Agatha
Soy una estúpida, él solo me estaba defendiendo y yo como siempre le insulte. Mis lágrimas calientes se deslizan por mis mejillas, me las limpio con el dorso de mi mano. Me duele el pecho y aun no entiendo porque tengo ese afán de protegerlo siempre.
No quiero que nunca nadie le haga daño, pero soy la primera en herirlo.
Hay una luna llena preciosa y una brisa fría que me hace aferrarme a mi cuerpo. Sigo trotando, pero estos tacones me están matando. Paro y me los saco, para correr con más fuerza.
Llego a la entrada del edifico, con los tacones en mi mano, mi respiración esta agitada y tengo que tomar grandes bocanadas de aire para que le llegue oxígeno a mis pulmones.
Trato de serenarme y con toda la personalidad que no tengo, entro.
Varios hombres están en el hall de la entrada sentado en sillones viendo televisión, algunos me observ