Capítulo 4: Soy un monstruo.

-¿Por qué los mataste Niño? Tú no eres así. Tú no matas a tus hombres sin razón alguna. Tú no eres un gonorrea cómo Sergio.

Suspiro.

- Sí que lo soy Victor.

- No,no eres igual a tu hermanastro Sergio. Al igual que has tratado a esa muchacha cómo una cualquiera. Nosotros somos unos malparidos, unos asesinos, pero en esta familia las mujeres se respetan Carlos y tú lo sabes, nuestras manos están manchadas de sangre, polvo blanco, dinero sucio. Pero jamás de maltrato,machismo, abuso de poder contra nuestras mujeres, ellas son lo único bueno de toda esta vida, bueno,ellas y la plata claro. Igual Niño, ellas son nuestra razón para volver a casa.

Vuelve mi salto molesto en mi estómago. La recuerdo bailando en medio de ese montón de pendejos gonorreas. Ella media desnuda. Cómo una puta. Ella no era la Andra que dejé en Cuba. Ella no era la niñita inocente con la que viví la mejor etapa de mi vida. La única etapa de mi vida que me permití ser un ser humano. Ser una persona común y corriente. Aquella en la que por un instante olvidé todo. Dinero, poder, deber, sangre, familia, venganza.

- Ella estaba casi desnuda Victor. Quisiera que vieras cómo la miraban ese montón de malparidos gonorreas. Además, ella no es ninguna santa. Eso te lo puedo asegurar. Ella no me engaña Victor, ya no más.

- Eso no justifica tu manera de tratarla. Te casaste con ella a punta de pistola. Prácticamente la violaste.

Bajo mi cabeza,cierro mis ojos, puedo ver sus ojos azules, sus malditos y hermosos ojos azules, puedo volver a ver su jodido cuerpazo que vuelve loco a cualquier hombre. Ella saca lo mejor...y lo peor de mí. Debía saber la verdad. Debía saber si aún sentía algo por mí. Por lo visto... Ya me olvidó, o peor, no la marqué, cómo ella me marcó a mí. Ahora me tiene miedo, me odia. Me teme como todos los demás. Error, todos los demás me respetan, tal vez por miedo,por admiración o simplemente por aprecio. He ayudado a muchas familias desfavorecidas, he donado dinero a escuelas públicas e Iglesias. 

Me volteo de la enorme ventana de cristal por la cual puedo ver uno de mis tantos latifundios de coca. Pertenece a mi despacho . Miro a mi mano derecha. Mi mentor en toda esta de vida que tengo. Me siento detrás de mi escritorio.

- Tuvimos que desviar nuestro aterrizaje tres veces. Él sabía dónde aterrizaría. Había un sapo entre nosotros. Era una trampa Victor. Él quería que fuera a buscar a Andra para atraparme de regreso. Por suerte uno de sus pendejos se descubrió solito.

Victor me mira en silencio. Sonríe con un brillo en sus ojos.

- Por eso los mataste.

Yo sonrío.

- El primero se rió porque Andra me llamó cabrón delante de todos. Los que trabajan para mí me respetan demasiado para reír en mi cara, sabes que nadie en todo Medellín tiene suficientes pantalones para reírse en mi cara, saben cuál serían las consecuencias. Los otros cuatro fueron los únicos que hicieron el intento de sacar su arma para meterme plomo.

- Pero El Niño es más rápido.

Yo sólo sonrío en silencio. 

Luego vuelvo a pensar en ella. Entró a la casa sin mirar a nadie. Me pidió que le indicara cuál era su habitación. Mis hombres la acompañaron.

No me importa, ella es mía, ella no volverá a ser la puta de nadie. Andra González es mía y de nadie más, le guste o no, ningún otro man la vuelve a tocar, no me da la gana, porque soy El Niño y punto.

Suspiro. Tomo un trago de aguardiente, me pego un viaje, limpio mi nariz. Miro a Victor aún sentado desde mi sillón.

-¿Cómo está mi hijo?

- Está perfectamente pero...

Alzo mi vista en silencio hasta sus ojos.

- Extraña a su mamá.

Siento una punzada en el estómago.

- Sabes porqué lo alejé de ella. Aún no sé cómo Sergio dió con Andra. Él sabe su rostro, pero no el de mi hijo. No sé cómo pudo encontrarla Victor. Yo nunca contacté con ella en ningún sentido por eso mismo,para no ponerla en peligro,nisiquiera tú sabías de ella. Nadie sabía de ella. No me puedo arriesgar a que lo encuentre lo usen en mi contra y luego cuando no sea de utilidad lo asesinen. Sabes que estamos en guerra. Sergio no va a para hasta acabar con cada miembro de esta familia, conmigo y...

Trago en seco.

- Si pasa lo peor. Al menos mi hijo estará vivo. Sabes que ni yo mismo sé dónde está en caso de que caiga,por su seguridad. Este lugar es seguro, es impenetrable, pero no me puedo arriesgar Victor. Debo encontrar al güevon hijoputa que me está jodiendo dentro del Cártel. Debo encontrar al sapo Victor. La persona que le está pasando información a Sergio. Pero sabes que no es tarea sencilla. Tengo prácticamente a un ejército en mi poder. Y no puedo ir asesinando a mis hombres como si nada. Sabes que aquí corre sangre cuando es necesario. Además, debo encontrar al pendejo Cártel que está de seguro ayudando al gonorrea de Sergio.

Victor me mira en silencio.

- Tiene tus ojos.

Siento una vez más una punzada en mi estómago.

Yo sonrió.

Recuerdo cuando Andra se acostó a dormir luego de haber consumado nuestro matrimonio. Mejor dicho... Nojoda ¡Nojoda! De acuerdo, lo acepto me pasé un poco con ella. Ella tiene la capacidad de hacerme ser un hijoputa sin sentimientos, pero ella no me engaña, puede que haya sido una m****a, pero a ella le gustó, de eso estoy segurito segurito cómo que soy El Niño, ella... no lo sé, su boca dice que me olvidó,pero su cuerpo dice algo totalmente diferente. Las sábanas nunca mienten, sus gemidos. Su organismo. Andrita, Andrita. Ella habrá podido estar con los hombres que quiera. Pero ahora es mi mujer y estará aquí hasta que descubra al pendejo que me quiere joder.

Igual. Luego de haberme abalanzado sobre ella con una maldita desesperación que ni yo me aguanto fui a verlo.

Estaba durmiendo. Martel y Samuel. Mis mejores hombres,los hombres a los que le confío mi vida estaban en la habitación. Le pedí que me dejaran a solas con él. Me quedé un instante mirándolo en silencio. 

Se parece a ella. Es hermoso como su madre.

Él abre poco a poco sus ojos. Puedo ver sus ojos verdes. Puedo ver mis ojos. Me mira asustado. No lo culpo. Soy el hijoputa que lo sacó de su vida cotidiana y lo separó de su madre.

- Hola.

Le digo sonriendo. Él me mira asustado. Trago en seco.

-¿Sabes quién soy?

Él niega en silencio.

- Soy tu papá.

Él no dice nada. Parpadea confundido.

-¿Papá? 

Pregunta confundido. Siento mi pecho más apretado. 

Yo doy gracias a Dios que envíe a mis hombres afuera para que no vieran mis pocas lágrimas. Nadie nunca me ha visto llorar. Nadie, absolutamente nadie me ha visto llorar. De hecho, esta es la primera vez en toda mi existencia que he llorado. Bueno...que recuerde. 

El Niño no llora. El Niño. Todos me llaman así por ser el Patrón más jóven en tomar el mando del Cartel de Medellín. Por ser un hombre con una bella sonrisa según las mujeres y un alma oscura según los hombres. Por ser el hombre que todos temen y respetan en Colombia. Bueno, les he dado razones para que me teman y me respeten, no lo voy a negar.

Toco su cabello castaño. Cuando conocí a su madre ella lo tenía de este color. Castaño claro. No sé porqué se tiñó de rubio. Su cabello natural es hermoso. No sabía que tenía un hijo hasta que me enviaron una foto de Andra y él recién nacido con un mensaje que tenía menos de 75 horas para entregarme sino los asesinaban.

Sólo necesité 24 horas para ponerlos a salvo. Con mi familia yo no pienso las cosas,mi familia es mi fortaleza. Es lo único que me da fuerzas para levantarme todas las mañanas, bueno, mi familia y la coca. Con mi familia yo no juego.

Con ella menos. 

Ella es intocable. 

Ella es mi ángel. Mi ángel de la guarda.

Nunca me imaginé que de nuestro idilio de tres meses surgiera este pequeño que veo fijamente mientras está acostado sobre una pequeña cama del Hotel Habana Libre. 

Trago en seco.

- Escucha. Mamá te quiere mucho, yo te quiero mucho. Con todo mi corazón. Pero debes ser fuerte. Papá arreglará todo y te dará una vida mejor, fuera de todo dolor. Sin sangre, sin muerte, sin negocios ilícitos, sin crímenes,sin enemigos, sin policías. Te lo prometo.

Él no dice nada. Beso su frente y lo abrazo. Él aún me mira sin decir nada.

Limpio mis pocas lágrimas y vuelvo a ser el Patrón.

- Nadie puede saber de él. Si algo le pasa a mi hijo saben las consecuencias.

Ellos asientan en silencio.

Saben lo que significa. Si ellos fallan en cuidar a mi hijo mato a su familia entera y luego los mato a ellos. Doy gracias al Señor que jamás he tenido que asesinar a mujeres con mis manos y menos a niños. Incluso los hijoputas como yo tenemos límites. Igual, conmigo no se juega. Ninguna vieja se atreve a enfrentarme, saben las consecuencias . Los niños...son inocentes, ellos son intocables.

- Sólo vuelvan cuando vean las noticias. En caso de que vean que terminé con Sergio lo traen de vuelta.

Trago en seco.

- Si ocurre lo contrario... No vuelvan nunca más ¿Está claro?

Ellos asientan en silencio.

- Si Patrón.

Dicen al unísono.

Veo una vez más a Victor.

- A mi me importa un carajo que me odie Victor, a veces hay cosas necesarias y esto, sabes que lo es. Andra no está acostumbrada a este mundo, ella cree que soy un monstruo sin sentimientos. De acuerdo, lo soy, no me da la gana que mi hijo sea asesinado por mis enemigos. Mi hijo no, él es intocable y punto. Si ella no lo entiende tendrá que hacerlo Victor, lo siento.

Victor asienta en silencio.

-¿Te llamó cabrón delante de todos?

Yo río por lo bajo. Victor igual.

- Si, no sólo eso. Me llamo hijo de puta.

Ahora Victor ríe con una carcajada. Se limpia las lágrimas de diversión.

- Se llevará bien con las demás.

Suspiro.

- Eso espero.

Siento un ruido fuera. Siento cristales romperse. Vienen del patio.

Victor me mira confundido. Yo tampoco sabía qué estaba pasando.

Salgo de mi despacho.

Alzo mi vista hacia el segundo piso. Es ella. Está lanzando por el balcón todos los arreglos de rosas rojas, sus favoritas. Les pedí a mis hombres que los compraran para ella y los pusieran en su habitación mientras dormía. Creo que eran unos cincuenta arreglos por lo menos. Todos los arreglos venían con sus búcaros de cristal. Caían al piso y se rompían, dejando rastros de cristales rotos y rosas en el piso de piedra en medio del patio.

-¿Se puede saber cuál es ese ruido?

Pregunta mi madre a mi lado. Ella alza su mirada hasta el segundo piso.

- Hola Mamá.

La saludo sin apartar mis ojos de ella. Cuando está molesta luce hermosa. Bueno...ella es una Reina, ella lo sabe. Me dan más ganas de comérmela cada vez que la veo así. Por desgracia...no me quiere cerca. Lástima, la podría hacer muy pero muy feliz. Cómo sé que a ella le gusta, cómo hace seis años atrás. 

- Hola hijo.

Responde mi madre mirándola fijamente.

-¿Qué es todo ese alboroto?

Pregunta ahora mi hermana menor Gimena. Ella desvía su mirada de mi persona a mi esposa.

- Hermano. No sabía que habías llegado.

Dice mirando el espectáculo de Andra.

- Hola Gimena. Llegué está mañana.

Ella hace un gesto con su cabeza en silencio en señal de acuerdo, te perdono. No aparta los ojos de Andra.

-¿Quién carajo está haciendo todo ese ruido que despertó a Vicky? La va a tener que volver a dormir. Yo no aguanto una hora más en ese sillón tratándola de dormir.

Ahora está a mi lado Sulema, la esposa de Victor. Está esperando su segundo hijo. Victoria, su hija mayor de ocho años es muy traviesa. No le gusta dormir en las noches. Ella alza la vista hasta el segundo piso.

-¿Quién es la loca?

Pregunta señalando a Andra.

Yo suspiro en silencio. Todas voltean a mirarme.

- Es su esposa.

Escucho decir a Victor detrás de mí.

-¿Qué?

Preguntan todas al unísono realmente sorprendidas.

- Es...es una larga historia.


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