El encuentro? Cap 3

— ¿Lista para mover el bote?— Ruedo los ojos y la miro. 

­— ¿Lista? no, pero ya qué camina— Agarro mis cosas y salgo de la oficina con Ivonne a mi lado dirigiéndonos al ascensor. Ella será mi guía turística. 

Llevamos quince minutos transitando por las iluminadas calles de Marsella, ni siquiera hemos llegado a donde sea que me lleva y ya estoy harta de escucharla parlotear sin parar de su nueva conquista, ni modo, supongo es lo que debe hacer una buena amiga, además de que esta vez no encontré ninguna excusa que darle.

La verdad es que ha sido un día agotador, preferiría estar dirigiéndome a casa ahora mismo para darle amor y cariño a mi cama sin contemplaciones. Pero claro, aquí va Cataleya Indhira Dunner sentada en el coche de su amiga­ — quien por cierto tiene un serio problema en la lengua ya que no para de hablar — complaciendo a todo el mundo, desde tiempos inmemorables. 

¡Bravo Leya! Aplausos por favor. 

—-Es que te lo juro Leya, es el hombre más guapo que he visto en mi vida— suspira como idiota enamorada y no puedo evitar reírme al pensar que es el quinto hombre del que queda flechada este semana. Sí, mi amiga, tiene más de un grave problema.

—Si no es que tengo mala memoria, creo que esa frase ya la he escuchado antes— sé que puede notar la ironía en mi voz, pero no le pone mucho asunto, ya que sigue en las nubes con su nuevo príncipe encantado.

Al llegar me sorprendo por la cantidad exasperante de coches que hay aparcados y se nos hace una tarea complicada estacionar en un buen lugar. 

¡Por Dios! Es viernes que esperaba. 

—Vamos, Sophie y Nathan deben estar esperándonos adentro ya— la veo bajarse del coche y la sigo.

Me pregunto cómo haremos para pasar la enorme fila que hay en la entrada, pero veo a Ive acercarse con confianza al hombre de seguridad para saludarlo coqueta, respondiendo con ese acto mi pregunta y este al instante nos deja pasar.

—Ves mi querida Leya, este es uno de los grandes privilegios de tener una vida sexual activa— me guiña el ojo y niego divertida.

Las luces parpadeando por todo el lugar me embelesan y la verdad es que el nombre del club se hace sentir, nada más entrar. Sensation es el club más grande y famoso de Marsella y a pesar de lo famoso que es, nunca antes había entrado. 

Dicen que el dueño tiene una loca obsesión por los colores, tiene varios clubes y en cada uno predomina un color distinto. Y por lo visto es así. En este club el color que más resalta es el verde. 

El lugar esta atestado de gente moviéndose al ritmo de la música latina alta que se escucha por todo el club. Nos movemos por el amplio lugar y me doy cuenta de que en una esquina hay una escalera que nos divide de la zona VIP.

Todo el espacio es bastante amplio, hay dos pistas de baile y una barra en cada extremo del club. 

Me dejo guiar por Ivonne, acercándonos a una de las mesas, desde lejos reconozco a Sophie y a Nathan — compañeros de trabajo— hablando animados, y en una esquina a un rubial que no había visto nunca en mi vida pero que le hace ojitos bonitos a la oji verde a mi lado. 

—Hasta que por fin llegan, nos adelantamos y hemos pedido una ronda de chupitos para todos. ¡Hoy es noche de Rumba! — Oigo a Sophie gritar mientras nos acercamos. Aún no ha terminado de hablar cuando agarro uno de los shots de la mesa y me lo bebo de una sola sentada. 

Siento el calentón corriendo por mi sistema y joder en serio que me hacía falta uno de estos. Siento sus miradas sorprendidas y enarco una de mis cejas en su dirección, divertida por la situación. 

— ¿Qué, acaso no puede beber?

—Así se hace pequeña. Por un día que no seas la responsable no se acabara el mundo— Ive se une a mí bebiendo su chupito, gritando de la emoción y luego los demás se nos unen entre risas. 

Me permito relajarme un poco, pero a pesar de todo mi cuerpo se mantiene alerta.

Llevamos varias rondas y de un momento a otro siento la mirada de alguien pegada a mi nuca, algo que me hace sentir incomoda. Miro a mi alrededor pero no veo a nadie observarme. Me acerco a Ivonne y le digo que iré un momento al baño, ella se ofrece acompañarme pero niego. 

Se ha pasado todo el rato coqueteando con el rubial, mientras que en el camino venía hablándome de un tal Zev, que conoció esta mañana en la oficina de la bruja. ¿Quién entiende a esta mujer?

Camino por el tumulto de personas y cómo puedo llego al baño, me echo agua en el rostro refrescándome por el calor infernal que hace y salgo otra vez a la multitud. 

Me encamino a la mesa y veo que Nathan se ha ido con Sophie a la pista de baile.

­—Si esos dos no se traen algo, te juro por Dios que me corto una teta— escucho la voz contentona de Ivonne y me rio por su comentario. Obvio que ella no se puede contener a decir todo lo que piensa. 

—Como quisiera ver eso — le digo y me rio con ella ya más tranquila. 

Tengo que dejar de ser tan paranoica, ya pasó todo.

—Iré a la barra a pedir algo, ¿te vienes? 

Me dice que no y me acerco a la barra un rato a pedir una bebida.

Me remuevo incomoda al volver a sentir la sensación de que alguien me observa. Esta vez, con la certeza de que no estoy quedando loca, miro arriba a la zona VIP y me encuentro con la razón de mi incomodidad.

Lo primero que capto a pesar de la distancia son unos intensos ojos azules mirándome. Mi cuerpo se eriza y miles de recuerdos amargos llegan a mí de la nada.

Aparto la vista y sacudo mi cabeza reprendiéndome por mis pensamientos. Me enderezo en el asiento y veo al chico de la barra que se acerca con mi Martini. 

—Aquí tienes preciosa. — le agradezco y bebo rápido de mi bebida. 

No es el Cataleya, tienes que tranquilizarte, No es el, ya no te puede hacer daño recuérdalo. Me repito como una mantra y respiro profundo. 

—No te había visto nunca por aquí— escucho una voz varonil a mi lado y me sobresalto por la sorpresa, pero rápidamente me recompongo. 

— ¿Sera porque no acostumbro a venir a estos sitios?— dirijo mi vista al hombre que me habla y por segunda vez, siento como si acabara de caer a un precipicio cuando mis chocolates se topan de frente con un azul eléctrico que me desconcierta.

Al estar frente a él, me doy cuenta que es el mismo hombre que me miraba desde la zona VIP y cierto nerviosismo se instala en mi al ver cómo observa mis facciones, curioso y no aparta su mirada de mi rostro. 

Es inevitable para mí observarle. Su pelo, sus labios carnosos, su nariz respingona y esos azules que me miran intensos.

Todo en él grita Sexo, es demasiado atractivo y su manera de verme me tiene acalorada y a la vez asustada. 

Joder, que maldita combinación. 

— ¿Te gusta lo que ves, muñeca? ­— sus labios se extienden en una sonrisa juguetona, enarco una de mis cejas bufando por su estúpida manera de llamarme y aparto la vista.

—No veo nada que pueda gustarme. — de reojo lo veo parado a mi lado y ni siquiera sentada llego a su altura. 

—Tu mirada te delata muñeca.

— ¿Podrías dejar de llamarme así? 

—Solo si me dices tu nombre.

Un especie de deja vu llega a mi mente y me pierdo por un instante en mis pensamientos. Pero así mismo como llega, hago que se vaya mi paranoia y me concentro en el espécimen de labios provocativos que me mira juguetón. 

Sin dejarme intimidar por sus azules y dispuesta a no dejar que mi pasado me atormente, le devuelvo la mirada.

— ¿Y cómo porque razón tendría que hacerlo? Lo siento, pero no acostumbro a dar información clasificada a desconocidos, muñeco. — repito con ironía en su máxima expresión la última palabra. Le guiño un ojo y me levanto de la silla para encaminarme a la mesa donde deje a Ive hace un rato, dispuesta a ignorarlo por completo.

Al pasar por su lado siento sus dedos agarrarse a mi brazo, deteniendo mi andar.

—Deaclan Müller, mucho gusto. 

Mi cuerpo se tensa, lo miro mal y me suelto de su agarre. 

­—No me interesa. 

Intento alejarme de él, pero no se da por vencido y me sigue los pasos de cerca. Cruzamos la pista de baile en este jueguito del gato y el ratón y en un movimiento inesperado me toma de la cintura, dándome la vuelta y haciendo que mi pecho choque con el suyo. Inconscientemente mis manos van a sus hombros para estabilizarme por el rápido movimiento y no caer. 

­—Insisto— trato de zafarme de su agarre, pero este me aprieta más fuerte contra él, haciendo que todo mi cuerpo sienta su anatomía. 

¡Dios bendito! Se nota que su cuerpo esta trabajado, todo en él se siente muy firme contra mí y mi periodo de abstinencia me está jugando una mala pasada con este hombre.

Ahora que lo tengo demasiado cerca, soy consciente de la diferencia de altura, mi cabeza le llega apenas al pecho y tengo que alzar mi rostro para poder ver sus azules.

—Empiezo a creer que tienes un serio problema con las negativas— bufo irritada, mirando por detrás de él, pero no encuentro a Ivonne por ningún lado. Necesito ayuda con este maniaco que no me suelta. 

—Sabes para ser tan hermosa eres demasiado malhumorada, es eso o le estas huyendo a algo muñeca. 

­—Yo no le huyo, ni le temo a nada— alzo mi mentón y me doy cuenta del error cuando su boca queda muy cerca de la mía y puedo sentir su respiración cosquillear en mis labios. 

—Llevo toda la noche observándote muñeca y por la forma en la que evades a las personas— comienza un recorrido por mi columna con una de sus manos y mi cuerpo entero se eriza, estoy reaccionando a su toque y no puedo permitirme esto— por la postura alerta de tu cuerpo al sentarte o caminar, sé que me estas mintiendo — susurra esto último casi rozando mis labios. 

Mi cuerpo se tensa, pero trato de que no se note y me alejo un poco de su rostro.

­—Vaya al parecer eres toda una joyita ¿Acostumbras andar por la vida acosando mujeres? Porque déjame decirte que eso es un delito.

Mi comentario le hace gracia, siento las vibraciones de cuerpo en el mío y vuelvo a la realidad de que aún no me suelta. Me remuevo en su agarre para tratar de soltarme esta vez.

—No sería muy recomendable que hicieras eso de nuevo— me quedo estática contra sus brazos, entendiendo muy bien a lo que se refiere. 

Vale, quiere jugar, juguemos entonces. 

Muevo mis caderas lentamente, pero esta vez con otra intensión, sus azules se oscurecen y su mirada se torna feroz. Me acerco a su oído y le hablo bajito. 

— ¿Y qué pasa si quiero? 

Me mira confuso por el cambio en mi actitud y lo miro sin apartar mi vista de esos azules que me atormentan.

Aprovecho su descuido y lo empujo fuerte haciendo que choque con alguien detrás de él. Les juro que no me quería reír, pero es inevitable hacerlo cuando la bebida de la persona que choco cae encima de él. 

No me quedo ahí para observar el desmadre que arme, así que me encamino rápido a la mesa donde estaba. 

Cuando llego no veo a Ivonne por ningún lado ¡Genial! Mi ánimo divertido cambia drásticamente, cuando soy consciente de que mi pasado me persigue. 

Aun no se en que estaba pensando cuando acepte venir aquí, me insistió tanto, que en serio llegue a pensar que sería buena idea salir un rato y despejar mis ideas, pero todo se volvió al revés. Sus ojos azules hacen aparición en mi mente otra vez y necesito aire, tengo que salir de aquí.

Dirijo mi vista a una de las pistas de baile y la veo muy entretenida bailando con un pelirrojo que le habla al oído. Me acerco a ella y la tomo del brazo despacio para poder hablarle. 

—Me quiero ir a casa, ya ha sido suficiente para mí. 

—Pero si llegamos hace nada, anda relájate y vente a bailar — respiro profundo.

—Ivonne, no quiero bailar, sabes que no me gusta. Solo vine avisarte que me iré, tomare un taxi así que no te preocupes. 

Le doy la espalda para marcharme y la escucho despedirse del pelirrojo.

—Espera Leya. — Al ver que me sigue, me detengo a esperarla y me habla alto para que pueda escucharla sobre la música alta que sueltan los altavoces. — ¿Pero se puede saber qué te pasa?

—No me pasa nada, solo que quiero marcharme ya, estoy cansada.

—Estas alterada Leya y hasta podría decir que pálida, sabes que puedes confiar en mí, ¿No?

No tengo chance de responderle cuando siento como alguien me empuja desde atrás.

¡Perfecto! Lo único que me faltaba para completar la noche, irme de bruces contra el piso por un borracho que se metió en mi camino. Al parecer esta noche se confabularon todos para joder a Leya. 

Cierro los ojos, esperando la caída pero los abro, al ser consciente de unos brazos fuertes que rodean mi cintura y que son la razón de que no bese el suelo, agradezco internamente porque me haya salvado de caer y pongo mi vista en el suelo, enderezándome en mis pies.

— ¿Sabes? Normalmente la gente se fija por donde va, para evitar desastres — Ive y yo nos giramos buscado al culpable y mi vista se encuentra con un castaño que me mira divertido. 

Definitivamente esta es una noche de locos, paso el dorso de mis manos por mis ojos para confirmar que el alcohol en mi sistema no me está jugando una mala pasada, pero no, es el. 

—No puede ser— lo reconozco y casi siento las lágrimas saliendo de mis ojos. ¡Dios ha pasado años! 

—Vaya, al parecer no dejas de ser una brabucona, conejito. 

—No seas tonto Evans— Joder, está aquí. 

No puedo apartar mi vista de él, se ríe de mi reacción y no pierde tiempo de meterse conmigo.

—Es obvio que soy un caramelito digno de admirar, pero por favor disimula un poco que te entraran moscas en la boca.

—Deberías sentirte alagado Chadd, no todos los días te encuentras con tu mejor amiga de la infancia en un antro. 

—Bueno cariño, en eso tienes razón.

—Yo siempre tengo la razón, idiota.

— ¿Así es como me tratas después de tantos años? Me siento muy indignado déjame decirte. 

—No seas payaso Chaddie. 

—Anda, ven aquí conejito — Me alcanza para abrazarme y me dejo envolver por él. Joder cuanto lo extrañé. 

—Chadd Evans, mira nada más, que pequeño es el mundo— oigo a Ive hablar tras de mí y de un golpe vuelvo a la realidad. 

El castaño me mira y mira a la oji verde a mi lado y repite el proceso varias veces. Miro a la rubia y nos reímos por su expresión consternada.

—Demasiado pequeño por lo que veo.

Intercambio numero con Chadd y quedamos de juntarnos mañana para hablar y pasar el rato. 

Cuando me marche de Polonia, me vi obligada a dejar mis amistades para mayor seguridad de todos. Para mí fue una completa sorpresa toparme años más tarde con Ivonne en la editorial. Y ahora de la nada me encuentro con Chadd, mi otro hermano mayor, el único que siempre confió y estuvo ahí para mi sin importar que. 

No volví a saber más de él, papa se encargó de alejarme de todos en su momento y no supe más de él hasta esta noche.

Ive y yo salimos del club y conduzco con su coche hasta mi casa, el mío lo deje en la editorial y se supone que ella sería la conductora designada esta noche. Pero cuando se pasa de copas solo le hace falta tocar algo mullido para caer en los brazos de Morfeo. Así que preferí no arriesgarme. 

Como puede sube conmigo al ascensor para subir a mi piso y nada más llegar se tira en el sofá. Sigo mi camino hasta el dormitorio y me encierro en el baño. Me doy un duchazo y me pongo el pijama. 

Me tiro a la cama dispuesta a dormir pero no hago más que dar vueltas durante horas, no sé porque de repente me siento tan inquieta y después de tanto intentarlo logro quedarme dormida.


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