Capítulo I La Ciudad

598 años después...

Corria lo más rápido que sus diminutas patas le permitian, como extrañaba transformarse en un gigantesco lobo… tenía casi 600 años, eso quería decir que ahora sería más grande e imponente de lo que era cuando tan solo era un chico.

Se detuvo un momento para olfatear el aire helado de las montañas de Alaska, esa manaña unos idiotas cazadores le daban caza. Pero jamás lo atraparian, con los años se había vuelto maduro y más astuto. Aprendiendo a valorarse por si solo, era un lobo solitario ni siquiera se tomó la molestia en mezclarse con los lobos comunes. 

Desde su exhilio decidió emprender su cruzada solo… aún no superaba que su propio padre lo echará de la manada, había sido muy duro ser rechazado por su gente ya que no era uno de ellos… bueno, al menos no físicamente. 

Al día siguiente del hechizo de la vieja bruja despertó en su habitación, pero no estando en su forma humana. Lo primero que noto fueron sus patas negras y cortas… Era un lobo común, de los que corrían por el bosque salvajemente. Tan pequeño,  de color negro con los ojos azules. No combio mucho, solo la estatura.

Luego de darse cuenta de lo que era, enfoco a su padre parado en la puerta de su recámara. Su expresión de decepcion era notoria, detrás se encontraba su madre llorando con mirada triste.

—Tu imprudencia e infantilismo te llevaron al límite Arquímedes. Escucho la voz de su padre en su cabeza, pero sus labios no se movían.

—Padre, esa vieja bruja me hizo algo.

—¡Lo se! Y Por esa razón me veo obligado a exhiliarte de la manada.

—¡¿Que?! ¿Porque? Este se pone en cuatro patas.

—No eres uno de nosotros, solo eres un lobo más… y hasta que no deshagas ese hechizo que te han puesto no regresaras a casa.

—Padre… esto es injusto.

—¡Es mi última palabra! Marchate, y regresa cuando seas un hombre maduro y responsable. Y sobre todo, te hayas desecho de ese mald… de ese hechizo.

El hombre de facciones duras se aleja de la habitación junto con su esposa. Arquímedes no entiende porque por un estupido hechizo lo corrieron. Era más fácil presionar a la vieja bruja para que levantará lo que hizo. El pequeño lobo no tuvo más remedio que afrontar las consecuencias de sus actos. Su padre ya no perdonaría o taparía sus travesuras.

Desde estonces vagaba por las montañas de Alaska alejándose cada vez más de la manada Eclipse… ya no estaba seguro si algún día pudiera regresar, ya que el hechizo solo podía ser anulado cuando encontrará a su mate y está se emprendara de él. Ya eran muchos años los que tenía fuera de casa, e imagino que sus padres volvieron a tener más hijos, quizás… quizás ya no lo necesitaban.

Después de muchos años de soledad los había dejado de escuchar en su cabeza. Y a decir verdad, se sentía más como un lobo común que como otra cosa. En eso su nariz los olfateó, eran como unos ocho tíos todos armados… cada vez eran más los que andaban detrás de él…

Pero que culpa tenía… necesitaba alimentarse y esos estúpidos cazadores no recogían las presas que cazaban a tiempo. No era tan idiota como para ver atrapado su alimento en una trampa para osos y dejarlo pasar cuando su estómago rugia de hambre. Continúo corriendo como loco tratando de alejarse de ellos, podría ser hijo de un alfa pero a raíz de ese bendito hechizo simplemente era un simple lobo débil.

Corrió hasta un peñasco por la espesa nieve con bastante dificultad… era tan gruesa que la mitad de sus patas se hundía. Si estuviera convertido en su lobo hace rato que los hubiera dejado atrás… pero tenía que arreglarsela como podía. Al llegar al final se fijó que era un descenso muy empinado, quizás pudiera lastimarse. 

Lo único positivo que le quedó de ser un lobo, era que su cuerpo se regeneraba ante cualquier herida. Era doloroso, a ninguno le gustaba lastimarse porque el proceso de curación dolía lo podía certificar, tantas batallas que tuvo con animales más grandes que él le dejaron serías heridas importantes que al final sanaban. Escucho a los cazadores más cerca, comenzaba a impacientarse. Dudoso de si saltar o correr hacia otra parte ¿Pero donde? Estaba rodeado.

De la nada un humano vestido de blanco salió de unos pinos apuntándole con su rifle, ¡oh m****a! Se dice Arquímedes para sí mismo al verse atrapado.

Un disparo…

La blanca nieve comenzó a pintarse de rojo, mientras un lobo de pelaje negro caía del peñasco cubierto por la nieve. El animal rodo, y mientras descendía iba golpeando todo su cuerpo por las pocas rocas que había en el camino. Con cada golpe se quejaba, el dolor era insoportable. Hasta llegó a pensar que no sobrevivirá a una caída como esa.

[...]

El cuerpo lobuno de Arquímedes yacía en un colchón de nieve, la brisa traía consigo más copos de nieve que empezaba a cubrir el grueso pelaje de animal. Después de haber caído de lo alto había quedado inconsciente, pero la nieve sobre el comenzaba hacerse más gruesa lo que hizo que el lobo despertara completamente adolorido.

Como pudo se puso en cuanto patas, al final el cazador si le había disparado dándole justo en el muslo de una pata. Si hubiera sido un lobo común ya estuviera muerto, bien sea por el disparo o por la caída. Camino por la torrencial lluvia de nieve, su nariz no olía nada más que hielo. No sabía dónde estaba, solo continuaba caminando cogeando de una pata. 

Si no se sacaba esa bala jamás cerraría la herida y no pararía de sangrar y eso sí que sería un problema, porque un lobo de su estirpe podría morir desangrado. No era un maldito inmortal… camino sin ningún tipo de orientación, no supo cuantas horas llevaba arrastrando sus patas. 

Estaba muy débil… no creyó poder seguir caminando, cuando de pronto escucho mucho ruido. Despertó su curiosidad, así que reunió todas sus fuerzas para llegar a ese sitio ruidoso. 

Salió de entre unos arbustos dándose cuenta que había llegado a la civilización. Había una carretera que al cruzarla daba con la ciudad.

Siempre se mantuvo alejado de las ciudades o pueblos, prefirió quedarse en las montañas era más seguro para un hombre lobo. Los humanos no se tomarían nada bien ver a un pequeño lobito transformase en hombre. Pero, ¿Que otra opción tenía? Esos cazadores podrían estar siguiéndolo. 

Contra todo riesgo, sacudió la nieve de su cuerpo peludo emprendiendo la marcha hacia esa ciudad...

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