Capítulo 3. “Soltería, bar Karma, tres mosqueteras”

Dicen que el antro KARMA es uno de los mejores y exclusivos de la ciudad de Los Ángeles, que algunos millonarios y gente famosa e importante, pagan una cuota anual demasiada exorbitante para tener unos súper privilegios, pero afortunadamente -en nuestro caso ya que somos simples mortales- nuestra querida amiga Zoe era todo posible. Zoe, es la mano derecha y asistente del dueño, le había entregado a nuestra amiga una tarjeta de color cobre plastificada con el que le daba la entrada a la planta de abajo y a la barra libre, nuestra amiga dice que más allá de la pista se encuentra una puerta custodiada por un hombre en traje oscuro e intimidante, pero esa zona es VIP y solo entran las tarjetas color oro, aunque es intrigante imaginar que puede haber más allá de esa puerta, nos conformamos con la pista principal y la enorme barra con bebidas gratis.

     — ¡Es estupendo el lugar! —exclamo en voz alta ya que la música que suena de fondo está demasiado alta. Zoe asiente con una sonrisa de oreja a oreja, un hombre pasa por su lado y conectan con la mirada. Zoe, una hermosa rubia y alta, piernas perfectas solo niega con una sonrisa, tira de mi brazo y le lanza una mirada:

     "Soy gay."

     El hombre sonríe y sigue su camino, me separo de ella y niego en silencio, doy un gran sorbo a mi bebida.

     — ¿Por qué lo haces? ¡No eres gay! —ella me ignora, da un sorbo a su Martini y comienza a bailar en la misma mesa, llega otra de nuestro grupo de amistades, es Nora, una doctora residente de cardiología. Hace dos años habíamos cruzado en un cumpleaños y desde entonces, somos las tres mosqueteras. Zoe la rubia, Nora la morena y yo la pelirroja.

     —Disculpen la tardanza, tuve una emergencia, gajes del oficio chicas. —le entrego su bebida, ella feliz cuándo da un sorbo largo, como si se estuviese secando.

     — ¡No te preocupes! Hemos llegado hace media hora—la música baja un poco y unas luces se hacen más tenues dentro de nuestro privado en la planta de abajo.

     — ¡Hay que disfrutar nuestras solterías! —gira Zoe cuando termina de tomar su bebida por completo, Nora asiente haciendo lo mismo, ambas se levantan y tiran de mi para entrar a la pista a bailar. La música aumenta cuándo estamos en medio de toda la gente que baila. La canción de The Killers - Shot At The Night suena por lo alto, gritamos de la emoción ya que es nuestra canción, estamos en medio de la pista, nos movemos al ritmo de la música, luego llegan nuestras bebidas, cantamos a todo pulmón, los rayos neón amarillos inundan el lugar.

     Por primera vez siento una sensación de euforia, miro a mis amigas quienes bailan entre risas, todo a mi alrededor es como si lo estuviese viendo por un vidrio totalmente transparente y nuevo. La mejor música suena a todo mí alrededor, risas, tequila, vodka, risas, abrazos, gritos eufóricos...

     Y una libertad a una nueva Emma Jones.

***

     —Despierta, ¿No tienes que trabajar? —la voz melodiosa de Zoe me hace abrir bruscamente mis ojos, no siento resaca, no siento ese pánico por llegar tarde u otra cosa. — ¿Emma? ¿Estás bien?

     Zoe se acerca a mi cama y se sienta en la orilla de esta.

     — ¿Qué hora es? —pregunto adormilada. Zoe toma mi reloj de la mesa de noche y lo pone frente a mi cara. —Son las seis de la mañana, yo ya me voy a mi departamento a dormir un poco antes de regresar a la oficina o mi jefe me va a matar. Por cierto, ¿Quién era el tipo con el que estuviste hablando casi una hora?

     Pienso, pienso, intento recordar pero no sé a qué se refiere.

     — ¿Un tipo? —Zoe asiente.

     —Sí, un tipo alto, muy atractivo, fornido, vestía con una cazadora negra, debajo una camisa blanca, pantalones ajustados. ¿No recuerdas?  ¿En serio? ¡Yo aun en una súper cruda no lo olvido, Emma!

     —No. Nada... —hago una mueca.

     —Bueno, solo hablaron, estaban muy entretenidos...pero después lo dejaste solo en la barra y regresaste a bailar con nosotras. Bueno, me voy luego que recuerdes tienes que contarme que tanto hablaron tú y el hombre de la cazadora.

     —Está bien. Cierra la puerta con seguro—cierro mis ojos y ella deja un beso en mi cabeza luego pasa una mano para desgreñar mi cabello hecho nudos.

     Las imágenes de hace unas horas llegan de golpe, todo lo que bebí, ¡Podía hasta decir que tendría un coma etílico, pero no! Estoy...me siento en mi cama, estoy a punto de salir de ella mientras mis pies cuelgan en la orilla, todo lo que he hecho el día de ayer me recuerda lo que voy a hacer.

    "Un roto para..." llega ese pensamiento. Recuerdo haberlo repetido en varias ocasiones mientras daba tragos a mis bebidas que pasaban por nuestra mesa. "Una sección" Me levanto a toda prisa, me doy una ducha, hoy es el día en que llega el dueño de la revista y su hermana, había avisado mi jefa con antelación desde hace un mes y hoy tendrían la oportunidad de leer nuestros artículos antes de publicarlos. Agarro mis cosas, miro mi laptop abierta.

     — ¿En qué momento has salido de mi maletín? — La agarro y a toda prisa la guardo en su lugar, me doy una ducha, me maquillo como siempre, me pongo mi conjunto de dos piezas: pantalón de vestir gris oscuro y mi blusa blanca con un moño negro en el centro, se ve tierna y elegante a la vez, después de terminar y cerrar la puerta de mi departamento, bajo las escaleras con cuidado de no caer con mis zapatillas y me detengo cuándo miro el contenedor quemado, al llegar a la planta baja me acerco al contenedor: Todo está quemado, no se puede ver mucho, pero algo en mí se expande. Es como un sentimiento de culpa, quizás de decepción o de algo de venganza. Sonrío. — ¿Dónde habrá dormido, Timothy el imbécil? No es tu asunto, Emma Jones.

     He estacionado mi pequeño mercedes del año del caldo frente del edificio rustico de ladrillos. Bajo mi maletín de mi laptop, luego mi bolsa de mano y me abrazo unas carpetas a mi pecho. Hoy me había levantado con una visión.

     Y esa visión la voy a cumplir. ¿Cuántas mujeres no han pasado o están pasando por lo mismo? Sonrío mientras me dirijo a las puertas dobles de cristal, puedo ver mi reflejo en ellas, pero al dejar de prestar atención a mi alrededor, choco con el mensajero, intento reponerme rápido, miro a mi alrededor y no hay casi nadie. ¡¡Mierda!! ¡¡Mierda!! Acelero el paso, en lugar de esperar el elevador, subo las escaleras, son solo tres pisos... al llegar al piso intentando no parecer una persona que le hace falta cardio y que no está a punto de caer de un infarto con tanta escalera… me detengo en seco:

     — ¿Dónde está Emma Jones?—mi jefa pregunta, todos están haciendo un círculo, ella está en medio y luego baja sus gafas de pasta negra y me lanza una mirada hacia mi dirección, un hombre alto y de traje está a su lado pero no presto atención, del otro hay una mujer de baja estatura de pelo negro metida en un traje de marca, todos mis compañeros me miran con cara de: "Haz llegado tarde y vas directo a la guillotina, Jones"

      —Disculpen la tardanza, aquí estoy...—bajo la mirada y busco un asiento cerca, el silencio reina el momento, encuentro un lugar y mi jefa retoma su discurso.

     —Ella es Emma Jones, tiene la columna de los horóscopos semanales y consejos básicos de moda—levanto la mirada y unos ojos verdes me miran detenidamente, el hombre del traje que está al lado de mi jefa ladea la cabeza y entrecierra sus ojos. ¿Qué? ¿Se te ha perdido alguien igual a mí? Me irrita al ver que quiere una lucha de miradas, pero la esquivo al sentirme incómoda, luego la mujer del otro lado me sonríe.

     —Pero claramente no sabe de moda, Layla—todas las miradas se detienen en mí y alcanzo a escuchar: "oh, oh” pero no bajo la mirada a la mujer de pelo negro. Me enderezo y la enfrento.

     —Disculpe si no lleno sus expectativas en mi apariencia, si tuviera los millones que usted tiene, créame, sin duda anduviera en tienda y tienda comprando mucha ropa y un traje como el que usted tiene, pero mi salario apenas me alcanza para pagar un alquiler, comprarme la comida de la semana así como soñar con algún día comprar si quiera un pantalón para salir de fiesta.

     El hombre del traje qué está al lado de Layla mi jefa, sonríe sorprendido a mi respuesta, todos cuchichean algo que no alcanzo a escuchar, mi jefa tiene los ojos abiertos de par en par en shock y la mujer del pelo negro me mira con ira.

     — ¿Quiere decir que no les pagamos lo suficiente, señorita Jones? —pregunta el hombre del traje ahora sin esa sonrisa en sus labios.

     Mi jefa me mira con cara de "No hables, Jones, no hables" Pero algo me empuja hacerlo, quizás, ¿La nueva Jones? Me levanto de mi lugar dejando mis cosas dónde estoy sentada, levanto mi barbilla y me enfrento al hombre del traje costoso. Bueno, intento, ya que mi baja estatura no intimida a nadie.

     —Sinceramente somos la revista menos pagada en la ciudad de Los Ángeles. Si revisa detenidamente las cifras de las demás competencias, nosotros estamos en el último lugar, las ventas son demasiado buenas, puede que mi columna no tenga la audiencia que quisiera pero forma parte de ese porcentaje de ventas, mucha gente siempre está al pendiente de sus horóscopos semanales, —desvío mi mirada hacia la mujer de pelo negro—...puede que no vista caro pero eso no quiere decir que no tenga conocimiento de moda y visto decentemente. —Regreso la mirada al hombre del traje que no deja de quitarme la mirada—Todos hacemos un excelente equipo de trabajo, Layla así como el resto de la revista, amamos nuestro trabajo y las ventas lo dicen. ¿Pregunta si nos pagan lo suficiente? Sería mejor formular esto: ¿Usted cree que nuestro trabajo lo pagan lo suficiente bien?

     El ambiente se tensa, el hombre del traje piensa lo que le he dicho, ¿Cuándo Emma Jones enfrentaría si quiera a su propia jefa? algo en mí se hace fuerte, se empieza a renovar.

     Renovar.

     —Así que para aumentar más las ventas, podríamos renovar las columnas de la revista—todos me miran con cara de "¿Qué te has fumado, Jones?"

     —Renovar nos costaría—dice la mujer de pelo negro al hombre del traje costoso, los dos se miran detenidamente como si lo estuvieran debatiendo telepáticamente. Luego sus rostros viajan alrededor de la oficina, luego a nuestro equipo de trabajo. Finalmente ambos ojos verdes se posan en mí:

     —Lo tomaré en cuenta, ¿Qué les parece hacer una lluvia de ideas en equipo? —dice el hombre del traje mirando a mi jefa.

     Ella asiente aún en estado de shock.

     —Sí, claro. Lluvia de ideas—luego mira al equipo.

     —Tendrán la oportunidad de crear una columna, una columna que nadie tiene, ¿Tienes una idea Emma Jones? —dice el hombre en mi dirección con una mirada extraña. ¿Soy la única en esta habitación que tiene calor?

     — ¿Una? No, varias. Y una de esas aún estoy desarrollándola.

     —Tienes veinticuatro horas para entregarla a dirección, yo mismo la voy a revisar, depende lo que me entregues, es el sueldo que voy a asignarte, si merece aumento, lo tendrás.

     Dejo de respirar. ¿He escuchado bien? ¡Mierdas! No bajo la mirada, no me intimido.

     —Sí, señor.

     Dan los últimos anuncios: la estadía de un mes de los dueños de la revista y las ideas para renovar la revista para incrementar más las ventas, si sucede eso en el primer bimestre, tendríamos un aumento de sueldo. Todos aplauden de felicidad, motivados y emocionados. El hombre del traje no me quita la mirada de encima y entonces caigo en cuenta de algo cuando él me da una sonrisa ladeando su rostro de una manera casi familiar y luego desaparece dentro de la oficina de mi jefa junto con su hermana. Las imágenes de la noche anterior llegan de golpe en este momento.

     —Mierda. —siento un maldito escalofrío recorrerme de pies a cabeza, provocando que me estremezca.

Es el hombre de la cazadora.

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