3.La Realidad

[Presente]

[Mia]

Al día siguiente: 

Como la mayoría de los amaneceres que paso en esta casa, el frio de su ausencia entre estas sabanas es el responsable de que despierte temprano. Ni la perfecta decoración hecha a mi gusto, ni la amplitud de esta habitación, ni el guardarropa exclusivo que tengo aquí, es capaz de sustituir su presencia ni tan solo por un minuto. Esta inmensa casa debió ser nuestro hogar y no nuestro escondite. La cama donde ahora me encuentro sola, debió ser cómplice de noches y amaneceres sin fin, pero en cambio se convirtió en testigo de momentos de pasión donde la mayoría del tiempo el reloj esta en nuestra contra. Resoplo llena de frustración y me levanto para ir a prepararme e irme de aquí para afrontar la realidad de mi vida. 

Estoy por entrar al baño para ducharme, cuando escucho el tono de llamada de mi celular indicando que recibí un mensaje. Rápidamente voy hacia la mesita de noche, lo tomo y al ver la pantalla sonrió.

//Mi amor, buenos días, no olvides que eres lo más importante de mi vida. Te amo, Izan. //  

Respondo inmediatamente a su mensaje mientras que en mi rostro se dibuja la más genuina sonrisa gracias a él. 

//Y tú en la mía, cuídate. Te amo. //

Envió el mensaje y rápidamente continuo con lo que estaba haciendo.

[…]

Estoy acercándome con el auto a la casa donde me toca vivir para poder ser, aunque sea un poquito libre, cuando me doy cuenta que el coche de Santiago está parado en la entrada de coches. 

—¿Qué es lo que está haciendo aquí tan temprano? — me pregunto a mí misma y avanzo con mi auto hasta estacionarme al lado del suyo.

Él no hace nada más que verme llegar y baja del auto mientras que yo hago lo mismo —¿se puede saber dónde estabas? — me pregunta apenas los dos cerramos las puertas de nuestros autos. 

—Salí temprano, ¿algún problema? — cuestiono de mala gana. 

Santiago se acerca a mi cuando estoy llegando a la puerta de mi casa y me toma del brazo —el problema es que soy tu prometido y tenemos un almuerzo de negocios con unos empresarios de Turquía en dos horas. — me informa y yo muevo mi brazo para que me suelte. 

Abro la puerta de la casa, entro y él me sigue —me cambio de ropa y ya nos vamos. — digo e intento seguir caminando mientras escucho el portazo que le da a la puerta. 

—¿Me dirás donde fuiste? — me exige. 

Volteo a verlo y niego —no tengo por qué. — respondo.

—¿No tienes por qué? ¿Olvidas que soy tu prometido y que en ocho meses nos vamos a casar? —  

—¿Cómo olvidarlo? Me lo recuerdas cada día desde que prácticamente me compraste con mi padre. — respondo con rabia. 

Él se sonríe con malicia y se acerca a mí de manera peligrosa —todo hubiera sido más fácil si el día que nos conocimos, tú me hubieras aceptado, pero no… decidiste hacerte la difícil, pero mira, quieras o no, tú serás mi esposa. — me recuerda y decido ignorarlo y seguir caminando hacia mi habitación. 

—Iré a cambiarme para ir a tu dichosa reunión. — sentencio rápidamente me meto en mi habitación y cierro la puerta con llave detrás de mí.

«Maldita la hora que mi padre firmo esa sociedad con Santiago… arruino mi vida completamente.» pienso mientras apoyo mi espalda contra la puerta y dejo que las lágrimas de frustración y rabia salgan de mis ojos. 

[Izan]

Un día más en esta vida que desearía no llevar, una vez más siendo testigo de los negocios que mi padre hace con su socio y quien por obligación será mi suegro. —Izan, ven aquí, no te quedes allí parado, ven y forma parte de este negocio. — me pide Lorenzo. 

—Lorenzo, sabes bien que yo solo me encargo de administrar el dinero, mi hermano es quien es la mano derecha de mi padre. — explico y me mira a modo de reto. 

—Entonces, si solo te quedaras allí parado, ve a buscar a mi hija que esta aburrida en la casa. Llévala a almorzar o de compras, usa tu tiempo para algo útil. — exige y yo solo asiento levemente. 

—Nos vemos después. — digo bajo la atenta mirada de mi padre y de Lorenzo y sin más salgo de la oficina.  

«Maldita la hora que mi padre y Lorenzo pactaron mi matrimonio con Giovanna, maldita la hora en que la conocí en aquella cena entre nuestras familias y ella se obsesiono conmigo… maldita la manera que su padre siempre consigue cumplirle los caprichos a su niñita consentida.»

Abro la puerta de mi auto, entro y me quedo un momento en completo silencio mientras que el infernal calor de la ciudad de Las Vegas me hace sentir que el fuego que me consume por dentro, también existe en mi realidad. Cuanto quisiera tomar a Mia de la mano y huir con ella lejos a un sitio donde seamos solo ella y yo, pero las cosas no son tan fáciles, si yo rompo con Giovanna, mi familia pagara las consecuencias con sangre y si ella rompe con Santiago, su padre quedaría en la ruina… eso sin contar la venganza que su tío le tiene jurada a mi familia incluyéndome… 

«Piensa en Miami, solo piensa en eso…» me repito intentando consolarme con la idea de que al menos estaremos juntos por tres días. 

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