Dante miraba con insistencia el retrato donde su sonriente madre aparecía junto a el abrazándolo, de nuevo, las lágrimas escapaban desde sus pequeños ojos agua marinos, se la habían llevado, aun cuando su padre le decía una y otra vez que la traería de vuelta, se sentía demasiado triste, quería verla otra vez, abrazarla, y no volverla a soltar jamás.
– Tranquilo, si papá dijo que la traerá, eso hará – dijo Zinerva intentando consolar al pequeño.
– ¿Tu no extrañas a tu mami? – cuestiono Dante entre sollozos entrecortados.
Zinerva, medito durante solo un momento.
– No lo sé, mi madre nunca fue demasiado amorosa conmigo, solo me regalaba libros, montones de ellos, y me decía que tenía que ser una mujer fuerte, nunca me gusto abrazarla o que me abrazara, y aunque si la quiero mucho, hace cosas a vec