Al día siguiente
Sus besos sobre mi espalda me hacen despertar. —Amor, anda despierta...— Me pide sin dejar de besarme y rio.
—Un ratito más.— Me quejo como niño que no quiere ir a la escuela.
La escucho reír —Yo por mi te dejaba dormir todo el día, pero tenemos la cita en la fundación en dos horas.— Me explica y ahora sí que tiene mi atención.
Con un poco de flojera me volteo para verla acostada a mi lado con ese fino camisón súper corto de seda color blanco. —Buenos días.— La saludo sonriente y la miro completa.
—Buenos días.— Responde de la misma manera y se voltea para darme un corto beso.