Capítulo 1

*—Shanna:

Era una de las esas personas que odiaba los lunes. Antes, cuando iba al instituto, los amaba. Era su día favorito de la semana. Comienzo de semana, la gente tiene pilas nuevas, eran geniales para ella, pero desde que salió de este y luego duro un tiempo vagueando en casa, se dio cuenta de que había estado tan equivocada y después cuando empezó a trabajar para uno de los más jóvenes y reconocidos abogados de la ciudad, Nicholas O’Brien, comenzó a tener otra idea peor que estar equivocada.

Era un infierno.

Si le preguntaban a Shanna McKay si era divertido trabajar para su jefe, iba a decir que prefería comerse una caja de tachuelas oxidadas antes de admitir eso. El hombre era un ogro, peor que Shrek, parecía como si su madre cuando iba a dar a luz de él, hubiese hecho un pacto con alguien para dejar de sentir el dolor de salir de cuentas, porque su jefe era horrible. Tenía mala suerte.

Bufo molesta mientras veía la pantalla del ordenador oscurecerse. Lo peor de todo es que no podía renunciar. Su amado y amable padre le había conseguido aquel trabajo, luego de que se vieran en una situación algo deplorable, se habían visto hasta el cuello de deudas pero gracias al esposo de su hermana menor, Christopher Bryant, todo se había resuelto. Shanna había visto la gloria cuando supo que Christopher Bryant las había pagado pero luego había visto el infierno cuando su padre le dijo que no podía dejar el trabajo antes de que se cumpliese el año, ya que ese había sido el trato que había hecho con Nick para dejarla trabajar allí.

No lo entendía. Era una chica de 20 años, sin título universitario y sin experiencia en nada más que saber comprar ropa y música, y el hombre no la dejaba ir a pesar de que había hecho muchas cosas malas para que su jefe se hartara de ella. Soltó una risita, si había hecho cosas malas, como derramar café caliente tanto en su escritorio como en su jefe en sí, dañar el ordenador que usaba más veces de la que podía recordar, confundir archivos, dar los datos incorrectos, confundir las citas con los clientes de Nick, había hecho muchas cosas incorrectas para su jefe que se merecía el despido, pero que va, él seguía sin despedirla. En verdad que no entendía.

Movió la cabeza mientras sonreía y movía el ratón del ordenador para seguir con su “trabajo”. Aun no veía el día de irse de allí y solo llevaba siete meses trabajando para Nick, le faltaba otros cinco meses más para decirle adiós a aquel cretino.

Su vida no era para nada divertida y la cosa se había puesto peor que nunca.

¿Qué había estado pensando aquel día?

Había cosas que la gente no podía hacer y definitivamente esa debió de ser una, pero que va, su cuerpo, el muy traidor, la traicionó cuando más lo necesitaba. Este… soltó un gemido de lamento. Aquel cuerpo tan traidor había cedido por una noche a los encantos de Nicholas Alexander O’Brien, si, sabía su nombre porque tenía que saberlo. La cosa es que… que se acostó con él y desde entonces, su jefe se ha vuelto un grano en el culo.

Se rio cuando escribió exactamente “grano en el culo” en el documento que había estado trabajando. Lo borró y siguió trascribiendo. Él era tan loco y bipolar. Su síndrome premenstrual era una mierda delante de Nick. Había que andar de puntillas cerca de él porque no se sabía de qué humor se encontraba el hombre, parecía una mujer en su periodo.

—Veo que estas divirtiéndote—dijo una voz masculina.

Shanna se frisó en aquel momento. Mierda. Hablando del rey de roma. Uno no podía ir por ahí pensando en aquel tipo y burlarse de él sin que este apareciera, era como si el hombre tuviese un radar, que se activaba cuando las personas pensaban en él. La chica volvió a su forma normal y cuadrando los hombros, levantó su mirada hacia los ojos fríos y de un tono gris azulado de su jefe.

—No estoy divirtiéndome señor O’Brien—dijo Shanna con su mejor tono y siendo educada—Estaba pensando en algo que paso y me ha causado risa—le informó por si acaso quería saber más detalles, lo cual, era siempre. Su jefe era tan metiche.

—Quita el señor O’Brien, Shanna—dijo Nick imitando su tono cuando mencionó su propio nombre—Sabemos que deje de ser el señor O’Brien en el momento en que puse mi polla dentro de ti—dijo sin tacto alguno y con una sonrisa peligrosa.

Shanna se quedó mirándolo y luego puso los ojos en blanco. En verdad que el hombre era un ogro. ¿Qué no podía ser un poco más suave y menos prosaico? Las apariencias definitivamente engañaban porque sabía que debajo de aquel hombre de traje elegante y gélida actitud se encontraba el hombre más sucio que se había encontrado en su corta vida.

No contestó y vio como la sonrisa de su jefe se abría más, casi así que parecía de un maniático. En verdad, ¿qué droga se había fumado ella aquel día en que le abrió las piernas a su jefe?

—¿Te comió la lengua el gato?—preguntó su jefe con un tono juguetón.

¿Ahora intentaba bromear? Oh. Ya entendía. Le echo una rápida ojeada al calendario de mesa sobre su gran escritorio. Le llevaba la cuenta al maldito de su jefe. Era como si él tuviese un ciclo menstrual pero sin sangrar, tenía marcado los días en que su jefe estaba fuera del ciclo, y solo eran pocos días, 8 exactamente y el resto de los días del mes, era su “periodo menstrual”. Hoy era uno de esos ocho días.

—No—dijo Shanna y sacó su lengua para después entrarla—¿Ve? La sigo teniendo—dijo siguiendo con su juego, sabía que si empezaba a ignorarlo, Nick comenzaría a molestarla más.

Él asintió mientras se acariciaba la barbilla.

—La veo—dijo y se relamió los labios—Rosada y seductora como siempre.

Aquí volvíamos. Shanna sonrió con una sonrisa falsa y bajo la mirada hacia el ordenador, quizás Nick captaba la indirecta y se iba. Puso los ojos en blanco. ¿A quién iba a engañar? Él la captaría, si, lo haría, pero se quedaría solo para seguir molestándola. Lo que no tenía que pasar por otros. ¿Por qué mierda su padre la mando a trabajar para Nick a ella y no a Brianna? Estaba segura de que Nick no intentaría joder con Brianna, su hermana gemela era un angelito tan dulce que cualquiera se derretiría ante ella y el corazón de su jefe, definitivamente necesitaba aquello.

Un rato en silencio hasta que fue roto por Nick.

—Termina con eso y vámonos de aquí—espetó Nick—Quiero irme a casa y quiero que vayas conmigo.

—¿Qué?—preguntó Shanna. ¿Irse con él? Debía de estar loco, oh, bueno, si su jefe estaba loco. ¿Por qué seguía dudándolo?

—Sexo—dijo Nick—Te necesito para ello.

Aquí venia… ¿Qué había hecho para merecer esto? Había sido una niña buena… Okay, no, pero no había hecho cosas malas. Santa le regalaba cuando había sido una nena, eso quería decir que no estaba en la lista negra y que no se merecía nada de esto.  Entonces ¿Por qué? ¿Por qué tenía que soportar esta mierda? ¡Este puto acoso!

—Lo siento—se disculpó ella negando con la cabeza—No puedo.

—Eso dijiste ayer—se quejó Nick.

Shanna hizo una mueca. Si, lo dijo ayer, el día anterior y los otros días anteriores. Desde que se acostó con él, y de eso fue hace dos meses, el tipo había insistido, cada día después de la jornada de trabajo “llevarla” a casa y lo decía en comillas, porque sabía que él no la llevaría a su casa, si no a la de él para “tener” salvaje sexo con Nick. ¿Por qué no entendía que no quería repetirlo a pesar de que el hombre era una maquina en la cama y quizás le había dado el mejor sexo que había tenido en su vida? Desde entonces solo había intentado evitarlo, inventándose excusas y a veces diciéndole rotundamente NO. Nick O’Brien no entendía. Un NO para él era como un SI.

—Sí, se lo que dije pero no puedo—continuó ella negándose. Ya estaba bueno, tenía que plantar los pies en la tierra y entender que no volvería acostarse con él otra vez. Había sido un error, un grande error. Ya lo tendría en mente para fines futuros.

—¿Quién te llevara a casa?—preguntó Nick con una sonrisa maliciosa, como dando a ver que él era el único que podía llevarla a casa. ¡Qué tonto!

—Brianna—dijo rápidamente Shanna el nombre de su hermana gemela.

Le había mandado un mensaje a su hermana gemela hace unas horas. Bufo molesta. Había sido genial cuando su hermana trabajaba para el mejor amigo de su jefe, el cual era un abogado también, pero luego de un asuntito de celos por parte de su caliente novio y su jefe Charles Winters, Brianna había renunciado hace un mes al trabajo y ahora ella tenía que aguantar a Nick con su mal humor y sus ganas de cogérsela. Brianna había sido un escape para ella, esta llegó a arruinar los intentos de Nick un par de veces. Soltó una risita, estaba segura de que Nick no debía de sentir mucha simpatía por su hermana gemela.

—Shanna…—murmuró Nick llamando su atención como siempre.

—Ya le dije que mi hermana vendrá a recogerme—repitió Shanna acariciándose la frente.

Nick soltó una carcajada y Shanna arqueo las cejas. ¿De qué se reía?

—Estoy seguro de que tu hermanita está muy bien en el piso de su novio disfrutando de su polla—murmuro sin tacto y de una forma muy sucia.

Si, era posible que Brianna estuviese haciendo eso pero por qué tenía que decirlo de esa manera. En verdad que no tenía tacto. ¿Por qué no decía Pene o Miembro? No, tenía que decir Polla. Ese prosaico. Bueno. Soltó un suspiro. ¿Acaso tenía que ceder para que este la dejase tranquilo? No, no debía ceder…

—¡Vamos!—exclamó Nick estampando una mano muy grande sobre el escritorio, asustándola un poco—Ella no estará llevándote a casa a cada rato—dijo—Tiene un novio al que atender.

Shanna rodó los ojos. Sabía que era así. Brianna estaba muy feliz, pasando los días con su novio, mejor dicho prometido, estos se habían comprometido hace como un mes y Brianna ya no tenía tiempo para Shanna. Esta hizo un puchero. Como cambiaban las cosas… Admitía que extrañaba pasar el tiempo con su hermana y burlarse de ella. ¿Hace cuánto tiempo había sido la última vez que la vio? Se acarició la barbilla. Desde hace más de una semana. Brianna se había mudado con su novio cuando sus padres aprobaron su relación, la muy malvada la había dejado sola.

—¿Vas a quedarte ahí?

Bueno, que más daba. Terminó de transcribir el último párrafo y lo señaló para poder continuarlo después. Guardó el documento y después apagó el computador. Recogió el escritorio ante la mirada de su jefe y cuando estuvo lista, se caló el bolso Gucci en el hombro.

—Vámonos—le dijo algo enfadada consigo misma porque había cedido.

Su jefe sonrió maliciosamente y asintió. Al parecer había recogió sus cosas, porque las tomó de uno de los asientos frente a ella y marchó hacia el ascensor. Shanna soltó un suspiro y lo siguió a paso lento. Nick llamó al ascensor y esperaron por él.

Shanna miró la espalda de su jefe. ¡Qué desperdicio! A pesar de la personalidad tosca y fea de su jefe, este era muy guapo. Su cabello era muy oscuro y con mechones rebeldes, a veces Shanna sentía ganas de pasar los dedos por su cabello y domarlo, ella tenía debilidad por el pelo pero no lo intentaría con su jefe, el muy maldito podía confundirse y pensar que ella estaba interesada en él. Siguió observándolo. Sabía que debajo de ese traje hecho a medida había un gran cuerpo definido y lo que más le encantaba… Se pasó la lengua por los labios. No quería recordar como era su paquete, pero era lo que más recordaba. Lo suficientemente grande para volverla loca.

—Shanna…

Esta levantó la mirada a su jefe, el cual tenía el rostro girado hacia ella y la miraba con el ceño fruncido.

—¿Si?

—Entra—le ordenó Nick.

Oh, sí. El ascensor había llegado. Entraron en este y unos segundos después las puertas de metal se cerraron. Nick maniobró con el panel y el ascensor comenzó a moverse. Shanna se movió hacia atrás, hasta que sintió la barandilla de metal en su baja espalda. Muy mal el encerrarse en un ascensor con su jefe. Mierda. Se había olvidado de lo que había pasado la última vez que estuvo en uno con él.

Le echó una mirada hacia su jefe. Nick estaba de espaldas a ella muy tranquilo y Shanna se preguntó porque él no hacía nada. Era muy extraño.

—Se lo que estás pensando—escuchó que él decía con su rica voz—Sé que crees que te presionare contra la pared y tomarte, pero no lo hare—dijo negando con la cabeza y señaló hacia el techo—No quiero que los de seguridad vean cómo te hago mía, después copian mis técnicas.

—Solo piensas en sexo—le dijo Shanna algo cansada, estaba harta de lo mismo.

Nick se encogió de hombros pero no dijo nada.

Shanna bajo la mirada. Si, recordaba sus técnicas. Lo muy hábil que era con sus manos y su boca, y ese… Cerró los ojos. Dios, ¿Por qué no se detenía? Odiaba esos putos recuerdos. ¿Por qué tuvo que ser Nick el hombre que le se lo había movido tan bien? ¡Que pervertida era! Se tapó la cara con una mano y soltó un bufido.

Tenía que olvidarse de ello, lo bueno era que. Bajo la mano y sonrió. Este fin de semana seria el cumpleaños del patriarca de los Bryant, lo que significaba. Soltó una risita. Que al fin su sueño de conocer a un Bryant soltero se iba a cumplir. Su hermana le había dicho que tenían una cita este viernes de ir a comprar un vestido de gala para fiesta y Shanna se iba a gastar todo lo que pudiera para estar despampanante. Esta era su oportunidad de estar así como sus hermanas, con un sensual y caliente Bryant.

—Shanna…

Nick rompió su burbuja y Shanna lo miro de mala manera. Solo dejaba que él le diese ese aventón porque sabía que si no lo aceptaba tendría que llamar a un taxi. Salieron del ascensor que había llegado al primer piso y caminaron hacia fuera del edificio. Se movieron hacia el vehículo plateado de Nick, este, privando en que era un caballero cuando no lo era para nada, porque Nick tenía la boca más sucia que ella había escuchado en su vida, le abrió la puerta.

Shanna le sonrió y entro al vehículo. Nick cerró la puerta y rodeo el auto, entrando por el lado del piloto. Vio por el rabillo de ojo como él se aseguraba en el asiento y luego encendía el auto. Shanna miro al frente y se mordió el labio.

Ahora que recordaba… Era así como todo había comenzado con él.

Un día, luego de terminar la jornada de trabajo, ella había aceptado una propuesta de él, la cual era llevarla a casa de sus padres, pero… Hizo una mueca. Shanna nunca llego a la casa de sus padres. Ese día había estado en sus días deseosos, en los que quería sentir a un hombre dentro de ella y para su desgracia lo había sentido.

Todo había comenzado con Nick sugiriéndole comer algo en su piso. Ella nunca se negaba a una comida gratis y había aceptado ir a su piso. Cuando llegaron y Shanna paso el umbral de la puerta delantera rápidamente fue atacada por él. Se había resistido un poco, pero sus besos y sus manos expertas hicieron que se olvidase de que él era su jefe y de que no podía hacerlo con él.

Desde esa fatídica noche, su jefe vivía acosándola. Al parecer así como él se le adherido a la piel ella tuvo el mismo efecto en él, ya que por mucho que lo odiase no podía negar de que Nick era un semental en la cama y sabia usar su cuerpo. El muy maldito…

—Estás muy callada—dijo Nick.

Shanna no miro hacia él, solo siguió mirando el paisaje.

—¿Qué te pasa?

—Nada.

—Has estado ignorándome últimamente—dijo Nick con un tono duro—Sabes que me molesta que lo hagas.

Shanna puso los ojos en blanco. Bueno, él tenía que entender, que aunque habían dormido juntos y habían hecho cosas, ella no iba a ceder a sus encantos otra vez. Shanna no estaba para juegos, deseaba plantar los pies en la tierra así como sus hermanas y Nick, para nada era un tipo con el que desease hacer aquello. Nick era demasiado voluble, era un tipo bipolar y gruñón, con una asquerosa personalidad y problemas familiares de los cuales, ella no le gustaría estar involucrada. No gracias.

—Solo llévame a casa—le dijo Shanna dando por zancada la conversación y para su felicidad, Nick no comentó nada, algo extraño pero lo dejo pasar. Quizás se estaba dando cuenta de que aquellas cosas que sucedieron entre ellos no volverían a pasar.

Ojala que sea eso, porque este fin de semana, Shanna Nicole McKay conocería al amor de su vida y se alejaría de todo lo que la rodeaba, eso significaba, adiós Nick. Sonrió feliz mientras se lo imaginaba. ¿Cómo serían los parientes de Robert? ¿Se parecían entre ellos? Le gustaría que uno de ellos fuera alto y muy amable como Robert, no era que desease al hombre de su hermana, pero admitía que este era un gran tipo y cualquier mujer estaría encantada de tenerlo como novio.

—Shanna…

Y ella que había pensado que estaría tranquilo sin joder y que la llevaría a casa de sus padres tranquilamente. ¡Qué mierda! Shanna miro a Nick con una sonrisa.

—¿Qué sucede?

Nick se había detenido en un semáforo en rojo y ahora la miraba detenidamente con una expresión de confusión, quizás preguntándose porque ella no discutía con él, ya que era eso lo que siempre hacían cada vez que estaban juntos. Eran tan disfuncionales, era imposible que ellos estuviesen juntos, no eran compatibles a pesar de que el sexo junto a Nick era genial, él debía de empezar a entenderlo ya. Además ella conocería a ese tal Bryant que siempre había deseado y no más Nick.

Shanna sonrió y volvió la vista hacia la ventanilla. Solo era cuestión de tiempo hasta que ellos caminasen en caminos diferentes y ella deseaba que esto llegase rápido. Odiaba a su jefe.

.

.

.

*—Nick:

¿Por qué lo estaba ignorando?

Nicholas O’Brien apretó el volante haciendo que sus nudillos se tornasen blancos y dejo de mirar a Shanna McKay, su asistente y la mujer que lo volvía loco.

¿Qué diablos le pasaba a Shanna? Normalmente ella siempre discutía con él pero últimamente, ella simplemente lo ignoraba. ¿Acaso tenia novio? No, no debía de ser eso. Ningún estúpido había pasado a buscar a Shanna más que los vejetes de los taxis, pero entonces que podía ser…

La miro de soslayo una vez más. Shanna estaba sentada derecha con la cabeza girada un poco hacia la ventanilla y con una expresión dura. No lo entendía. ¿Qué había hecho? Una sonrisa se dibujó en sus labios, bueno, más que acosarla por todos estos meses desde que ella empezó a trabajar para él, nada más. Aunque bueno… Él siempre la trataba mal, la molestaba y era algo duro con ella, pero que podía hacer… No sabía cómo actuar con la mujer que amaba.

Sí, no iba a negarlo. Se había enamorado de esa mujer.

¿Cómo no hacerlo?

A pesar de que ella a veces actuaba como una perra, era tierna y amable, y nada que decir como era en la cama. Muy candente. Nick paso saliva y se llevó una mano al nudo de la corbata, aflojándoselo. Respiró agitadamente, él se ponía así cada vez que recordaba esa vez que ella cedió a sus encantos.

De todos modos, olvidando un poco como era su Shanna sobre las sabanas, ella era muy hermosa también. Tenía una cara angelical a pesar de que Nick sabía que era una diabla debajo de esa apariencia, tenía un cuerpo de los dioses, sus ojos eran de un tono azul verdoso los cuales eran grandes y brillantes y su cabello era castaño claro, aunque Nick sabía que esta lo tenía castaño oscuro pero al parecer a su chica le gustaba que la diferenciaran de su hermana gemela ya que antes lo había tenido rubio. Shanna era una chica tan vivaz y alegre, Nick a veces sonreía al verla, ya que verla le alegraba la vida.

Nick suspiro y vio como el semáforo que había estado en rojo pasaba a verde. Arrancó y siguió conduciendo hacia la vivienda de los McKay. Deseaba llevar a Shanna a su piso para estar a solas junto a ella, pero ella parecía como si fuera a sacar algún cuchillo, no se veía feliz, quizás estar junto a él no era tan divertido.

Bueno, él era un tonto. Se suponía que si amabas a alguien haces cualquier cosa para agradar a esa persona pero Nick había hecho todo lo contrario. Desde que ella empezó a trabajar para él hace siete meses por un acuerdo que hizo con el padre de esta, Nick la había tratado de mala forma. La había acosado, llamado la atención y le había hablado mal aunque ella no hizo nada malo. ¿Qué podía hacer? Él era así. Su padre siempre le dijo que fuese un jefe duro y que no se dejase doblegar por sus subordinados así que creó una máscara para no dejarse joder ya que en el mundo de las leyes no se podía ser un blandengue.

Soltó un suspiro.

Estuvo mal. Debió separar los asuntos profesionales de los personales ya que desde el momento que vio a Shanna estuvo cautivado por ella y pensó que siendo un imbécil atraería su atención. ¡Que equivocación! Era todo lo contrario, lo que hizo fue alejarla más y ahora no sabía qué hacer para acercarla a él. En algunos meses terminaría su contrato y ella le diría adiós.

Pero aún tenía oportunidad, aún faltaban cinco meses más antes de que el contrato terminase. Nick podría conquistarla y aunque sería difícil, él no se iba a rendir tan fácilmente. Le mostraría su verdadera personalidad y que era un hombre que podría hacerla feliz. Nick sonrió.

—¿Qué es lo que haces sonriendo como un tonto?—escuchó que Shanna preguntaba y Nick se estremeció. Volvió el rostro hacia ella, algo sorprendido, para ver que ella lo miraba con ojos duros.

—No sonreía—murmuró Nick.

Shanna frunció el ceño.

—No sé cuántas veces tengo que repetírtelo—dijo ella mirando hacia el frente mientras se llevaba una mano a la cabeza, frotándose la sien—No me voy a acostar contigo otra vez—murmuró Shanna entrecerrando los ojos y Nick abrió la boca para replicar pero ella agregó rápidamente:—Ya paso y no volverá a suceder.

No, aun no estaba terminado y no importase las veces que ella se lo repitiese, él no iba a abandonar la idea de tenerla, no como amante o como algún desliz, él quería más, quería que ella fuese su compañera, su novia y mejor aún, su esposa. La quería toda para él. Nick no dijo nada ya que si agregaba algo más, el asunto sería peor, así que solo continuó conduciendo en un tenso silencio.

El trayecto hacia la casa de los McKay estuvo más incómodo que antes de que ella dijese lo de antes, la tensión en el aire podía cortarse con un cuchillo pero unos minutos después, llegaron a su destino. Nick parqueó su auto frente a la gran entrada de la mansión de los McKay. Apagó el motor y se quitó el cinturón de seguridad.

—No tienes que llevarme a la puerta, no soy una adolescente—dijo Shanna a su lado mientras se quitaba el cinturón de seguridad.

—Solo iba a saludar a tu padre—murmuró Nick.

Él era el abogado del padre de Shanna, Jefferson McKay y cada vez que estaba cerca del hogar de este, siempre iba a saludarlo. Seria de mal gusto traer a Shanna a la puerta de su casa y no entrar a hablar con este.

—No está aquí—dijo Shanna en un tono hostil—Esta en la casa de los Bryant.

¿En la casa de los Bryant? Ah, sí. Este sábado seria el cumpleaños del patriarca de la gran prestigiosa familia de los Bryant, Bradley Bryant. Tanto la familia de Shanna como la suya estaban invitadas a esta celebración, y como Jefferson y Bradley era mejores amigos, estos debían de estar planificando la fiesta a pesar de que de seguro había algunos planificadores de eventos, pero los viejos eran así.

—¿Iras?—preguntó Nick. Una pregunta tonta porque las hermanas de Shanna; Antonella, Brianna y Cassie estaban juntas con los hijos del patriarca de los Bryant y además de eso, sus padres eran muy cercanos y hacían negocios juntos. Era estúpido.

Shanna lo miro con los ojos entrecerrados. Si, fue una estúpida pregunta.

—¡Claro que estaré ahí!—exclamó ella y sonrió—Debo de estar ahí—dijo con seguridad—Quien sabe si en esa fiesta conoceré al hombre de mi vida—continuó con una expresión de felicidad.

¿Qué? ¿Conocer al hombre de su vida? ¡¿Que mierda era aquella?! ¡Él era el hombre de su vida! Nick frunció el ceño. Ella no iba a conocer a nadie, él se cercioraría de que en aquella fiesta Shanna no se acercara a ningún hombre soltero.

—Pasa un buen resto del día, señor O'Brien—dijo Shanna con una sonrisa falsa mientras abría la puerta y salía del auto. Ella dio un portazo y se marchó rápidamente hacia la entrada de la casa.

Nick golpeó el volante del auto con fuerza pero rápidamente se agarró la mano ya que se la había lastimado un poco. Nick murmuró una maldición. Esto no era divertido. Shanna estaba pensando en ligar en aquella fiesta, iba a intentar conseguir una pareja. Él no podía dejar que esto sucediera. No podía dejar que perdiese a la mujer que amaba.

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