero casi siempre tiene razón, necesitaba el dinero y haría lo que sea para conseguirlo.

Mamá comenzó a moverse y yo corrí al pequeño cuarto de baño que había en la habitación, mire por la puerta y seguía dormida... suspire con alivió, bien ahora a pensar un buen discurso para justificar mi cuerpo, me adentre en el pequeño cuarto de baño y vi mi rostro en el espejo, estaba del asco.

Mi cara totalmente enrojecida y morada en algunas zonas, pude ver pequeños cortes en mi mejilla y labio, imbécil.

Vi una pequeña mancha roja en mi sudadera, qué para mi mala suerte era blanca, suelo usar ropa unicolor, no soy un puto arcoíris, ni siquiera soy simpático por ello nunca me gustaron los colores brillantes, cosa que era irónico por qué mi color predilecto era el azul.

Me quite mi chaqueta y levanté mi sudadera lentamente, vi lo mal que estaba, tenía los costados llenos de golpes y un gran corte en la parte derecha, sí qué se había vengado el asqueroso.

Necesitaba pensar rápido, sí mamá me ve así podría morir de un infarto... no podía contarle la verdad, eso la dañaría y primero muerto antes que ser una causa de su dolor, debía pensar en una buena excusa, ya mismo.

Unos minutos después salí del cuarto de baño, cerrando la puerta detrás de mí, lo primero qué vi fue a mi madre sentada en la camilla, con una bata de hospital, con sus ojos y boca muy abiertos.

— Audi ¿pero qué rayos? ¿Qué te ha sucedido? ¿Quién te ha hecho esto?

Odiaba mentirle a mamá... pero esta vez lo hacía para protegerla; sí, sé que eso no me hace menos mentiroso, pero vamos, habrías hecho lo mismo que yo de estar en mi situación ¿no es verdad?

— Mamá, tranquila ¡estoy bien! No tienes de que preocuparte, ¿vale?

Claro que eso no la calmaría...

— ¿no tengo de qué preocuparme? Austin mira tu rostro y tus manos... ¿esa mancha es sangre?

Joder... quizás si debía decirle parte de la verdad, eso la haría estar más tranquila y me haría sentir mejor.

— Ayer, cuando salí en busca de un empleó caminé por toda la ciudad y pues... no noté qué me inmiscuía en una calle peligrosa, intentaron robarme y me conoces mamá, sólo intenté defenderme, pero eran muchos contra uno — intenté bromear y sonreír — Vale, sé que soy irresistible e indestructible pero este brillante chico no pudo con tantos trogloditas — subí y baje mis cejas en su dirección — además, no me quitaron mi chaqueta de cuero, me costó 200$ — dramatice un poco en un intento de hacerla reír, pero fallé. Mamá tenía una cara de cabreo anormal, sentía qué iba a darme el puñetazo numero mil justo en la cara.

— Austin, no me mientas.

M****a.

— No te miento mamá - mentiroso — es lo que sucedió. Pero tengo una buena noticia, he encontrado un empleó en una pequeña cafetería muy cerca de aquí, pagan muy bien y solo debo hacer cosas en las que no soy un inútil, comienzo hoy por la tardé.

Por favor que lo crea, por favor por favor por favor.

— Bien Austin, lo dejaré pasar esta vez sí vas a qué un médico te revise ¿de acuerdo?

Sí, su majestad.

Hice una reverencia exagerada en su dirección como tenía por costumbre y maldición experimente un dolor qué nunca antes había sentido, pero fingí y me levante como si nada girándome por impulsó hacía la puerta, tenía cara de dolor e imaginaba que era muy fea, así qué mordí mi chaqueta y formule un "Auch" sin sonido, ¿no lo han hecho? Pues, no funciona, sigue doliendo.

Escuche la risa de mamá, no puedo creer que se esté burlando de mí, pero me alegra qué mi desgracia le cause gracia, así qué de espaldas a ella seguí caminando ajustando mi chaqueta de cuero brillante y levantando mis manos para despedirme, grité para que ella pudiera escucharme.

— ¿hay una linda enfermera por aquí qué pueda sanar a este moribundo y sexy tipo? Preferiblemente de 19 años, me gustan las chicas mayores.

Acto que la hizo reír con más ganas. Amo a esta mujer, aunque se esté riendo de mí, bien a por esa sanación y una aspirina porque me dolía hasta el alma.

 Unas horas más tardé...

Estaba en el lugar indicado por Ronald, estaba nervioso, mis manos sudaban, me encendí un cigarrillo y seguí esperando (fumó sólo cuando estoy nervioso o estoy esperando algo o a alguien, lo sé es extraño pero es un hábito de Luke qué ahora suelo tener yo) unos minutos más tarde vi una enorme camioneta negra estacionarse frente a mí, bajó uno de sus vidrios ahumados y vi a un tipo de mediana edad, con gafas oscuras y un abanó entre sus dientes tenderme un sobre amarillo.

— Austin Smith, soy Aston Still y está es toda la información qué necesitas para iniciar y aquí está tu material — me tendió una gran bolsa llena de pequeñas bolsitas con narcóticos - Bienvenido al equipo.

¿Bienvenido al equipo? ¿Qué son, los ositos cariñositos? Menudo idiota.

Recibí todo lo que me dio y asentí una vez, iba a irme cuándo volvió a llamarme.

— Espera Austin, Ronald te envía esto — ¿Ronald? ¿Qué m****a querría darme ese idiota? Me lanzó una caja de aspirinas. — Dice qué son buenas para el dolor y es obvio que las necesitas.

Maldito idiota. Este anciano de m****a comenzó a reírse de mí y arrancó.

Me fui a casa, le había dicho a mamá que tenía que trabajar hoy así qué no se preocuparía por mí, no podía ir al hospital hasta pasadas las nueve, así que me dispuse a leer la información del sobre. Bien, necesitaba saber cómo debía vender está m****a.

Este contenía todo tipo de información referente a los efectos secundarios de los narcóticos, incluso de sus capacidades "supuestamente" sanadoras, esto era más qué críos vendiendo pastillas, era una gran organización llamada "Infierno" liderada por tipos realmente peligrosos.

El sobre decía que debía vender las 50 bolsas en 10 días, para eso debía moverme rápido y pensé... ¿a qué lugar iría de necesitar está porquería? A los pocos minutos tuve una idea del lugar perfecto para algo así, esperé qué fueran más de las siete y me dirigí al sitio, mientras esperaba mi cabeza comenzó a hacerme una mala jugada...

¿Cómo llegue al nivel de meterme en esta m****a? Las drogas no habían traído más que problemas y traumas a mi vida, las odiaba y ahora, estaba intentando vender en una calle llena de chicos universitarios.

Tenía que darme a conocer, eso lo sé, qué todos supieran que vendía... aunque nunca me metí esta porquería, veía a los tipos vender por todas partes, era algo natural en esta ciudad así qué recordé sus actos y los imite, en algo sí tenía razón Ronald y es qué tenía poder, poder de convencimiento, era muy bueno para obtener lo qué quería, en dichosos casos ni siquiera debía esforzarme por obtener las cosas, las personas sencillamente me seguían y no me molestaba, supongo que siempre tuve ese aire de chico antipático.

Me acerqué a un grupo de chicos, los salude y abrí mi chaqueta mostrando los narcóticos, ellos inmediatamente entendieron mis claras indirectas y en un par de minutos ya había vendido cinco de estas bolsitas, me sentía mal cada qué vendía una... pero recuerdo porque lo hago o más bien por quién y la verdad es que la pena y la culpa eran mucho más soportables. Hice lo mismo con un par de chicas qué se me insinuaron, no fue difícil negarme, no soy el típico chico qué tiene sexo con cualquier chica, se que parece contradictorio pero mi regla de dos citas existía por algo.

Después de notar que no conseguirían nada conmigo más que la venta que intentaba hacerles, suspiraron y me tendieron el dinero, bien... diez en una hora, eso estaba bien.

Un chico rubio se acercó con cautela, junto a mí se veía mucho más bajito de lo que realmente era, pero su rostro reflejaba mucha más edad de la qué su estatura aparentaba, a simple vista podrías creer que es un crio, pero parte de sus rasgos físicos demostraban que era mayor, hizo un ademán de saludó pero bajó su mano.

Instintivamente enarque una de mis cejas en su dirección esperando entender que era lo que intentaba hacer, hasta que recordé a lo que había venido, seguro la voz de la venta ya se estaba corriendo y ahora venían a mí y no yo a ellos, eso suponía menos trabajo y esfuerzo para mí, así que hable por él.

— ¿cuantas necesitas?

Él me miró con algo qué podía identificar cómo ¿nervios? O quizás ¿miedo? No lo sé, sólo quería vender todo lo que podía y salir de este lugar lo más pronto posible.

— eh... ¿puedo preguntarte algo?

¿Preguntarme algo? M****a... se supone qué no debo entablar conversación con los clientes.

— ¿a qué vas hombre? ¿Quieres o no?

Empezó a asentir rápidamente

— Es sólo qué... no sé qué cantidad necesito, es mi primera vez experimentando con drogas.

Era eso...

— Vale, con dos de estas estarás toda la noche bajo sus efectos, quizás hasta el siguiente día, no más de eso.

Me tendió el dinero y llevó lo que pidió.

Miré mi reloj y ya casi eran las

9:00 pm debía ir a ver mamá, ya vendría mañana. Había vendido 13 dosis en dos horas, eso suponía algo bueno... claro, si no estuviera haciendo la cosa más baja que habría imaginado, en fin. Fui al hospital, vi a mamá, vimos una mala película en mi móvil y luego nos quedamos dormidos y así fue cada día durante 3 semanas, iba al mismo lugar a vender narcóticos y siempre me topaba con el mismo chico.

2 de mayo 2017

Me encontraba en el mismo lugar de siempre intentando vender la mercancía de esta ocasión, me había ido muy bien todos estos días, pude pagar todo lo que mamá necesitaba y eso suponía algo bueno, aunque por más que me esforzara por obtener dinero para su salud, la veía cada día mucho más deteriorada, mamá se veía delgada, perdió todo lo que la caracterizaba, ya no la veía reír muy a menudo, vomitaba constantemente, tenía problemas para respirar, siempre estaba cansada y lo peor... su cabello cada día era menos, veía en su almohada una cantidad enorme de cabello, a los pocos días de eso mamá comenzó a usar gorros de lana, decía qué eso la hacía ver más cool pero sabía que lo hacía para no hacerme sufrir, mamá haría todo por mi bienestar aun cuándo el de ella estaba al borde del colapso.

Yo estaba cansado... cansado de todo, las primeras noches lloraba en silencio en el cuarto de baño de la habitación, no soportaba verla en ese estado, me dolía. Llego un momento en el que ya llorar no me hacía sentir tranquilo o quizás ya no tenía lágrimas para seguir o quizás las fuerzas necesarias para poder llorar, no lo sé, sólo hacía lo mismo cada día. Vi un par de veces a Ronald pero nada de lo que debía preocuparme; su clan me trataba con respeto, era uno de los mejores dillers que tenían, vendía por montones y no... No me enorgullecía, pero debía hacerlo. Me repetía una y otra vez que yo no era cómo mi padre, porque el decidió está vida, yo no... Yo me vi obligado a hacerlo, por mamá, por más qué esto me afectará no iba a rendirme, planeaba darle los mejores días a Caroline, aunque me costará la vida... su cumpleaños está muy cerca y quería sorprenderla.

Escuche a alguien aclararse la voz a mi lado, lo que me hizo salir de mi ensoñación y vi nuevamente al rubio bajo, era uno de mis mejores clientes, cada día aumentaba más la dosis, incluso se le veía más delgado y algo perdido, pero me centraba en no pensar en eso, sólo necesitaba vender.

Me saludó amablemente, le correspondí ya que lo veía técnicamente todos los días.

— ¿Qué hay diller?

— Nada nuevo, ¿qué tal tú?

— Todo irá bien después de mi dosis diaria.

— Vale, entendí

Le pase dos bolsitas e inmediatamente negó con su dedo anular.

— No hombre, hoy no quiero dosis infantiles, quiero algo mucho más fuerte.

Sabía a lo que se refería.

— Vale.

Le tendí unas cuantas bolsitas y él sonrió en mi dirección, estaba a punto de irse cuándo se giró hacía a mí y me dijo.

— Hey diller, mi nombre es Malcom.

Asentí una vez y le respondí

— El mío Austin, ya nos veremos luego.

Me sonrió y respondió.

— Vale.

Y con eso se alejó.

Y como sabes volví a hacer lo mismo unos días más, lo extraño fue qué en esos días no volví a ver al chico rubio. Quizás había dejado está porquería y parte de mí se alegraba por ello, era un buen chico.

En fin, ya hoy era 10 de mayo, el cumpleaños de mamá era mañana y preparé para ella una linda sorpresa, estos días su estado no había mejorado... seguía pasando por lo mismo cada día, pero no quería pensar en eso, quería vivir el ahora y precisamente el "ahora" era un día que debía ser de felicidad.

Mamá amaba sus cumpleaños, no entendía por qué, hacerte un año más viejo no era algo qué debía ser emocionante, pero así era mamá, todo para ella era emocionante y algo me decía qué no se aproximaban muchos de sus cumpleaños, así qué este sería uno de los mejores. Estuve todo el día organizando todo, hoy no fui al hospital, la vería por la mañana, necesitaba tiempo para hacer todo lo que había planeado, mamá lo sabía así que la llamé a su móvil antes de que se durmiera, sabía que a las 9:00 pm ella ya estaría dormida, así que la llamé mucho antes.

— ¿Hola? ¿Audi?

Su voz se escuchaba algo débil, pero intenté ignorarlo y le hable con efusividad.

— ¡¡¡Hola mamá!!!

— Mi pequeño bebé ¿por qué no estás conmigo hoy? ¿Qué estas tramando?

Puse mi mejor voz de exageración.

— Cómo usted sabrá señorita Caroline, mañana es su cumpleaños número 39, tengo entendido que alguien ama mucho sus cumpleaños ¿no es cierto?

Escuche la risa de mi mamá, se sentía algo apagada pero fue su primera muestra de alegría en días y eso me bastaba

— Así es señor Austin sexy Smith, amo mis cumpleaños.

— Lo sé con certeza, prepárese usted para vivir el mejor día de su vida.

— ¡¡¡Estoy lista!!!

Su emoción fue contagiosa, así qué sonreí

— Descansa, ¡te veré mañana!

Estaba a nada de colgar cuándo volvió a hablar

— Hijo espera...

— ¿sí mamá?

— Te amo Audi y siempre estaremos juntos, lo prometo.

Eso me hizo un enorme nudo en la garganta y hablé cómo pude

— Y yo a ti mamá, ¿podrías levantar el meñique? Quiero comprobar qué lo que estás prometiendo es real

— Lo hice en el momento en que lo prometí cariño, levanta el tuyo.

Levante mi dedo y se me escaparon un par de lágrimas.

— Esta hecho mamá, esto es irrompible ¿vale?

— Por la eternidad mi pequeño.

— Buenas noches mamá.

— Buenas noches Audi.

Colgué y me permití llorar con libertad, esto me hizo sentir mucho más comprometido con la sorpresa para mamá. Sin duda merecía uno de los mejores días de su vida.

11 de mayo 2017

6:30 am

Me levanté con los ánimos por las nubes, todo estaba listo. Fui al cuarto de baño, me duché y arme mi mejor traje, mamá sabía que odiaba usarlos pero ella amaba verme con ellos y hoy era su día, iba a complacerle esa petición, pase de la corbata pero me veía muy bien, tenía una camisa blanca, pantalones negros ajustados y una chaqueta bastante formal, pero nada en el mundo me haría cambiar mis converse, de eso nada.

Aunque luciera como un payaso mamá lo entendería y se alegraría, ese es nuestro objetivo de hoy, hacerla feliz.

Subí al coche y me fui directo al hospital, no voy a negarles qué estaba muy emocionado, tenía planeado para mamá un viaje en globo, ella siempre quiso hacerlo pero nunca fue capaz, hable con los médicos y organice todo lo necesario para qué ella pudiera estar bien en ese lugar, preparé un picnic, le compre un gran pastel, un ramo de petunias y un bonito vestido amarillo qué la dependienta de la boutique me ayudó a escoger, le daría un día increíble y eso me hacía sentir bien, sentimiento qué desde hace mucho no sentía... pero bien, no pensemos en eso ahora. Mi misión del día de hoy es mostrarle a Caroline qué merece el cielo y más.

Me permití sentirme bien el día de hoy, me exigí a mí mismo tranquilidad y paz, todos estos días han sido caóticos pero deseo olvidar eso, así qué encendí la radio y de pronto escuché "Happy de Pharrell Williams"

Sonreí para mí mismo, supongo que todo estaba a favor, amo esa canción y creó qué no podría cantarla en mejor momento; así qué me deje llevar.

- Because i'm happy

Clap along if you fee l like a room without a roof

Because i'm happy

Clap along if you fe el like happiness is the truth

Because i'm happyyy

Esta canción es capaz de hacer feliz a cualquiera y realmente me sentía así, estaba ansioso por ver a mamá, llegué al hospital y me baje de golpe con el ramo en manos, eran las 7:30 am ya mamá debía estar despierta. Corrí cómo pude, subí al ascensor y presione el piso 3 exactamente la habitación 24 esa era la de mamá.

Camine por el largo pasillo y comencé a contar 21 22 23... Y aquí estaba 24 la de mamá, abrí la puerta con suma emoción pero no vi a mamá, su cama estaba vacía, por otro lado una chica rubia estaba sentada en una de las sillas, era una chica bastante atractiva, a mis ojos podía verla cómo un puto ángel, aunque su expresión ocultaba parte de esa bonita cara, estaba algo pálida y se veía perdida, parte de su rostro estaba algo magullado, parecían ser golpes que sanaban sin mucha efectividad... no la había visto antes, pero no creó haberme equivocado de habitación, no imagino olvidar una cara así, tampoco creó qué haya sido trasladada, por un momento su expresión me causó escalofríos, tome una bocanada de aire debido a la larga caminata y me dirigí hacía ella.

— Buen día ¿está es la habitación dónde está Caroline Smith? — silencio...

— ¿Hola? ¿Estás bien?

Comenzó a llorar, lágrimas corrían por sus mejillas, tapó su boca con ambas manos, tratando de sofocar sollozos ¿qué demonios pasa?

— ¡¿dónde está mi madre?!

Ella sólo señaló hacia la puerta del pequeño cuarto de baño, mire en esa dirección y pude ver la puerta un poco abierta, no...

Corrí sin pensar hacía ese lugar, sentí qué todo estaba en cámara lenta, cuando llegué finalmente, vi la peor escena capaz de imaginar, mi madre estaba en el suelo, con sus brazos extendidos a sus costados, un hilo de sangre corriendo por su nariz, sus bonitos ojos estaban abiertos, su cara carente de todo brillo y vida... no, esto no está pasando.

Me arrodille de inmediato y tome su cara con mis manos, mamá por favor despierta, la abrace con fuerza en mi pecho.

— Maldición no, Caroline por favor, no me hagas esto, por favor reacciona, vamos mamá... LO PROMETISTE JODER, DIJISTE QUÉ NO IBAS A ABANDONARME, tú… Tú dijiste que estaríamos juntos, las malditas promesas no se rompen Caroline, LEVANTATE MAMÁ POR FAVOR, no podré vivir sin ti... Mamá por favor.

Grité, lo hice con la mayor fuerza posible, mi madre yacía en mis brazos, su cuerpo sin vida en mis manos, comencé a llorar sumando gritos desgarradores en el procesó

— ¿por qué tienes que hacerme esta m****a? ¿POR QUÉ CAROLINE?

Miré al cielo tratando de entender por qué estas cosas le pasan a las buenas personas, mamá merecía vivir, habría dado mi vida por ella de poder hacerlo, joder... debía ser yo, debía ser yo.

Sentí unos brazos tomarme por los hombros, estaba en shock, no podía moverme, no podía reaccionar, no podía dejar de mirar a mamá, su mirada perdida, su carente cabello esparcido por todos lados.

— Señor Smith, salga ahora mismo por favor.

— SUELTENME ES MI MADRE, NO... Por favor, déjenme unos minutos más con ella, yo... yo la necesito por favor… Díganme que esto es una maldita pesadilla, este es un maldito sueño.

— Sáquenlo ahora mismo.

Dos tipos de seguridad me tomaron por ambos brazos con fuerza y lograron levantarme, yo no iba a alejarme de mamá, me solté de su agarre y corrí nuevamente hacia ella, fue inútil, vinieron dos más y me sostuvieron con fuerza, no pude más y caí sobre mis rodillas, puse mi mano en mi pecho por instinto y comencé a sentir un fuerte dolor en él.

— Esto no puede estar pasándome, no... Grité aún más, mi garganta ardía en cada intentó, pero necesitaba hacerlo. Vi al doctor Drew acercarse a mí, aún los guardias me sostenían por ambos brazos, el doctor Drew preparó lo que me pareció una inyección y me la aplicó en el brazo derecho en contra de mi voluntad.

— No vas a drogarme hijo de puta, esa es mi mamá y yo... yo...

Unos segundos después me sentí cansado, mis ojos pesados, lágrimas no dejaban de caer sin cesar, pude ver una silueta algo borrosa frente a mí, soltaron mis brazos y me mantuve inmóvil por unos segundos que me parecieron eternos... la silueta me hablo y dijo.

— Todo va a estar bien Austin, todo estará bien... lo prometo.

Me mostró su meñique y asentí una vez, por más que intentará ver su rostro, no podía, todo se veía confuso y de pronto oscuridad...

Horas más tardé...

Intenté abrir mis ojos, sentía mis parpados pesados, me sentía cansado, sólo fui capaz de ver un techo blanco, abrí y cerré mis ojos un par de veces, eso pareció funcionar por que logré incorporarme ¿dónde estoy? Me vi, tenía sangre en una de mis manos, no tenía mi chaqueta y la camisa de mi traje estaba abierta hasta la mitad ¿qué sucede? Recordé todo en un instante, pude ver escenas de mi madre en el piso, gritos, lágrimas, sangre... mamá. Todo parecía como una película en mi mente, me levante de golpe, me sentía mareado pero eso no me detuvo, corrí hacia la habitación 24, toque muchas veces, nadie me respondió... corrí hacia la recepción y pregunté por mi madre, una enfermera intentó hablarme.

— Chico, cálmate por favor.

Se acercó a mí con cautela y no pude contenerme.

— No quiero calmarme maldición ¿dónde está mi madre?

Ella bajó su mirada, parecía triste, se aclaró la voz y me miró.

— Hijo, tu madre falleció esta mañana...

Lo sabía, lo había visto con mis propios ojos pero sencillamente, no era capaz de aceptar ese golpe de realidad; mamá ya no está, no está...

— No...

Cerré mis ojos y traté de calmar las lágrimas que amenazaban con salir

— lo siento mucho

— ¿puedo verla? Por favor.

Ella asintió una vez y pidió a alguien que llamasen al doctor Drew, el oncólogo de mi madre. Pocos minutos después estaba frente a mí, intentó tocar mi hombro pero me aparte.

— No me toques. Quiero verla.

Suspiró y asintió una vez, me pidió que lo siguiera y eso hice. Llegamos a un pasillo algo obscuro y nos adentramos en una habitación con varias camillas de hierro, había cuerpos en ellas, con un manto blanco cubriéndolos de pies a cabeza, nos detuvimos en una de esas camillas y cerré mis ojos con fuerza, no estoy listo para esto, pero necesito verla una vez más.

El doctor Drew miró en mi dirección esperando mí confirmación, asentí una vez y el quito el manto que cubría a mi madre... la vi, estaba pálida, ya no tenía cabello, el brillo característico de su rostro ya no estaba, no parecía ser Caroline, pero sí lo era, estuve en estado de shock por unos segundos, no podía dejar de mirarla.

— Austin, es suficiente... vayamos al pasillo, te daré algo para que puedas descansar.

No sé de dónde surgieron las fuerzas para hablar pero lo hice.

— No. Quiero verla, quiero estar con ella un rato más, yo qui... quiero despedirme, por favor.

El doctor Drew asintió y salió de la habitación.

Tome la mano de mamá y la miré por unos minutos, hasta que fui capaz de abrir mi boca.

— Ay Caroline... — no pude contenerme y comencé a llorar, entre lágrimas logre continuar — te amaré eternamente mamá, una parte crucial de mí se ha ido contigo, perdóname... perdóname joder, merecías algo mejor qué esta m****a, yo yo... lo siento. No puedo ver una vida sin ti mamá, sencillamente no puedo, perdóname por lo que haré. Espero que puedas perdonarme pero quiero por una vez en mi vida no pensar y actuar de forma egoísta, quiero irme contigo mamá. Te amo.

Besé su frente y me aparte, hice una exagerada reverencia hacia ella, esperaba escuchar su risa, pero sabía qué no llegaría... así que me levanté, me giré hacia la puerta y me fui de ese lugar.

Comencé a correr sin sentido, lágrimas no paraban de caer, necesitaba aire. Me detuve, tomé una bocanada de aire y seguí caminando.

No puedo más, me duele mucho.

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