—No muerdo —su voz llegó a mis oídos después de unos largos minutos en silencio.
Después de entrar, me tomé un largo baño, lloré en la ducha como por diez minutos hasta que me calmé y decidí dejar de pensar en ello por muy difícil que fuera. Pensarlo mucho haría que el trastorno se activase por completo y era algo que quería evitar a toda costa.
Mi psicólogo me dijo que, si lograba controlarlo, todo iría bien.
Tomé mis pastillas por si acaso y, sin perder más tiempo, bajé a la cocina. Desde entonces habíamos estado en completo silencio mientras veía a Kade cocinar no sé qué. No quería hablar porque estaba ligeramente impactada y porque estaba molesta conmigo misma por seguir teniendo contacto con un ladrón.
—Lo siento —susurré—. Es que aún no proceso tod