(Renata Pellegrini)
Humm, qué bien huele, siento que se me saliva la boca y que el estómago se me revuelve en busca de comida. Abro los ojos, me siento en la cama y mi estómago se retuerce, haciéndome sentir un malestar y un estruendo resuena en mi vientre.
- Buongiorno - Filippo entra en mi habitación sosteniendo una bandeja con el desayuno. - Te has despertado a tiempo - habla con una sonrisa casi invisible en los labios, que sólo tiene una pequeña línea marcada.
Sigo observándole y lleva la misma ropa que ayer, pero sin traje, su blusa social azul bebé está doblada hasta los codos, y sobre la blusa lleva mi delantal rosa de barbie. Me contengo la risa.
- ¿Dormiste aquí? - pregunto, volviendo en mí. Siento que mis mejillas se ruborizan.
- Sì, ragazza - responde como si fuera lo más normal del mundo.
- ¿Dónde? - pregunto mirando al suelo, me muerdo el labio y en mi mente surge una pequeña esperanza de que me responda que durmió en la misma cama que yo.
"¡Pícaro!", me dice mi mente,