Capítulo 2

Ambas salieron del hospital con prisa, no mentían al decir que el trabajo no da espera y Marisa tenía al menos cinco reuniones programadas durante el transcurso del día. Debido al incidente, ya se había perdido de tres

— Pedí que trajeran el Audi, no puedes retrasarte más— 

— No era necesario, podríamos haber tomado un taxi. ¿Cómo te sientes?— 

Se pararon en la acera esperando a que llegara su auto

— Horrible, creo que estuve a nada de que me diera un paro cardiaco— 

— No fue tu culpa, ni la de Zack. Lo importante es que todos estamos bien— 

— Bueno sí, pero tu camioneta...— 

— No empieces Ale, eso me tiene sin cuidado— 

Tan pronto como el auto aparcó, lo abordaron. Una vez dentro saludaron al hombre de edad que las llevaría, Don José les dio un vistazo amistoso por el espejo retrovisor

— Me encargaré de recoger la camioneta cuando esté lista y pagaré por los daños— 

— No lo harás, para algo tengo seguro— 

— Pero Marisa...— 

— Ya está, dejaré que vayas por ella y tendrás que conformarte— 

Resopló

— De acuerdo, como ordenes— 

— Necesito un favor muy especial de tu parte— 

— Lo que sea, pídelo—

— Le prometí a Gabi que pasaría por ella y cenaríamos juntas, pero tendré que trabajar hasta tarde... ¿Podrías suplirme? Te quiere mucho y estoy segura de que eso la reconfortará. Pueden ir las tres a cenar con Zuri y a dar una vuelta. Así quizás...—

— ¿Quizás se olvide de que su mamá la plantó?— Cuando lo decía así, sonaba horrible. Marisa frunció el entrecejo evidentemente agobiada — Solo juego, Gabi lo entenderá. Nos encargaremos de que la pase bien y a la próxima tú la llevarás—

— Gracias— Suspiró — Ten el dinero para la cena, coman rico y diviértanse— Alessandra lo guardó de inmediato en su cartera

El lugar en donde todo comenzó y la base de su compañía, se situaba en un edificio remodelado que constaba de más de 15 pisos. Todos decían que por ser muy viejo era una inversión estúpida, todos menos Marisa claramente. Cuando empezó montando su negocio solo tenía tres pisos, que por cierto, estaban a punto de convertirse en escombros. Doce años después, se convirtió en el pilar de su imperio y contaba con su cariño

Entraron juntas al elevador y se despidieron en el primer piso. Alessandra tenía que reoportarse ante su supervisor para reoportar la situación, después debía encargarse del odioso papeleo. Ese era el protocolo para dichos casos

Marisa, por su parte, llegó al décimo piso para dirigirse a su oficina directamente. Pronto comenzó a escuchar los toqueteos de los tacones puntiagudos de sus asistentes persiguiéndola

— Señorita Carrington. Llamaron de la distribuidora de Alemania y dijeron que les urgía comunicarse con usted— Le informó Sophia, la que más tiempo llevaba a su lado

Miró su reloj, no había empezado y ya estaba agotada

— De acuerdo, envíales un correo programando una videoconferencia para dentro de dos horas. Por favor pídeles que sean concretos y breves. Estoy muy retrasada con lo de hoy y no puedo tardar—

Dicho esto se apresuró a cumplir con su solicitud , empezó a redactarlo de inmediato una vez se sentó frente a su equipo

La mujer observó con sorpresa que un hombre se encontraba en su oficina, de espaldas y frente a su escritorio

— Le avisé que tardaría, pero insistió en que esperaría el tiempo que fuera necesario— Fernanda explicó

— ¿De parte de quién viene?—

— Dijo que de Smith Enterteiment—

¿Por qué estaba allí? Se supone que faltaban días para su encuentro

— ¿Quiere que le pida que se retire?—

— Está bien, creo que puedo atenderlo. Puedes retirarte, gracias Fer—

Entró, y el hombre se percató de su presencia, se puso de pie y lo hizo frente

— Lamento que me haya tenido que esperar, me surgieron algunos imprevistos. ¿Es usted Gregory Smith? Tengo entendido que nuestra cita estaba programada para el Jueves de la próxima semana—

— En realidad, soy su hijo. Me pidió que viniera en su lugar y me vi en la pena de asistir sin previo aviso porque me surgió un viaje de último momento y debo irme del país en un par de horas, no sé cuándo vaya a regresar y no deseaba quedarle mal. Un placer conocerla señorita Carrington, soy Jace Smith—

— Bienvenido señor Smith— Le tendió la mano esperando que la apretara, él la acercó a sus labios y dejó un cálido beso en el dorso — ¿Puedo ofrecerle un café, un té?—

— De hecho, si no le molesta, me encantaría invitarla a cambiar de ambiente mientras hablamos de negocios—

Era un hombre encantador, de eso no había duda. Mantenerle la mirada a esos ojos gélidos, requería un esfuerzo extra de su parte. Nuevamente se vio obligada a revisar la hora. Casi deseó olvidarse de todo por un momento para poder aceptar, casi

— Me temo que eso no será posible, mi tiempo es limitado el día de hoy. Tengo una reunión en menos de una hora y otra en las horas de la tarde—

Pero Jace no era de los que desistía fácilmente, Marisa estaba a punto de comprobarlo

— Entiendo. Le propongo lo siguiente... No falta mucho para que sea hora de ir a almorzar, compraré algo para ambos mientras atiende a la primera junta y volveré. Así podemos tomarnos nuestro tiempo, hablar y se desocupará para asistir a la reunión de la tarde—

¿Cómo decir que no? Por un lado Smith Enterteiment podría llegar a ser una hábil sociedad, y por el otro, él definitivamente había logrado obtener lo que pocos conseguían... Su atención

— Lo espero entonces, señor Smith—

Las horas pasaron tan rápido que fue hasta que lo vio parado nuevamente en la puerta de su oficina que se permitió sentir hambre. Había desayunado temprano y ya eran más de las dos de la tarde, le dolía la cabeza y seguía mortificada porque no podría llegar a tiempo con su hija

— Espero que esa reunión haya salido justo como quería señorita Carrington—

— Ya que me trajiste el almuerzo creo que hemos pasado la barrera de la confianza, llámame Marisa por favor. Y sí, la reunión salió justo como quería Jace—

Parsimonioso se acercó sonriéndole y swjó las bolsas sobre la mesa luego de que ella retirara lo que les estorbaría

— Espero que te guste el sushi, me dijeron que no hay otro igual en la ciudad—

La mujer detalló las bolsas

— Y no te mintieron, todo lo que comas en Woonka es único—

Se sentaron uno frente al otro a degustar los alimentos

— Antes de hablar de nosotros y conocernos, porque tengo intenciones de hacerlo, permíteme hablarte de lo que podemos ofrecerte como empresa—

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La habitación a la que lo transladaron debía costar un dineral, pero ahora entendía que para Marisa Carrington era cosa de nada y eso lo hacía sentir peor. Hacía aproximadamente dos horas que ella y Alessandra se habían ido y todavía no dejaba de pensar en el ángel con rostro de mujer que tomó su mano en la ambulancia

— Dame la tarjeta— le pidió Cassandra por enésima vez

— ¿Por qué? Me la dio a mí— la molestó y ella soltó un bufido de exasperación

— ¿Por qué? ¡Porque es la tarjeta de Marisa Carrington! Tú ni siquiera sabías quién era hasta hoy—

— Bueno, ahora lo sé ¿No?—

— ¿Te imaginas un tour por la mejor marca a nivel mundial? ¿Te imaginas recibir clases de asesoria de imagen con ellos? Los mejores maquilladores de la industria han salido de allí—

— ¿Te imaginas ser accidentalmente arrollado por una de sus camionetas? Todo un golpe de suerte— 

Ambos se carcajearon

— Ya quisiera yo que ella pagara mis cuentas hospitalarias— Un teléfono vibró en su bolsillo — Oh, es el tuyo. Alessandra lo recuperó y lo guardó— Se lo pasó y, sabiendo lo que pasaría, contestó

— ¿Aló?... Sí señor, lo que pasa es que tuve un accidente... Pero le estoy diciendo la verdad... No, por supuesto que no... Yo jamás haría algo como eso... ¿Hola?— Lo retiró de su oreja solo para verificar que le había colgado, y que oficialmente hacía parte de la larga lista de desempleados

— Te pusiste pálido, ¿Qué sucede?—

— Me despidió, ni siquiera le importó que le dijera lo del accidente. Ahora quiere que le pague por la bicicleta—

— En ese lugar te estaban explotando, son unos desgraciados. Tranquilo, ya veremos qué hacer... Yo puedo trabajar medio tiempo con la señora Daisy—

— No Cassandra, ya lo hemos discutido. Quiero que te concentres en tus estudios—

— Lo sé, pero puedo hacerlo. Puedo manejar ambas cosas, déjame ayudarte—

— Me ayudas en casa, cuidas de mamá y de los niños... No necesitas hacer más—

— Sí necesito, tenemos cuentas que pagar, los medicamentos de mamá, el colegio, los útiles, la comida... No podrás trabajar por algunos días y acaban de despedirte—

Resignado, asintió

— Está bien, pero solo medio tiempo y mientras sea en un horario que te permita dormir como debes. No quiero que te satures de cosas—

— No lo haré, lo prometo— Besó su mejilla con delicadeza — Llevaré a mamá y a los niños a casa, luego iré a hablar con la señora Daisy y en la noche volveré a ver cómo estás—

— Mejor quédate cuidando de ellos luego de discutir lo del empleo. Estaré más tranquilo así—

— ¿Seguro?—

— No te preocupes, Marisa pagó por una habitación pija... No me hará falta nada—

— Vendré mañana después de la escuela entonces—

— Ve con cuidado—

Zack la veía, y le recordaba tanto a su padre que dolía. Estaría genuinamente orgulloso de ver la mujer en la que su chiquilla se había convertido

En las horas de la tarde, le llevaron un almuerzo que sorprendentemente le gustó, pese a que no tenía demasiado sabor. Luego se dedicó a intentar no caer en la desesperación y a decirse una y otra vez que su familia estaría bien, no es que no confiara en Cassandra, pero seguía siendo una niña y no le correspondía tener las riendas todavía, pese a ser muy capaz de llevarlas con firmeza

Durmió un poco, últimamente era lo que menos hacía y su cuerpo agradecía el momento de reposo. La tranquilidad no era algo a lo que estaba acostumbrado, por lo que quedarse sin hacer nada lo enfermaba más que los magullones y el traumatismo en su cabeza... El médico fue a verlo en la noche y nuevamente le cambiaron las vendas y las bolsas de suero, una enfermera se ofreció a bañarlo y se negó, lo hizo por su cuenta

Estaba realmente preocupado pensando qué sería de ellos ahora que no tenía trabajo. Era un indocumentado, que a duras penas consiguió graduarse de la primaria. No siempre las cosas fueron tan duras para ellos, pero desde que faltó su papá, las cosas comenzaron a irse a pique

La familia Frier creía que luego de lo ocurrido con Luca habían tenido suficiente sufrimiento, pero estaban equivocados. Tamara volvía del trabajo una noche cuando una guerra entre pandillas dio inicio y una bala perdida que impactó en su columna la obligó a someterse a una silla de ruedas, tan solo tres años habían pasado desde la muerte de su esposo y eso la devastó por completo, entró en depresión. Zack comenzó a trabajar siendo un niño, se salió del colegio y se hizo hombre para que sus hermanos pudieran seguir siendo niños, para que su mamá tuviera la posibilidad de mejorar alguna vez

Desde que llegó a Chicago no hizo más que trabajar, con lo poco que habían logrado ahorrar entre todos alquilaron una pieza. Su vecina, la misma señora que se ofreció a darle trabajo a su hermana, les consiguió una escuela en donde no cobraban tanto de pensión y se las pagó por tres meses luego de llegar a un acuerdo, le devolvería cada peso en cuanto tuviera la oportunidad y una vez establecidos Zack se encargaría de su colegiatura

Sin empleo, ¿Cómo podría continuar haciéndolo?

Cassie regresó al día siguiente y emocionada le contó que la señora Daisy aceptó adelantarle su sueldo incluso antes de haber empezado, en cuanto le contó del accidente. Zack le pidió que buscara por él si habían ofertas de empleo en alguna parte y, cuando regresó al día siguiente, además de llevar a los niños con ella, le comentó que escuchó que estaban buscando a alguien para ser vigilante en un conjunto residencial al Sur de la ciudad, pues al parecer el anterior, regresaría a su país natal y necesitaban conseguir quien lo reemplazara rápido

— Apenas salga de aquí me presentaré, esperemos que la suerte esté de mi lado—

— Te tengo buenas noticias, tu doctor autorizó darte la orden de salida. Ya nos podemos ir, Marisa lo pagó absolutamente todo—

— ¿De verdad? Menos mal, ya estaba harto de esta cama— se paró siendo cuidadoso con sus movimientos, pues le habían recomendado calma y quietud. Metió sus pocas pertenencias en el desgastado morral que su hermana le había llevado y esperaron por el médico para salir del lugar. Su ánimo decayó un poco cuando le dijeron que todavía le esperaba una semana de incapacidad desde cama, y por último le advirtió acerca de los posibles síntomas de alarma que podría presentar, y si se daba el caso de que se presentasen tendrían que llevarlo de inmediato

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Cassandra se bajó del bus y comenzó a caminar observando las tiendas y vitrinas a su alrededor, permitiéndose soñar por un momento. Hasta que escuchó una voz que le resultó familiar gritando su nombre

— ¡Cassandra Frier!— volteó, para darse cuenta de que se trataba de Alessadra. No tardó en acercarse — ¿Cómo estás? Que coincidencia encontrarnos aquí—

— Hola, ¿Qué tal todo?—

— Bien, mi tía tiene un local alquilado aquí y vine a comprarle un obsequio a la hija de Marisa, cumplirá pronto y no quiero dejarlo pasar y que luego se me olvide ¿Cómo está tu hermano? Por favor dime que en perfecto estado porque la culpa no me deja vivir—

— Le dieron salida ayer, apenas pude convencerlo de cumplir con el tiempo de incapacidad que le dieron—

— Oh, que alivio. Dile de mi parte que le envío muchos saludos. ¿Tuvo problemas en el trabajo? Estaba preocupado ese día en el hospital—

— Lo despidieron, el dueño de ese maldito restaurante no parece humano. Nunca conocí a alguien tan indolente en toda mi vida—

— ¿Como, pero... Le dijo del accidente?—

— No le importó, es más, quiere que le pague por la bicicileta—

— Es el efecto del capitalismo— La chica negó indignada — Lamento mucho oír eso, si en algo puedo ayudar...—

— No te preocupes, saldremos adelante. Me dio gusto verte, debo irme o se me hará tarde y Zack se volverá loco de saberme sola—

— Cuídate mucho— Se dieron un corto abrazo y cada quien siguió con su camino

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