Antonella, miraba por los grandes ventanales la hermosa vista de las montañas, sintiendo de nuevo ese horrible vacío que le decía una y otra vez que algo estaba terriblemente mal, anunciándole que algo le estaba haciendo falta y no lograba recordar que.
Mentiras y sospechas, ¿Por cuánto tiempo podría Apolo mantener aquel cruel engaño?, mientras tanto, en Palermo, la ira de Ares yacía cada vez más incontrolable.
– Hola hijo, me complace mucho recibirte, dime, ¿En que puedo ayudarte? – cuestiono Zeus D´Angelis con una sonrisa cruel.
– No te pases de listo conmigo, dime ¿En donde demonios se esconde Apolo? – exigió saber Ares apuntando su arma contra su progenitor.
Capítulo 54: Lo que más ama
Zeus, miraba fijamente a los ojos enardecidos en una ira atroz del menor de sus hijos, Ares siempre había s