¿Te casarás conmigo otra vez?
¿Te casarás conmigo otra vez?
Por: Tamara Duu
Capítulo1
—¡La señora se lanzó por la ventana!—Los gritos de los sirvientes resonaban uno tras otro. Selene Soto solo sentía dolor, como si su cuerpo se hubiera despedazado por completo...

Estaba a punto de desmayarse, cuando vio a una mujer parada junto a la ventana, ostentando una actitud triunfal; ¡era su suegra Ana González!

—Andrés, sálvame...

En medio de la desesperación, él fue lo primero en lo que pensó. Todos sabían que Andrés Herrera no la amaba; se casó con ella por un acuerdo matrimonial. Con la muerte de la madre de Selene, su posición como “señora Herrera” estaba en peligro, y ese día finalmente llegó.

Pero solo Selene sabía que ella amaba al hombre, no al título de señora Herrera, había amado a Andrés durante diez años. Ahora, ese amor incondicional de diez años probablemente llegaría a su fin.

La sangre goteaba lentamente desde su cuerpo, tiñendo de rojo su ropa. Su visión se volvía cada vez más borrosa, hasta que finalmente se desmayó.

*

En el hospital, una intensa sensación de dolor la despertó en la cama. Mientras abría lentamente los ojos, una voz grave y seductora venía de un lado:

—¿Te despertaste?

Esta voz familiar hizo que su cuerpo se tensara un poco. En un instante, todo lo del pasado vino a su mente. Ella aferró fuertemente la manta con los dedos.

Antes, incluso si él la trataba cruel e indiferente, ella habría estado dispuesta a complacerlo y perdonarlo sin importar qué. Pero al recibir el acuerdo de divorcio con su firma y ser empujada por Ana desde el balcón, Ella finalmente vio la realidad.

Este amor no correspondido, que terminó sin previo aviso, la dejó sin nada. El amor que una vez llenó su corazón ahora estaba vacío y solo quedaba amargura.

Con un tono áspero, saludó:

—Andrés Herrera.

La actitud indiferente con la que Selene pronunció fríamente su nombre y apellido sorprendió un poco a Andrés. Se rió con desdén:

—¿Jugando al truco del suicidio tirándote por la ventana?

—Si yo digo que me empujaron, ¿me crees?—Selene levantó la cabeza, mirando hacia él, cuya expresión estaba llena de burla.

—Vaya, ¿crees que te creería?

Ella sonrió con amargura, levantando los labios. Su rostro estaba lleno de autoescarnio, riéndose de su propia estupidez al hacer una pregunta tan tonta.

Ella debería haberlo sabido, sin importar lo que dijera o explicara, sería en vano.

Las lágrimas caían sin cesar...

Selene soportando todo el dolor en su cuerpo, abrió sus ojos enrojecidos, pero ya no tenía el valor de mirarlo...

De repente, se oyeron pasos, una fría sensación se acercaba, su imponente figura bloqueaba toda la luz frente a ella. Luego, arrojó un informe médico ante ella.

—Qué lástima. Durante todos estos años, pusiste todo tu empeño, pero al final, solo para recolectar las amargas consecuencias de tus propias acciones—dijo con su rostro lleno de frialdad.

Selene miró lo que decía en el informe médico:

[Embarazo temprano de cincuenta y seis días, aborto completo.]

Temblorosa, tomó el informe médico. Cada palabra sencilla en ese diagnóstico le pinchaba el corazón como agujas afiladas.

¿Estaba embarazada? Su período no llegaba, pensó que era debido a su irregularidad en el horario, ¡pero resulta que estaba embarazada! Estaba esperando el hijo de él, pero solo tenía cincuenta y seis días, ¡solo cincuenta y seis días!

Ella lloraba tan intensamente que sus hombros temblaban, pero el hombre delante de ella permanecía impasible, como si no creyera nada en su tristeza.

—Selene Soto, ¿has tenido suficiente de actuar? ¡Tú misma mataste a este bebé!

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