Los golpes duelen más que las mentiras

Tres semana después.

La última quimioterapia fue más llevadero que las primeras, Natalia habia perdido casi todo su cabello asi que habia tomado la decisión de cortarselo y dejarlo hasta los hombros, su matrimonio iba cada vez peor, su marido nunca estaba en la casa y cuando estaba solo eran reclamos por su peso y por los cambios que habian en su cuerpo, jamás pensó que una palabra le dolería tanto hasta que lo escuchó de su boca una noche que la tocó buscando tener intimidad con ella, Natalia vio el asco en sus ojos.

— Natalia, ya no eres tan atractiva como antes, solo eres huesos, realmente me da asco con solo verte. — Le dio la espalda mientras contenía el llanto.

La casa cada vez se estaba volviendo más fría, y Edward entre sueños llamaba a su amante, una noche mientras cenaba observó que no llevaba puesto su anillo de matrimonio, el tiempo que llevaban juntos jamás se habia quitado el anillo.

— ¿Dónde está tú anillo?. — Preguntó seria.

— Quizás un día lo dejé en los baños de la oficina, además que importa si tengo o no el anillo de matrimonio, lo importante es que seguimos casado, esas cosas con el paso del tiempo dejan de tener un valor, pero si tanto te molesta, me puedo hacer otro, ¿Feliz?.

— No es necesario, lo importante es que seguimos juntos. — Respondió mientras le restaba importancia, aunque por dentro se estaba quebrando.

Acomodó su corbata y Edward le dio un beso rápido en los labios, esté acarició su mejilla y sintió la frialdad en sus manos, cerró la puerta y caminó hasta la venta y vio como su esposo hablaba por teléfono no era necesario ser un genio. Era su amante. Natalia apretó su manos y lloró en silencio, en eso tomó su teléfono y marco al doctor.

— He tomado una decisión.

(......)

Richard sonrió y buscó la mano de Natalia, en las pocas semanas que llevaba conociendola se habian hechos buenos amigos, ya no era tan arisca como los primeros días donde iba a visitarla y ella respondía con monosílabos a sus preguntas, le extendió algunos analgésicos ya que sentía algo de dolor.

— ¿Cuál es tu decisión?. — Preguntó Richard con curiosidad. 

— Seguiré con el tratamiento de la quimioterapia, y me quitaré igual el seno derecho dónde tengo la celulas cancerígenas.

— ¿Le has dicho a tú esposo?. — Preguntó Richard preocupado. — Sé que es tu cuerpo y lo entiendo pero lamentablemente existe algunos hombres muy estúpidos, que no entiende el proceso físico y psicológico del mismo, además una cosa es perder peso o el cabello y otra muy distinta es ya perder el seno. Necesitas decirle la verdad Natalia después de todo es tu esposo.

— ¿A que hora sales de tú turno?. — Preguntó con una sonrisa suave, Richard la observó confundido y luego se contagió de su sonrisa. — Como eres un amigo muy preguntón es bueno que vayamos al parque, hace mucho que no salgo.

— ¿No te sientes mal?. — Preguntó preocupado. — Aún sigues con fiebre además esta haciendo mucho frió afuera, y mira el abrigo tan delgado que llevas, ¿Acaso quieres morir?.

— Pareces mi papá. — Hizo un puchero. — Vamos a caminar y si me muero seria lo mejor para todos.

Richard salió del hospital en compañia de Natalia, un viento helado estremeció el cuerpo de está, Richard negó y le extendió su bufanda mientras lo colocaba en su cuello para calentarla más, abrió la puerta de su auto y la ayudo a subirse, llegaron al parque y vio como Natalia salia como chiquilla, a pesar de que estaba enferma sus pasos eran muy rápidos, tomó su mano y se sentaron en una banca mientras observaban con atención ver pasar a las personas.

— ¿Cuánto años llevas casada?,  ¿Y como se llama tu esposo?, ¿Y como lo conociste?. — Preguntó Richard.

— ¿Acaso estamos jugando al juego de las veinte preguntas?. — Se burló de él. — Mi esposo se llama: Edward Williams, lo conocí por unos amigos en común en aquel entonces tenia amigos, pero con el tiempo nos alejamos creo que son cosas de la vida, actualmente llevo cinco años casada, y al juzgar por tus ojos, no tuve hijos. ¿Y tú don preguntón es tu momento de hablar?. — Sonrió con burla.

— Decidí estudiar medicina por mi abuela y más en la especialidad de oncología, su muerte realmente me afecto mucho, y a pesar de que llevó casi diez años en esto no he perdido la sensibilidad ni la empatía como mis colegas. — Suspiro. — No estoy casado, pero estoy a nada de casarme con mi prometida se llama: Amelia, la conocí en la universidad en donde me gradué, ella es arquitecta. ¿Y tú estudiaste  algo?.

— Me gradué en repostería pero no me dedique a eso, luego me case y me mantuve en ser la esposa ideal y mantener mi hogar a la perfección, pero creo que no ha funcionado.

Natalia miró su anillo y sonrió con tristeza.

— Muchas personas le tienen miedo a la muerte y cuando era niña tambien le tenia miedo pero ahora que estoy con esta enfermedad y que puedo morir en cualquier momento, solamente deseo que llegue mi día, lo único que le pido a Dios es que sea un solo sueño y que no sufra.

— Entonces, ¿Estás preparada para partir de este mundo?. — Preguntó Richard.

— Si, hace años que no veo a mi mamá y la verdad quiero verla, y si muero prométeme que no me llorarás, quiero morir en lugar lleno de flores, y más que sea rodeada de margaritas realmente las amo.

— ¿Porqué me estas diciendo esto a mi y no a tú esposo?.

Natalia se encongio de hombro y sonrió.

(.......)

Natalia abrio la puerta de su casa, y entró a la sala donde vio a su esposo molesto, este se levantó del sofá y la tomó de los hombros mientras la sacudía con violencia, Natalia se quejó ante el apretón que estaba recibiendo, en eso Edward observó la bufanda y la arrancó de su cuello.

— ¿Dónde carajo conseguiste esta bufanda?. — Preguntó Edward molesto, olió la bufanda y sintió el olor de la colonia, era de un hombre. — Asi que estas de zorra buscando lo que ya tienes en casa, ¿Verdad maldita fulana?.

— Esa bufanda es de mi amigo que es doctor además, ¿Desde cuando te importa lo que hago?, yo también puedo hacer amigos, yo no soy tú muñeca de sala que solo sirve de adorno, también tengo sentimiento, además tienes el descaro de decirme eso, cuando te revuelcas con esa tal Roxane.

En eso sintió un puñetazo en la cara, Natalia cayó al suelo ante el golpe y observó como su camisa se manchaba con su sangre, levantó la vista y vio el susto en los ojos de su esposo. Edward intentó acercarse a ella pero Natalia se levanto y se dirigió al baño para vomitar, escuchó unos pasos y sintió la mano de Edward en su hombro.

— ¡No me toques maldito cobarde!. — Gritó molesta. — ¡Vete de la casa no quiero verte!. — Lloró amargamente. — ¡Te odio!.

— ¡Perdoname mi amor!. — Respondió Edward desesperado. — No era mi intención golpearte, le diré a mi primo que venga a verte el golpe.

— ¡FUERA DE MI VISTA! . — Gritó molesta.

Escuchó la puerta del baño cerrarse y lloró en la taza del baño mientras sentía su cuerpo cada vez más débil.

..........

Richard observó su teléfono y sintió una punzada en el pecho, en eso escuchó unos paso, levantó el rostro y vio a su hermana y a su prometida con unas bolsas de compras.

— Hola mi amor. — Besó la mejilla de su prometida, para luego acariciar el cabello de su hermana menor. — Hola Roxane, ¿Cómo estas princesa?.

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