Capítulo 3

Algunas horas más tarde...

Ama al pobre.

Para las personas que todavía no han tenido el privilegio y la dicha de conocerme, soy Giotto Marchetti. Un apuesto hombre y la bendición de mucha gente. Gracias a mí, un pequeño tercio de la población de este país, tiene empleo. Lamentablemente no soy el dueño de la empresa, pero hago mi mejor esfuerzo por traer dinero a la mesa de todos. 

De verdad soy un gran tipo. 

No es por presumir, quiero aclarar que soy un sujeto humilde, pero no puedo tapar el sol con un dedo. Simplemente soy el mejor en todo. Desde pequeño fui sobresaliente y físicamente al ir creciendo, me convertí en el dios griego que las mujeres siempre desean. 

En efecto, soy deseado.

—Gio, ¿en qué estás pensando ahora, hijo? —pregunta mi hermosa madre.

Ella es una guerrera y todo pelea. Sus decisiones la llevaron a ser una de las mujeres más prestigiadas en cuanto a la clase alta. Es la organizadora de eventos más buscada de Europa, pero estoy en desacuerdo en una de esas decisiones. 

Eligió el amor antes que el trabajo.

Sí, lo sé. Aunque ella está increíblemente bien económicamente porque mi tío es extremadamente rico, no quiere decir que este de acuerdo en que siempre tome malas decisiones. Ella es estupenda, pero el resto de la clase común, eligen el amor y se mueren de hambre.

Cuando el mundo se dé cuenta de que: Amor con hambre no dura, ese día dejarán de romántizar la miseria y dejarán de decir que el amor todo lo puede. Porque sí, es delicioso hacer el amor con quién amas, pero si tienes para comer tres días sí y seis no, ¿cuánto vas a soportar? Seas hombre o mujer, ¿cuánto debes soportar por amor hasta darte cuenta de que la relación más estable y fuerte, se quiebra si falta dinero? 

No porque Camilo diga que no tiene para darte un peso, pero si tiene para darte mil besos, quiere decir que todos los hombres sean Camilo. Primero, él tiene dinero y segundo, está romantizando la pobreza.

Así que no estoy de acuerdo en promover la pobreza.

—Que estuve escuchando una canción de un sujeto de habla hispana y he quedado impactado de lo mal que está este mundo —mi madre me mira con gracia—. Venga, mi chófer es mexicano y es el tipo más increíble que conozco y ambos estamos indignados de esa canción. Me estuvo explicando la situación y quedé muy sorprendido.

—Sí, y no te olvides que también lo odiabas porque no te trataba como te lo merecías —toma de su jugo—. Óscar es un gran hombre y muy admirable. Todavía no sé cómo es que te ha soportado todos estos años.

—Era un crío y ya he cambiado muchísimo. Además, Óscar me ama, no tiene quejas de mí. Se adapta a la perfección conmigo y podemos tener desacuerdos con lo que respecta a mi genial personalidad —agrego—. Mamá, he cambiado muchísimo, ¿por qué nadie se da cuenta?

—Porque acabaste una cafetería hace unos días por la simple razón de que no te atendieron rápido. Además, una persona que cambió y es humilde, no vive diciendo eso —hago una mala cara—. Estoy completamente de acuerdo con que este mundo es una completa corrupción, pero debemos marcar la diferencia con trabajo duro y tener sentimientos para no perder el sentido de humildad.

—Te informo que a la empresa le ha ido de maravilla desde que soy lo que describes, solo que no romantizo la pobreza. El tiempo es dinero y créeme, mamá, que si tu esposo no estuviera bañado en dinero, tú fueras la primera en irte —cruzo mis brazos al verle media sonrisa.

—Cariño, en mi caso no hubo términos medios. Nunca podré imaginar a Alek de otra manera porque él simplemente no me permitió verlo así —estira su brazo sobre la mesa y juega con sus dedos para que la toque—. Solo te pido, mi pequeño gran muchacho, que dejes de ser un imbécil y tengas más sentido común.

Es bonito cuando ella me habla así. Eso quiere decir que estoy haciendo las cosas bien y ella está orgullosa de mí.

—Si tan solo me dieras la empresa…

—¡Giotto, por favor! —retira su mano cuando yo la iba a tocar—. Es que ninguno de ustedes tiene sentido común. Antonella, Lukyan y tú se creen superior al resto y si les damos el poder que tanto desean, serán unos dictadores —frunce el ceño—. Ninguno sabría controlar tanto poder y un hombre con mucho, la ambición y las ganas de querer más, los va a volver ciegos.

—¿Y eso es malo? Soy lo suficientemente capaz de nivelar las cosas, Arya. Que tú no las quieres ver, es diferente —suspiro molesto.

—Destruyes las mini empresas, eres cruel con tus empleados. No les das la oportunidad de un nuevo trabajo. No los asciendes, no les permites hablar. Te tienen miedo a ti a los otros dos idiotas que te acompañan a dónde sea. ¿Crees que Aleksandr te dará la empresa? —niega con la cabeza.

—Pues sí, pero Lauren, Donato y tú, no —hago una mueca de desagrado—. Mis empleados me respetan, me aman y alaban mi ser, pero tú ni nadie está preparado para esa conversación. La diferencia de mis tíos y ustedes es que las cosas las hacemos como ellos.

—Ellos son mafiosos, ustedes no y deben dejar de creerse unos. Actúen normal y jamás permitiría que hagan las cosas a su modo. Bastantes quejas y psicólogos se han tenido que pagar a los pobres empleados a los que les destrozan el autoestima —me mira desafiante.

—Generación débil y llorica. No cambiaré mi manera de ser cuando no le veo fallos. Si les gusta bien y pues me valen tres hectáreas de verga lo que piense el resto. Soy perfecto y sigue pagando el psicólogo a desconocidos, que ese dinero sale del bolsillo de la empresa que estoy llevando a la cima —respondo con frialdad.

—Me decepcionas, cada día estás peor y no sabes cómo odio que los niños que tanto amé, desaparecieran y se hayan convertido en un saco de huesos sin ningún tipo de humanidad ni humildad —sus ojos se cristalizan.

—Es lo que hay y las cosas van bien —suspiro y cierro los ojos—. ¿Van a sacar a Alexia de la empresa?

—No —dice tajante.

—Que pases buenas tardes, Arya —me levanto de la silla.

—Siempre es un placer ser la piedra de tu zapato, cariño —se levanta de la silla—. Estuvo delicioso el almuerzo, para la próxima llévame a comer tacos o paella. No me gusta la sopa.

Se acerca donde estoy y me da un beso en la mejilla para luego irse. Así son los almuerzos con ella. Bastante típicos y llenos de mucho amor. Me molesta su actitud la mayor parte del tiempo, pero es lo que hay. 

No cambiaría por nada del mundo a mi madre, pero tal vez, solo tal vez, desearía que ella confiara un poco más en mí y en mi sentido de hacer las cosas.

Del resto, la amo.

***

Voy caminando por el piso donde se encontraba mi oficina, todos estaban trabajando tranquilamente, cuando me vieron llegar solo hicieron como que no existía y siguieron en lo suyo.

No es miedo, es respeto y eso me lo he ganado con mi buen trabajo.

Entro a mi oficina y veo un sobre blanco en mi escritorio. Sonrío ante la excelente eficiencia que tiene mi personal a la hora de investigar a la gente y también puede ser peligroso para esa chica porque es fácil describir sus cosas. Tomo asiento, agarro el sobre y lo abro, sonrío nuevamente al ver la foto de la reina de Narnia y otras personas más.

Y mi madre se queja porque hago las cosas como su esposo.

Es bueno que mi tío sea mafioso.

Confidencial:

Lady Alexia Nellie Victoria Henderson-Bassh. Lady de Suecia y princesa de Finlandia, 1ra. en línea de sucesión del trono finlandés. 27 años de edad. Diseñadora gráfica y licenciada en historia universal. Graduada con honores de la universidad de Londres.

Mujer inteligente, me agrada. Que bonito que la hice mi asistente.

—Ok, esto no me interesa… esto tampoco… que aburrido la sangre real. Falta nada más que digan que tienen más pedigrí que yo y eso es imposible —voy pasando las hojas hasta que veo una foto de un guardia real—. Esto si me interesa… mucho.

Jasper Virtanen. Ha sido guardia real de Lady Alexia. Familia humilde y se rumoraba que mantenían una relación en secreto, pero solo son mejores amigos. Nacido en Filandia hace 36 años, es considerado uno de los mejores hombres de la guardia real.

Es un viejo. 

Ya debería retirarse y no cuidar a niñas malcriadas. Espera… ¿qué edad tenía la mocosa?

Ah… tiene 27 años.

Igualmente soy muy apuesto para ella, pero sé que mantiene una relación con ese hombre. Dejo los papeles en el escritorio y dirijo mi mirada a la mujer pelinegra que está sentada en su cubículo muy concentrada.

Estoy aburrido.

—Alexia, ven a mi oficina ahora mismo, por favor —digo, cuando presiono el intercomunicador, ella da un pequeño brinco en su silla y se lleva la mano al corazón, me mira enojada y con mala gana, viene hacia mí—. Ya está molesta y solo quería saludarle.

La mandaré a controlar su ira.

—Estoy trabajando, ¿cómo se supone que seré una excelente y espléndida asistente si ni trabajar dejas? —se queja al entrar a la oficina.

—¿No me vas a preguntar cómo me fue con mi madre? —se detiene frente a mi escritorio con mala cara—. Deberías haberme tratado mejor.

—Pero no conozco a tu madre o a tu familia. ¿Por qué tengo que preguntar por ellos? —se cruza de brazos—. No te estoy tratando mal, además, las cosas se ganan y tú solo te has ganado mi desprecio.

—Bueno… después no digas que no te lo advertí —me levanto de la silla, camino hacia mi bar que está en una esquina que armonizaba mi fría oficina y presiono un botón, que cubría los vidrios ahumados de mi oficina con cortinas especialmente diseñadas para retener el ruido—. Eres novia del guardia real al que debías darle la dirección del departamento. 

Ella abre los ojos sorprendida y yo solo puedo reírme. 

Que fácil te descubres.

—¡No! Él solo es mi mejor amigo, nos hemos criado juntos y…

—Te enamoraste del pobre —sus ojos se inyectan de ira—. Amor con hambre no dura. Venga, he dicho tantas veces esta frase hoy, que pagaré por adueñarme de ella.

—La amistad entre un hombre y una mujer existen, genio —entrecierra los ojos—. ¿Me estás investigando? ¡Puedo hacer que te corten la cabeza o simplemente te voy a demandar por acoso! 

—Deberías más bien es mejorar tu servicio secreto. Es muy fácil dar con tu información personal —finjo estar indignado—. Lo saqué de internet con solo googlear tu nombre.

Va directamente hacia mi portátil e intenta usarla. 

Que adorable, le bajaré el sueldo.

—Está bloqueada, genio —me acerco a ella cuando la veo sentarse frustrada—. Tengo mis maneras de conseguir cualquier información de simples seres humanos —ella se aleja lo más que le permite mi silla, su nariz está tan cerca de la mía, que la rozo por el simple placer de verla enojada—. Tu actitud me dice que ese tipo anda contigo, pero déjame decirte que él no es hombre para ti.

—¿Entonces tú si? —me enfrenta, miro sus carnosos labios y luego a sus ojos llenos de rabia—. Eres un bastardo y ni creas que esto se va a quedar así.

—Una palabra mía y mato dos pájaros de un tiro —frunce el ceño sin entender—. Te echan de Narnia y a tu caballero de la armadura oxidada, lo tachan de todos lados.

—Eres tan despreciable —me toma por la corbata—. Algún día te vas a enamorar y yo me voy a burlar de ti porque serás tan miserable, que no voy a permitir que seas feliz. Te vas a quedar solo porque nadie ama a basuras sin corazón.

¿Ouch?

Trago grueso.

—No necesito amor porque puedo comprarlas —la tomo por la parte de atrás de su cabeza—. Cualquier mujer será feliz de tenerme en su vida. No hables majaderías que después te vas a tener que tragar.

—Nadie te desea, solo sienten miedo y repulsión por ti. Todos te odian y están esperando que falles para que te echen y veas tu mismo que no eres nadie. Solo te alaban las mismas cuatro personas, pero solo lo hacen por el dinero. Vales solo monedas, pero como persona no sirves —en cada una de sus palabras, sentí su desprecio hacia mí, pero sinceramente, no me importa.

Tengo una personalidad retorcida y amo ser un bastardo.

Eres la segunda mujer que finge odiarme y eso mi mente no lo podrá procesar.

—Pero tú me deseas —me burlo, ella me da una patada en la entrepierna, que me tumba de inmediato al suelo—. ¿¡Mis jodidas bolas que te han hecho!?

—¡Te odio, eres despreciable y el ser que más aborrezco en mi vida! —gritó y salió de mi oficina, dejándome tirado en el suelo.

—Le gusto, solo que es tímida y tiene el síndrome de amar a un uniformado —digo cómo puedo, ya que la falta de aire y el dolor en mis ternuras internas, me estaba matando.

Espero no quedarme sin descendencia.

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